SEPTIEMBRE 7

MÁS BIEN, ACUMULEN PARA USTEDES TESOROS EN EL CIELO. Mateo 6:20
Nos enseña con sencillez el SEÑOR, Maestro de maestros, el desapego que debemos tener por las cosas materiales y manifiesta el daño de tener nuestro corazón en las riquezas y la bendición de tenerlo en el tesoro celestial. Dijo Jesús: «Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón» Mt 6:21. Que nuestros corazones le sigan, ¡que Él sea nuestro tesoro! Que nuestro pensamiento esté con Él, que nuestra atención se fije en Él, para poder decir con el apóstol Pablo: «Nuestra vida está en el cielo; de donde esperamos al Salvador».
En el mundo hay gente que piensa y parece no tener otra cosa para hacer, que acumular riquezas, adquirir bienes materiales: Una casa más grande, coleccionar autos, acumular vestidos, zapatos, que solo usan una vez o nunca, acumular comida y bebidas que se desperdician, porque las cosas encerradas se estropean, se descomponen, se arruinan, se corrompen. Así el apego al poder y a las riquezas es el inicio de todo tipo de corrupción. " La Avaricia es la madre de la hipocresía, el principio de las llagas profundas, origen de los vicios, alimenta los crímenes, la polilla de la santidad, ciega al hombre, y le roba la razón. Es el manantial de las disputas, de los odios, de las guerras y de las injusticias. Es la montaña sobre la que se ha afianzado el diablo." Bernardo de Claraval La condición para ser verdaderamente libres para Dios es la de seguir a Jesús colocando sólo en ÉL nuestra confianza y no en las riquezas.
A los que piensan y actúan así, el SEÑOR advierte: "Cuídense de toda Avaricia, porque la vida del hombre NO consiste en la abundancia de los bienes que posee.» Lucas 12:15 Porque el engaño de las riquezas, deslumbra, hace creer falsamente que se vive en el paraíso, cuando en realidad se vive en constante temor, preocupación y ansiedad de perder, y lo más triste, desvía del Camino, Cristo, verdadero tesoro que conduce a la vida eterna. Con razón el SEÑOR habla de los que fueron "sembrados entre espinos." Porque los espinos, son el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas". Hieren el corazón, pues quien ha sido deslumbrado por el vano deseo de las riquezas, debe estar sometido y esclavizado, bajo la angustia y estrés de continuos cuidados de estas.
"Hay una especie de extraño masoquismo en la Avaricia, en cuanto lo que se considera la única fuente de felicidad en realidad hace angustiarse hasta arruinar la propia vida: No sólo se privan los avaros de la alegría de lo que tienen y de lo que no se atreven a usar para su deleite, sino también de aquello con lo cual nunca se sacian y siempre tienen sed: ¿puede haber algo más penoso?" - Crisóstomo. Por lo tanto, debemos pedir a Jesús la gracia para que arranque las espinas de nuestro corazón, es decir, toda avaricia y apego a las riquezas, y así darle lugar a Él, para que puedan fructificar libremente y sin estorbos en nuestra alma y todo nuestro ser, Su Evangelio, Su obra en la cruz y la vida eterna.
Las riquezas son como la serpiente en el paraíso terrestre, encantan, engañan, nos hacen creer que somos poderosos, como Dios. Y al final nos quitan lo mejor, nos impiden disfrutar lo que en verdad importa en esta vida, nos quitan la esperanza, y nos lanzan en lo peor, en el camino de la perdición. Por eso dijo el SEÑOR: "Cuídate de la Avaricia." Porque no has sido creado solo para acumular bienes terrenales, como si pensaras que vas a quedarte para siempre en este mundo, al final tendrás que dejarlo todo. El rico insensato hizo planes para construir un granero más grande con el fin de almacenar más riquezas. Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche vienen a quitarte la vida; ¿y para quién será lo que has guardado?" Eso le sucede a quien acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico para con Dios.» Lucas 12:16-21 Rico para con Dios es aquel que aunque posee riquezas, no pone en ellas su esperanza (como este rico), sino sólo en Dios,
"Acumulen tesoros en el cielo". La invitación es a rendirnos confiados al Dios de lo imposible, capaz de encender en nuestro corazón la llama ardiente de su amor, y ayudarnos a vencer toda oposición. Y si piensas que no eres digno de ser llamado a entrar en el Reino, estás cerca de descubrir la misericordia y el amor de Dios. Cuanto más amamos a Cristo y le buscamos de todo corazón más nos alejamos de las cosas terrenales. Y esta es obra sobrenatural del SEÑOR en nuestro interior. El que muere a lo terrenal, encuentra vida eterna en Cristo: "El que pierde su vida por causa de mí, la hallará." Mateo 10:39 Las riquezas que debemos acumular son las del Reino de Dios que consiste en Justicia, gozo y paz en el Espíritu. Rom.14:17 Que mayor riqueza puede haber para un alma que disfrutar de la paz permanente, que proporciona CRISTO, Él es nuestra paz. Efe.2:14 La paz que sobrepasa todo conocimiento. Filip.4:7 Con razón dijo David: "Busca la Paz y siguela." Salmo 34:14 Busca a Cristo y síguelo hasta el final.
Si quieres acumular tesoros en el cielo, muere a ti mismo, crucificado con Cristo a tu propia voluntad y tus propios deseos. Gal. 2:20 Busca primero Su Reino y Su Justicia, búscalo en oración. Ríndete ante Él reconociendo que no eres nada, que eres solo polvo. Gén.3:19 Y obtendrás de Él Su mansedumbre y humildad de corazón, y hallarás descanso para tu alma. Mateo 11:29 Recuerda y ten presente siempre que "El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre." 1 Juan 2:17
ORACIÓN: SEÑOR mío Jesucristo, hijo del Dios vivo, concédeme que aprenda a honrarte y a emplear los bienes que recibo de ti como dones de Tu gracia y generosidad, y los administre bien para cubrir mis necesidades esenciales y las de mi familia, y en ayuda y alivio de tus hijos necesitados; que de ahora en adelante no los derroche ni malgaste en servicio de mis pasiones y deseos, sino en el amor que debo a ti y a mi prójimo.
Así, libre de toda avaricia, acumule bienes eternos en mi corazón y no permitas que haga caso del criterio del mundo cuando se trata de amarte y dedicar mi vida a Tí, sino que enteramente me dedique al cumplimiento de tu Palabra, sin apartarme de ella; para que obedeciéndola en todo, y siguiendo en todo tus máximas y preceptos, llegue por su cumplimiento a poseerte a ti que eres mi verdadero tesoro, y obtenga la corona de justicia que Tú tienes reservada a quienes te aman y anhelan tu venida. Amen.