FEBRERO 5

28.03.2021

Yo sé que mi Redentor vive. Job 19:25

En otras palabras quiso decir Job: "A pesar que lo he perdido todo, pero mi Redentor todavía es mío y vive para mí. Yo lo he aceptado como tal, entregándome en sus manos, estoy confiado de que todo irá bien porque Él es mi protector. Me asiré a Él para siempre. Él será mi única esperanza en la vida y en la muerte. Puedo perderlo todo, pero nunca perderé la redención de mi Dios." ¿De qué otra esperanza podía obtener Job consuelo sino de una vida y gloria futura?

Job poseía al gran SEÑOR que vive para siempre. No el Cristo muerto de la superstición. «Nuestro Redentor vive." El único consuelo de Job residía en esta breve palabra: «Mi». «Mi Redentor»; y en el hecho de que el Redentor vive. ¡Oh, aferrarse de Cristo vivo, cuánto significa! Tenemos que poseer a Cristo antes de poder gozar de Él.

En tiempos de dura prueba los creyentes son: Empujados fuera de sí mismos para mirar a su Dios y Redentor. Son Impulsados a mirar dentro de sí mismos en cuanto a un conocimiento seguro: «Yo sé... » Son obligados a asirse, por una fe personal, a lo que nos es dado en el Pacto de la Gracia: «Mi Redentor... » Son impulsados a vivir mirando lo invisible, a un Redentor vivo, y su próximo advenimiento. Así el Espíritu de Dios reveló al afligido patriarca un futuro estado de vida, un juicio futuro, una resurrección y una eterna justificación para los santos. Una gran luz vino a través de la aflicción, y Job obtuvo una ganancia infinita para sí y para otros mediante sus pérdidas temporales.

Las dudas son cosas terribles en tiempo de aflicción. Hunden, como avispas, el aguijón en el alma. Si tengo alguna sospecha de que Cristo no es mío, entonces allí hay vinagre mezclado con hiel de muerte, pero si yo sé que Jesús vive por mí, entonces la oscuridad no es oscura, pues aun la noche es luz en torno mío. Si Job en aquel tiempo, antes de la venida de Cristo, podía decir "Yo sé que mi Redentor vive" nosotros no podemos decir menos.No estés satisfecho hasta que puedas decir: «Yo se que mi Redentor vive», puede que lo digas tímidamente. Pero si tuvieras fe como un granito de mostaza, esa poca fe te autoriza a decirlo. Fe es una evidencia, no una conjetura; no una suposición, sino una firme seguridad. Ciertamente, nosotros conocemos lo que creemos: «Sabemos que has venido de Dios como Maestro" (Juan 3:2). Creemos y estamos seguros de que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Juan 6:69). «Sabemos que tenemos de Dios un edificio" (2ª Cor. 5:1). «Sabemos que le veremos tal como Él es» (1ª Juan 3:2). Y para lograr la esencia de la consolación, tú tienes que decir: «Yo sé». Los «pero» y «quizás» son seguros matadores de la paz y del consuelo. Miremos que nuestras evidencias sean fundadas a no ser que edifiquemos sobre una esperanza sin fundamento. Un Redentor viviente, Cristo realmente mío, es gozo inefable. -C.Spurgeon