JUNIO 9

02.06.2021

¡Estoy tan afligido que ni siquiera puedo orar! Salmo 77: 4

Las grandes aflicciones dejan mudo, sin palabras. Las corrientes profundas no borbotean a la orilla del arroyo donde son superficiales. Las palabras le faltan al hombre cuyo corazón falla. Ha clamado a Dios, pero no puede hablar a los hombres; qué misericordioso es que, si hemos hecho lo primero, no tenemos que desesperarnos cuando lo segundo no nos es posible. Sin sueño y sin habla, Asaf se veía reducido a grandes extremos, y, con todo, se reanimó, y también lo haremos nosotros.

Algunas veces nuestra aflicción es tan violenta que si no le damos salida nos sofoca y somos aplastados. En nuestras adversidades ocurre como en el hombre que sufre una herida pequeña; al principio ni hace caso, pero al no prevenir un daño futuro, la herida descuidada empieza a infectarse, o peor aún, viene la gangrena que le causa gran dolor y pérdida.Lo mismo pasa en ocasiones de tristeza espiritual; cuando estamos turbados al principio, oramos y derramamos nuestra alma delante del SEÑOR, pero después las aguas de nuestro pesar ahogan nuestros gritos y nos vemos tan abrumados que no podríamos orar, o por lo menos no hallamos alivio, ni vida, ni placer en nuestras oraciones; y Dios mismo parece no deleitarse en ellas, y esto nos pone aún más tristes. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? (Salmo 22:1)

Las lágrimas tienen un lenguaje y una gramática que nuestro Padre conoce. Los niños pequeños no tienen necesidad de oraciones para conseguir el pecho, sino que usan el llanto: la madre puede oír el hambre en el lloro. Si, en medio de todo tu desánimo, tu condición empeora de forma que no puedes orar, sino que te quedas mudo cuando acudes a su presencia, como David, entonces vienen otras expresiones cuando no puedes hablar: gemidos, suspiros, sollozos, por lo cual dijo:El SEÑOR ha oído la voz de mi lloro. Salmo 6:8 También sucedió en el caso de Ezequías, cuando oró estando en agonía por su enfermedad; Y le respondió el SEÑOR: "Yo he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas."2 Reyes 20:5 Lamenta tu condición indigna y desvalida, y desea que Cristo presente a Dios tus angustias, y Dios las oirá de Él y te librará. - Tomas Goodwin