DICIEMBRE 9

26.12.2022

¿Acaso ignoran que el cuerpo de ustedes es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes, y que recibieron de parte de Dios, y que ustedes no son dueños de sí mismos? 1 Corintios 6:19

¡Somos el templo de Dios! ¡Dios vive en nosotros! Lo que hacemos en nuestros cuerpos forma parte de nuestro culto a Él. Hemos sido llamados no solo para evitar la impureza, sino para glorificar a Dios en nuestros cuerpos honrando el sacrificio por el cual se compró nuestra santidad. Esta es una maravillosa noticia. ¡Dios que es nuestro Padre, decide, que nuestro corazón se convierta en Su morada, en su habitación, en su casa! Es un gran honor que Dios nos confiere cuando desea habitar en nosotros. "Este es mi lugar de reposo para siempre;aquí habitaré, porque lo he anhelado",Salmo 132:14. Por lo tanto, debemos temer para que nuestro Huésped Divino no se aparte de nosotros, ofendido por nuestras malas acciones.

El Espíritu Santo viene de lo alto, pero penetra y reside en nosotros para animar nuestra vida interior. Jesús no dice: "Él permanece junto a ustedes", lo cual sugiere la idea de una presencia que es solamente cercana, sino que añade que se trata de una presencia dentro de nosotros: mora con ustedes y estará en ustedes. Juan 14:17. Pablo, a su vez, desea a los efesios que el Padre les conceda "ser fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior", Ef 3:16. Es decir, en el hombre que no se contenta con una vida externa, a menudo superficial, sino que trata de vivir en las "profundidades de Dios", escudriñadas por el Espíritu Santo. 1 Cor 2: 10. Ningún logro, poder, riqueza y fama del mundo pueden compararse con el privilegio de ser la morada de Dios en tu cuerpo y tu alma con profunda limpieza de corazón por la gracia de Dios y por revelación del Espíritu.

"Ustedes no son dueños de sí mismos". El SEÑOR nos ha comprado para sí mismo como su propiedad. "Y ustedes de Cristo, y Cristo de Dios". 1 Cor.6:23 No estamos a nuestra disposición. No debemos vivir según nuestro propio placer. Lo prueba el hecho de que el SEÑOR nos ha comprado para sí mismo, pagando el precio de nuestra redención. Ese precio No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor, sino que fue con la Preciosa Sangre de Cristo, 1 Pedro 1:18-19.

Considera, pues, que cuando recibiste al SEÑOR fuiste hecho templo de Dios, y fue consagrada tu alma y tu cuerpo por Su gracia, y Él como un dueño de toda su casa, moviéndote a buenas acciones. Grande honra nos da Dios en querer morar en nosotros, pero el Espíritu de Dios no puede ocupar su morada en un lugar que es profano, pues no le damos una habitación sin consagrarnos a Él como templos."Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios". 1 Cor.6:20. Por tanto, Él nos compromete para que cuidemos de esta morada y la mantengamos limpia, con la ayuda de Su Santo Espíritu, pues "La santidad conviene a Tu casa, oh SEÑOR". Salmo 93:5

Alma mía, si miras que fuiste comprada, con precio grande, que es con la vida de Jesús que se dio por ti, verás cuánta razón es honrar a Dios y traerlo en tu cuerpo, sirviendo con él, y no haciendo cosa en él que sea para deshonra de Dios y daño tuyo. Porque verdadera y justa sentencia es que "si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes mismos" 1Cor.3:17, y no ha de haber en Su templo sino cosas para su honra y alabanza. Y ten presente lo que dice este siervo: "Después que entendí que me había Dios redimido y comprado con su sangre preciosa, nunca más me quise vender". Agustin

Debemos estar tan llenos del Espíritu del Salvador resucitado que los deseos desordenados de la carne no sean fascinantes. El poder que levantó el cuerpo de Jesús de la tumba seguramente es lo suficientemente fuerte como para levantar nuestros cuerpos de la esclavitud de la corrupción y trasladarlos al plano de la resurrección. Sigamos unidos al SEÑOR por el Espíritu, para que Él pueda derramar Su propia energía viviente en nuestra naturaleza. Cuando el SEÑOR nos redimió, se comprometió a salvarnos total y completamente: espíritu, alma y cuerpo, 1 Tesal. 5:23. Su redención debe mantenernos atados con cuerdas de obediencia que refrenan toda tentación. Entrégale el cuidado de tu cuerpo. Considera que es la pradera de un templo, en cuyo santuario interior vive el Espíritu Santo; y como en la antigüedad, la gloria del SEÑOR llenó toda la estructura, Éxodo 40:34, así, confía en el Espíritu de Santidad que la gloria del SEÑOR lo llene de Su presencia, lo haga y mantenga libre, agradable y limpio.- FB Meyer