DICIEMBRE 14

Dijo Jesús: "Nadie puede servir a dos señores...Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas". Mateo 6:24
"No pueden servir a Dios y a Mammón, dios de las riquezas, dios satánico, que incita a los hombres a ser ambiciosos, usureros, avaros, no porque él pueda dar o quitar las riquezas, sino porque los tienta con ellas, y les inspira a su mal uso. Tenemos dos caminos a elegir: El de Dios o el de Mammón. Dios premia la generosidad y la misericordia; Mammón incita a la avaricia. Dios conduce por el camino de la salvación, Mammón por el de la perdición. Dios ofrece la vida eterna, Mammón a la muerte y eterna condenación. Debes elegir a quien serviras.
Enseña el SEÑOR a sus discípulos a huir de la terrible pasión de la codicia que tanto consume a los hombres, la cual lleva siempre al afán por adquirir, y acumular bienes perecederos, sino a buscar y atesorar riquezas eternas por los méritos de Cristo, verdadero tesoro, por cuyo amor y gracia fuimos salvos. Jesucristo no condena de modo absoluto la posesión de los bienes terrenos, más bien nos previene frente al peligro de confundir el orden de valores, de amar y colocar a las criaturas por encima del Creador, diciendo: "Porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero." Mateo 6:24
No puedes amar a Dios y al mismo tiempo al dios dinero. Nada hay tan malo para el hombre como el separarse de Dios por el apego y amor a las riquezas. Porque Raíz de TODOS LOS MALES es el amor (la idolatría) al dinero. 1Tim.6:10, que aparta del amor a Dios, del cielo y nos hace esclavos de cosas materiales, que son la añadidura de Dios, para sus hijos los que buscan primero el reino de Dios y Su Justicia.Mateo 6:32.
Quiso arrancar el SEÑOR de nuestro corazón toda codicia, afán superfluo y amor desordenado por el dinero, cuando dijo: "No se afanen qué han de comer o qué han de beber; ni por su cuerpo, qué han de vestir....El Padre Celestial ya sabe que tienen necesidad de todas estas cosas." Mateo 6:31. Es decir, no se inquieten por las cosas necesarias para la vida, tengan fe y la absoluta seguridad que el Padre Eterno conoce sus necesidades terrenas y está dispuesto a suplir cada una de ellas. Así lo prometió por medio del salmista diciendo: El SEÑOR es mi pastor y nada me faltará. Salmo 23:1 Los leoncillos se debilitan y tienen hambre, pero a los que buscan al SEÑOR nada les falta. Salmo 34:10 No he visto justo desamparado ni a su descendencia que mendigue pan." Salmo 37:25." Ludolphus