ENERO 3

"Alimentame con manzanas porque estoy enferma de amor ". Cantares 2:5"
Alimentame con manzanas". Como son dulces y saludables las manzanas para el cuerpo, así son para el alma del creyente, las promesas de la Palabra de Dios, "las preciosas y maravillosas promesas que Él nos concedido". 2 Ped.1:4. Son preciosas y maravillosas porque tienen que ver con el perdón de los pecados y la Salvación eterna, porque siendo promesas de Dios, ¡se cumplirán! pues, Él no miente. Tito 1:2, porque reconfortan en la debilidad, sustentan en la tribulación y la tentación. "Susténtame conforme a tu palabra, y viviré"; Salmo 119:16. "No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios;" Mat.4:4 "El vigor de nuestra vida espiritual será en exacta proporción al lugar que la Biblia ocupa en nuestras vidas y pensamientos".- George Muller"Porque estoy enferma de amor". Una persona enferma de amor no quiere ningún entretenimiento. Ha perdido interés en todo lo de este mundo, excepto por su amado. Encuentra alegría sólo en él. Ella vive por él y para él. Así es con el creyente. Nuestro amor por Dios es como una enfermedad que destruye nuestro interés y nuestro gozo en todo lo demás. El amor por el SEÑOR requiere obediencia si queremos experimentarlo en toda su riqueza y belleza. La esposa, quiere agradar a su amado, porque teme perderlo o que se ausente por largo tiempo. Jesús enseñó claramente: "El que tiene mis mandamientos, y los Guarda, ése es el que me ama...y me manifestaré a Él" Juan 14:21-23. "El que guarda Su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado". 1 Juan 2:5. Es el Espíritu Santo quien
nos dirige a dejar todo, y a servir sólo al SEÑOR, como a nuestro único dueño, como nuestro único tesoro, como nuestro único interés y gozo en esta vida. Él es el tesoro escondido y la perla preciosa que se obtiene sólo al precio de Todo lo demás. Por eso Jesús nos enseña: "Así, pues, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" Luc. 14: 33. Esta "es la puerta angosta y el camino estrecho y difícil de la vida que pocos hallan"; pero es la única puerta de entrada en toda esta belleza.
El Espíritu nos dirigirá a despojarnos de todo lo innecesario de esta vida, para que vivamos sólo para el SEÑOR en amor y unión con Él. Esta es una vida llena de esplendor, de paz indescriptible, de gozo que es como un buen vino que nos embriaga espiritualmente, por eso la esposa exclama: "Mejor que el vino es tu amor". Cant. 1:2 ¡Que vida tan hermosa! Así es la vida lejos del mundo en búsqueda del SEÑOR. Pero, si no somos purificados de nuestras pasiones y librados de ellas y de todo deseo por los deleites creados, no experimentamos esta riqueza, porque estamos llenos de otras cosas, y no hay lugar para Dios en nosotros. En la medida que tenemos comunión diaria con el SEÑOR, llegamos a un estado diferente y estable en que sabemos con seguridad que Él está siempre con nosotros (si no contristamos Su Santo Espíritu); vivimos diariamente en su espléndida luz que resplandece en nuestro corazón. Entonces no estamos más enfermos de amor, sino vivificados por el amor, fortalecidos, enriquecidos por el amor, iluminados y esclarecidos por el amor divino e infinito, que nos embriaga inefablemente.
El alma que ama a Cristo va madurando hasta llegar a un estado estable de unión con Él. Y cuanto más volvemos hacia el interior, y dejamos lejos lo exterior, tanto más abundantemente nos encontramos con el SEÑOR, y podremos experimentar el cielo en la tierra como lo expresó Agustin, siervo de Dios: "¡Qué éxtasis de gozo inconcebible e inefable, entonces, podemos bien pensar que hay en el cielo, donde el SEÑOR, Cristo, perpetuamente y sin interrupción, manifiesta los signos más gloriosos y visibles de Su presencia y los sellos de su amor! Derrama todas las abundantes demostraciones de su bondad a sus santos, y les da ojos para verlo, mentes para concebirlo; y luego los llena de una plenitud de amor por Él de nuevo, de modo que nadan en el placer, e incluso se sienten abrumados por el gozo; un gozo demasiado grande y eterno". -Steven Scherrer