MARZO 9

"En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad, considera...." Eclesiastés 7:14
"Los buenos tiempos están en el diseño de Dios, momentos especiales de alegría y prosperidad. En estas circunstancias florecientes y favorables, el creyente está agradecido con Dios. "En el día del bien goza del bien", en esos tiempos de prosperidad disfruta de todo lo que el SEÑOR te da para tu comodidad y beneficio, pero ten cuidado de no depender, amar y apegarte desmesuradamente a las riquezas que de repente se pueden perder y volar, Prov.23:5. Por lo cual advierte el SEÑOR : "No pongas tu confianza en las riquezas que son inciertas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente Todas las cosas para que las disfrutemos." 1 Timoteo 6:17 Todos los regalos de la naturaleza, y las recompensas de la providencia, como Dios las da, puede quitarlas, por lo tanto, no abuses de ellas, no las idolatres, confía en el SEÑOR Benefactor y Dador de los regalos y no en los regalos.
Pero también están en el diseño de Dios los tiempos de aflicciones y problemas, en los que el creyente murmura, se entristece y hasta se debilita en la fe, son las temporadas apropiadas de consideración seria. "....En el día de la adversidad, considera...." La Providencia de Dios los ha creado, tanto nuestros días buenos y los malos deben estar entremezclados entre sí. Esta mezcla de tiempos buenos y malos es tan proporcionada por la Divina Providencia, que justifica suficientemente los tratos de Dios hacia los hijos de los hombres, y obvia todo su descontento y quejas contra Él." -Albert Barnes
"Si quieren estar quietos y en silencio en medio de todos sus problemas y pruebas presentes, entonces considera, medita mucho en el beneficio, el provecho, la ventaja que ha redundado en sus almas todos sus problemas y aflicciones anteriores. En el día de la adversidad, considera:
¡Considera cómo por las adversidades pasadas el SEÑOR ha revelado, prevenido y mortificado el pecado! ¡Considera cómo el SEÑOR por las adversidades anteriores te ha revelado la impotencia, la mutabilidad, la insuficiencia, la vanidad del mundo, y todas las preocupaciones mundanas! ¡Considera cómo el SEÑOR con las adversidades pasadas ha derretido, quebrantado y humillado tu corazón, y lo preparó para que disfrutes más clara, más plena y más dulcemente de Él mismo!
¡Considera que por medio de tus adversidades, obtuviste más experiencia del poder de Dios que te sostiene y fortalece, más de la sabiduría de Dios que te dirige, más de la gracia de Dios que te refresca y anima, más de la bondad de Dios que te tranquiliza y te anima a un mayor amor y a una búsqueda más vehemente de la santidad! ¡Considera cómo las adversidades te han acercado a Dios y te hicieron más insistente y ferviente en la oración con Dios!
¡Considera qué compasión, qué afectos, qué ternura y qué dulzura han obrado en ti las adversidades pasadas, hacia otros en la aflicción! ¡Considera qué lugar para Dios, para su Palabra, para el buen consejo y el consuelo divino, han dejado en tu alma las adversidades anteriores! ¡Considera cómo por las adversidades pasadas el SEÑOR te ha hecho más partícipe de Cristo, de su Espíritu, de su santidad, de su bondad, de su gracia, de su salvación, deseando más el cielo!
Ahora bien, ¿Quién puede considerar seriamente todo el bien que ha obtenido de las adversidades pasadas y no estar callado ante las adversidades presentes? ¿Quién puede recordar esas elecciones, esos grandes y preciosos beneficios que su alma ha hecho de las aflicciones pasadas, y no razonar a sí mismo en un santo silencio bajo las aflicciones presentes de esta manera: "¡Oh alma mía! ¿No te ha hecho mucho bien Dios? Bien especial por las adversidades anteriores. ¡Sí! ¡Oh, alma mía! ¿No ha hecho Dios eso por ti mediante las adversidades anteriores? ¡Sí! ¡Y Dios, oh alma mía, es tan poderoso como siempre! ¡tan fiel como siempre, tan lleno de gracia como siempre, y tan listo y dispuesto como siempre para hacerte bien como lo ha hecho antes, para hacerte bien con las adversidades presentes! ¡¡Sí!! ¡Oh alma mía, entonces, porque no te sientas en silencio y esperas solamente en Dios, en medio de tus problemas presentes! -Thomas Brooks