SEPTIEMBRE 8

17.12.2022

" Regocíjense en el SEÑOR siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense! La bondad de ustedes sea conocida de todos los hombres. El SEÑOR está cerca. ". Filipenses 4:4-5.

Pero ¿por qué muchos creyentes no se regocijan en el SEÑOR? Porque no están haciendo la perfecta voluntad de Dios, o porque Dios está purificándolos por su imperfección y mundanalidad. ¡Qué importante es -si queremos regocijarnos- hacer perfectamente la voluntad de Dios en todo, todo el tiempo, sin excepción! Si caemos en una imperfección, nos sentiremos tristes. Entonces lo que tenemos que hacer es confesar nuestra imperfección, y en poco tiempo, o inmediatamente, Dios nos restaura en Su presencia y felicidad. Dios castiga a los infieles, pero recompensa a los justos. Si todavía estamos viviendo una vida mundana, no recibiremos este gozo que Pablo dice que siempre debemos tener en el SEÑOR. Si estamos viviendo para los placeres de esta vida, este gozo y júbilo de espíritu estará lejos de nosotros. Por eso buscamos al SEÑOR para estar a solas con Él y ser purificados de todo esto, para poder regocijarnos siempre en el Señor y vivir una vida de gentileza, modestia, y moderación en la gloriosa cercanía del SEÑOR.

Tan cerca está el Señor que Sofonías profetizó que Él está dentro de nosotros. Dice: "Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. El SEÑOR ha anulado tu sentencia, ha alejado a tu enemigo. ¡ El SEÑOR, el Rey de Israel, está en medio de ti, ya no temerás mal alguno!" (Sof.3:14-15). Esta profecía fue realizada en la encarnación de Dios en Jesucristo. Él entró, por su encarnación, en nuestra carne, divinizándola, llenándola de su esplendor, e iluminándola desde dentro. "¡El SEÑOR, el Rey de Israel, está ahora en medio de ti!" (Sof. 3: 15), morando y resplandeciendo en tu corazón, transformando tu vida en su propia imagen por obra del Espíritu Santo.

Si estamos haciendo su voluntad perfectamente, y si hemos confesado nuestras imperfecciones, ¿cómo es posible que no nos regocijamos siempre en el SEÑOR? "Esten siempre alegres", dice Pablo a los Tesalonicenses (1 Ts 5: 16). Esta es la base de la alegría cristiana. Los que buscan al SEÑOR de corazón conocen esta alegría y júbilo de espíritu. Se regocijan siempre en el SEÑOR. Han dejado sus pecados y sus modos mundanos, y viven ahora sólo para el SEÑOR, buscando el gozo sólo en Él, dejando todo lo que nos estorba: Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, Hebreos 12:1-2
"La bondad de ustedes sea conocida de todos los hombres. El SEÑOR está cerca. " La palabra "bondad" puede ser traducida también por ''gentileza",''modestia", o "moderación". Un cristiano debe ser alguien que vive en moderación, porque vive en la cercanía del SEÑOR. El SEÑOR está en él, transformándolo, llenándolo de sí mismo, de su divinidad, de su esplendor. Para no perder o disipar estos grandes dones, él debe vivir guardando sus pensamientos, su corazón y sus palabras en Cristo, para permanecer en este encanto de la presencia de Cristo resplandeciendo en su corazón, regocijándose siempre en el SEÑOR.

"Mi corazón te necesita, oh SEÑOR, mi corazón te necesita! Ninguna parte de mi ser te necesita como mi corazón. Todo lo demás dentro de mí puede ser llenado por Tus dones. Mi hambre puede ser satisfecha con el pan de cada día. Mi sed puede ser aliviada por las aguas terrenales. Mi cansancio puede aliviarse con un descanso exterior. Pero ninguna cosa externa puede hacer que mi corazón sea puro. El día más tranquilo no calmará mis pasiones. La escena más bella no hermoseará mi alma. La música más rica no hará armonía interior. La brisa puede limpiar el aire; pero ninguna brisa jamás limpió un corazón.

El mundo no provee para mi corazón. Ha provisto para mis ojos; ha provisto para mi oído; ha provisto para mi tacto; ha provisto para mi gusto; ha provisto para mi sentido de la belleza, pero no ha provisto para mi corazón. ¡Provee a mi corazón, oh SEÑOR! Es el único pájaro sin alas en toda la creación; ¡Dale alas, oh SEÑOR! La tierra no ha sabido darle alas; su mismo poder de amar a menudo lo ha arrastrado al fango. Sé tú la fuerza de mi corazón. ¡Sé tú su fortaleza en la tentación, su escudo en el remordimiento, su abrigo en la tormenta, su estrella en la noche, su voz en la soledad! Guíalo en su oscuridad; ayúdalo en su calor; dirígeme en su duda; calmalo en su conflicto; levántalo en su desfallecimiento; incítalo en su perplejidad; condúcelo por sus laberintos; ¡Levántalo de sus ruinas! No puedo gobernar este corazón mío; ¡Guárdalo bajo la sombra de