MARZO 17

"Eres el más hermoso de los hijos de los hombres". Salmo 45:2.
En persona, pero especialmente en su mente y carácter, el Rey de los santos es incomparable en hermosura. La palabra hebrea es doble: «hermoso, precioso eres Tú». Jesús es tan hermoso que las palabras han de doblarse, extenderse, sin agotarse antes de poder describirlo.
Si no hubiera habido algo admirable en Su faz y Su presencia, alguna hermosura celestial, los apóstoles y todo el mundo no le habrían seguido inmediatamente. Hermoso en su transfiguración, blanco como la nieve, su faz deslumbrante como el sol, Mateo17:2, hasta arrebatar la misma alma de Pedro que no sabía lo que decía, y quería tener fijos los ojos en aquel rostro para siempre, y no descender ya más del monte. Hermoso en su pasión. Sin fealdad en su desnudez; sus mismas heridas y marcas sangrantes de los azotes, la dulzura de su rostro y su porte en medio de los escarnios y golpes.
La persona de Jesús es una entera joya, y su vida es una sola impresión del sello. Jesús es enteramente perfecto, no solo en sus distintas partes, sino también en su gloriosa integridad. Su carácter no es un conjunto de colores mezclados confusamente, ni un montón de piedras puestas desordenadamente, unas sobre otras. Jesús es un cuadro de belleza y un pectoral de gloria. En él "Todas las cosas que son de buen nombre" tienen su debido lugar y se embellecen recíprocamente. Ningún rasgo de su gloriosa persona llama la atención más que otro; él es perfecto y enteramente codiciable.
¡Oh Jesús!, tu poder, tu gracia, tu justicia, tu ternura, tu verdad, tu majestad y tu inmutabilidad forman un hombre tal, o, mejor dicho, un Dios-hombre tal, que ni el cielo ni la tierra han visto jamás. Tu infancia, tu eternidad, tus sufrimientos, tus triunfos, tu muerte y tu inmortalidad, están entretejidos en un magnífico tapiz, sin costura ni rasgadura. Tú eres música sin disonancia; eres un todo sin división; eres todas las cosas sin diversidad. Como todos los colores se funden en un resplandeciente arco iris, así también todas las glorias del cielo y de la tierra se hallan en ti, y se unen tan maravillosamente, que no hay ninguno como tú en todas las cosas. Si todas las virtudes de las cosas más excelentes hicieran un ramo no podrían rivalizar contigo, espejo de toda perfección.
Tú has sido ungido con el santo óleo de mirra y casia, que tu Dios reservó sólo para ti; y tu fragancia es como el perfume santo, que ninguno puede imitar, ni aun el perfumista. Cada parte es fragante, pero el compuesto es divino. Precioso es Jesús, mi Jesús, Precioso es Jesús, mi Jesús. Mi gloria será su rostro mirar, Él es mi precioso Jesús. - C.Spurgeon