OCTUBRE 18

19.02.2021

" El SEÑOR es mi luz y mi salvación de quién temeré. Salmo 27:1

Allí donde no hay bastante luz para ver nuestra propia oscuridad y sentir anhelo del SEÑOR Jesús, no hay evidencia de salvación. La salvación nos halla en la oscuridad, pero no nos deja allí. No se dice meramente que el SEÑOR da luz, sino que Él «es» LUZ; no que da salvación, sino que Él «es» SALVACIÓN. es una cosa (1ª Juan 1:5), y el poder decir: «El Señor es mi luz» es algo distinto. Cuando El es en esta forma «nuestra luz», entonces es también «nuestra salvación». El nos ha prometido que nos guiaría rectamente; no sólo para mostramos el pecado, sino para libramos de él; no sólo para hacernos ver el aborrecimiento que tiene Dios al pecado y su maldición del mismo Gálatas 3:13, sino también para atraernos al amor de Dios y quitar la maldición.. Hay una gran diferencia entre la luz y el ojo que la ve. Un ciego puede saber mucho acerca del brillo del sol, pero este no brilla para él, no le da luz. De igual modo, el saber que «Dios es luz».Dijo el SEÑOR: Caminad mientras tenéis luz Juan 12:35. Con estas palabras, se refería a aquella luz que es él mismo, ya que dice: Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en Mí no permanezca en tinieblas. Juan 12:46. El SEÑOR, por tanto, es nuestra luz, él es el Sol de Justicia que irradia sobre todos los que creen en ÉL. A Cristo, se refería proféticamente el salmista, cuando dijo: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El que vivía en tiniebla y en sombra de muerte, en la tiniebla del mal y en la sombra del pecado, cuando nace en él la luz de Cristo, se espanta de sí mismo y sale de su estado, se arrepiente, se avergüenza de sus faltas y dice: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Grande es, hermanos, la salvación que se nos ofrece. Ella no teme la enfermedad, no se asusta del cansancio, no tiene en cuenta el sufrimiento. Por esto, debemos exclamar, plenamente convencidos, no sólo con la boca, sino también con el corazón: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Si es CRISTO quien ilumina y quien salva, ¿a quién temeré? Vengan las tinieblas del engaño: el SEÑOR es mi luz. Podrán venir pero sin ningún resultado, pues, aunque ataquen nuestro corazón, no lo vencerán. Venga la ceguera de los malos deseos: EL SEÑOR es mi luz. Él es, por tanto, nuestra fuerza, el se da a nosotros y nosotros a ÉL. Acudan al médico mientras puedan, no sea que después quieran y no puedan." Juan de Nápoles