FEBRERO 13

28.03.2021

Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Éxodo 14:15

En la Biblia se nos habla mucho de esperar en Dios. Con mucha facilidad nos impacientamos de la tardanza de Dios. Muchas de nuestras frustraciones en la vida provienen de nuestras inquietudes y algunas veces del descuido o de la prisa. No esperamos que madure el fruto, sino que insistimos en arrancarlo cuando está verde. No podemos esperar las respuestas a nuestras oraciones, aunque las cosas que pedimos requieren largos años para que se nos preparen. Se nos exhorta para que caminemos con Dios, pero a menudo Dios camina muy despacio, y muy frecuentemente Dios nos espera a nosotros.

Muchas veces dejamos de recibir la bendición que el SEÑOR nos tiene preparada, porque no avanzamos con Él. De la misma manera que perdemos mucho de bueno por no esperar a Dios, también perdemos mucho por esperar demás. Hay ocasiones cuando nuestra fortaleza consiste en sentarnos calladamente, pero hay otras cuando debemos marchar con paso firme hacia adelante. Hay muchas promesas Divinas que están condicionadas a que empecemos a realizar alguna acción de nuestra parte. Cuando empezamos a obedecer, Dios empieza a bendecirnos.

A Abraham le fueron prometidas grandes cosas, pero, ni una sola hubiese podido obtener esperando en Caldea. Él tuvo que dejar casa, amigos y país, salir por rumbos desconocidos y perseverar con obediencia inquebrantable con el fin de recibir las promesas. A los diez leprosos se les ordenó que se presentaran al sacerdote, y "cuando iban, fueron limpiados." Si hubieran esperado para ver como venía a ellos la sanidad de la lepra en lugar de obedecer, entonces jamás la hubiesen visto. Dios esperaba para limpiarlos, y en el momento en que la fé de ellos empezó a obrar, recibieron la bendición.Cuando los Israelitas fueron encerrados en el Mar Rojo por el ejército que los perseguía, se les ordenó "Marchen." Su deber no era el continuar esperando por más tiempo, sino el levantarse de sus rodillas y marchar de frente por el camino heroico de la fe. También se les pidió en otra ocasión que mostrasen su fe marchando y cruzando el río Jordán. Ellos tenían en sus manos la llave para abrir la puerta de la Tierra Prometida, y la puerta no abriría hasta que se acercaran a ella y la abrieran. Aquella llave era la Fe.

Nosotros estamos determinados a luchar ciertas batallas. Decimos que nunca podemos ser vencedores, que nunca podemos conquistar estos enemigos, pero cuando empezamos la lucha, EL SEÑOR viene y por medio de Él somos más que vencedores. Si nos quedamos quietos con temblor y temor esperando que el SEÑOR venga en nuestra ayuda sin marchar, entonces habremos esperado en vano. Esta sería una espera con exceso de incredulidad. Dios espera que marches, que obedezcas, para derramar sobre ti ricas bendiciones. Marcha hacia adelante con valentía y confianza y toma lo que es tuyo... -J. R. Miller.