DICIEMBRE 20

14.02.2021

« ¡SEÑOR, sálvanos, que perecemos!» Mateo 8:25

Los discípulos creyeron que la mar enfurecida los separaba de Jesús. Y peor aún, creían que la aflicción en que se encontraban era una señal de que Jesús los había olvidado por completo y no tenía cuidado de ellos. Pero, es ahí donde la aflicción tiene su estímulo, cuando el diablo susurra y dice, "Dios te ha olvidado; Dios te ha abandonado," cuando tu incrédulo corazón grita como lo hizo el de Gedeón: "Si el SEÑOR está con nosotros. ¿Por qué nos acontece todo esto?"Jueces 6:13 El mal te ha visitado para acercarte más a Dios. El mal no te ha sobrevenido para separarte de Jesús, sino para que te adhieras a Él con más fidelidad, tenacidad y Fe.

«Señor, sálvanos, que perecemos» Jesús reprocha a los discípulos su falta de fe, que les hace incapaces de aceptar el aparente silencio de Dios. ¡Cuántas veces, en medio de las tempestades de la vida, hemos tenido la dolorosa impresión de que Dios estaba adormecido, lejos de nosotros! ¡Cuántas veces nuestras oraciones han volado lejos, sin que tuviéramos respuesta! Tal vez se deba a que tenemos más necesidad de ver milagros, que de tener Fe. Una obsesión, una idolatría, por el don más que por el dador del don. "Dichosos los que no vieron y creyeron." Jn 20:29 Por Fe andamos y no por vista. Jesús es la misma Fe, y si tenemos nuestra mirada fija en Él, nos dotará de todo lo que necesitamos, para escucharle decir al viento y al mar embravecido: «¡Silencio! ¡Quédate quieto!» y todo quedará en completa calma. Marcos 4:39

Quisiera que nunca hubieran tempestades. Quisiera ser eximido de la lucha. Quisiera un mar siempre sereno con vientos a mi favor y luces que indican el camino. Pero, seguir a Cristo no es una empresa fácil, implica llevar la Cruz. Hemos sido llamados a transitar por la senda escarpada y difícil, a perseverar con Fe en medio de grandes adversidades. Habrá tormentas a las que nos tendremos que enfrentar y sentiremos que el SEÑOR se quedó dormido en la proa de la barca, mientras pensamos que nos hundimos y perdemos la esperanza. Es así, rendidos y despojados de toda facultad propia, que El SEÑOR está esperando nuestro clamor: « ¡SEÑOR, sálvanos, que perecemos!» Y nuestra Fe sabrá despertarle.

Entonces, cesarán los vientos que nos atormentan e iremos con ÉL de victoria en victoria, heridos sí, pero no rendidos, afligidos en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. 2Cor.4:9 Cuando parece que Dios nos ha abandonado, es cuando debemos confiar más en Él. Regocijémonos en la luz y en el consuelo cuando a Él le place darnos esto, pero no nos aferremos a Sus dádivas, sino a ÉL. El SEÑOR está en la barca, Él sólo basta, puede suceder alrededor lo que ÉL permita; sólo ÉL nos puede librar. Aunque todas las cosas parezcan estar en nuestra contra, sin embargo, Jesucristo está en la barca y no nos dejará perecer.....