MARZO 24

02.04.2021

Por esta causa yo Pablo, prisionero de Jesucristo....Efesios 3:1

El Apóstol Pablo no solamente resistió las tentaciones en su actividad Cristiana, sino también en la soledad de su cautiverio. Es posible que tú puedas resistir la opresión del trabajo más
intenso, juntamente con grandes sufrimientos, y sin embargo, fracasar por
completo cuando estés separado de todas las actividades piadosas; cuando estés
obligado a permanecer en el lugar estrecho de alguna prisión. Vemos que esos
pájaros tan sublimes que se remontan por encima de las nubes y resisten
grandísimos vuelos, caen en la desesperación cuando se les encierra en una
jaula donde se ven forzados a golpear sus alas inútilmente contra los alambres
de su prisión. Tú habrás visto a esas águilas grandes languidecer en sus
estrechas Jaulas, con sus cabezas encorvadas y sus alas caídas. Qué cuadro tan
terrible se nos presenta aquí, de la aflicción que causa la inactividad. Pablo
en la prisión. Aquello era otro aspecto de la vida.

¿Quieres saber lo que hacía allí? Yo le veo mirando por encima de lo alto de la pared de
su prisión y por encima de las de sus enemigos. Le veo escribir un documento y
firmarlo con su nombre y no poner el del prisionero de Festo, o el de César, o
la víctima del Sanedrín, sino el "prisionero del SEÑOR." En todo
esto, él vio solamente la mano de Dios. La prisión para él se convirtió en un
palacio. En sus corredores suenan gritos de triunfo, alabanza y gozo. Privado
del trabajo misionero que él amaba tanto, ahora construye un nuevo púlpito -un
testigo nuevo se levanta- y desde aquel lugar de esclavitud vienen algunos de
los servicios mejores y más provechosos de libertad Cristiana. ¡Que mensajes
tan valiosos e iluminadores han procedido de aquellas sombras negras del
cautiverio!
Piensa en el gran número de santos encarcelados que han seguido el camino de
Pablo. Durante más de doce años los labios de John Bunyan permanecieron
cerrados en la prisión de Bedford. Allí fue donde él hizo el trabajo más grande
y mejor de su vida. Allí escribió el libro cristiano que ha sido más leído
después de la Biblia. Él dice: "En la prisión estaba como en casa. Me
sentaba y escribía y escribía, porque el gozo me hacía escribir." El
ensueño maravilloso de aquella larga noche, ha iluminado la senda de millones
de cansados peregrinos. El espíritu selecto de aquella sierva del SEÑOR,
francesa, Madame Guyon, estuvo encerrada entre las paredes de la prisión. Lo
mismo que algunos pájaros enjaulados que cantan sus canciones más melodiosas en
sus confinamientos, la música del alma de esta sierva de Dios, atravesó las
paredes de la prisión y ha desterrado la aflicción de muchos corazones
entristecidos. ¡Cuán grande ha sido el consuelo que ha procedido de lugares
solitarios! -S. C. Rees

Samuel Rutherford, prisionero por causa de Cristo, de su vida destacamos no sus
logros académicos, ni su valor en defensa de la sana doctrina. Lo que nos atrae
es aquella brecha que se abrió en su corazón durante su cautiverio en Aberdeen,
que dejó escapar tan grato olor de Cristo. Durante los 17 meses de su encierro,
Rutherford tuvo sus labios sellados; no obstante, su corazón desbordó de buenas
palabras de adoración y amor al SEÑOR. Que el SEÑOR nos conceda en medio de las
tribulaciones, que muchas veces nos hacen sentir como prisioneros, seguir el
ejemplo de Rutherford quien con mucha oración y meditación en medio del
cautiverio, estar en condiciones decir como él: «¡Oh, si viésemos la belleza de
Jesús y presintiéramos la fragancia de su amor, correríamos a través del fuego
y del agua para estar con Él!». «¡Oh, cuán dulce sería si aprendiéramos a
aliviarnos de nuestras cargas, amoldando nuestros corazones a ellas, y haciendo
de la Voluntad de nuestro SEÑOR una ley!».