DICIEMBRE 7

26.12.2022

"Por ahí andan MUCHOS, de los cuales les dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la Cruz de Cristo." Fil. 3:18

Podemos tomar el lado equivocado de la cruz de Cristo al ignorar o despreciar la doctrina de la cruz. El fundamento mismo del cristianismo es el Evangelio de la cruz. Quita eso y no nos queda nada más que un esquema de filosofía y moral. En esencia la cruz significa que Jesucristo murió para expiar los pecados de los hombres, para llevar nuestra culpa y permanecer bajo el juicio de Dios como nuestro Sustituto y Sacrificio por el pecado. Son enemigos de la Cruz los líderes espirituales autodenominados apóstoles y profetas que en sus sermones no dan la debida importancia ni enfatizan en la doctrina de la Cruz y la sangre expiatoria de Cristo, y si lo hacen tergiversan la obra de Cristo en ella.Los enemigos de la Cruz enseñan la doctrina de los logros por esfuerzo personal, dijo Jesús: " Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame."Mat.16:24 Quiso decir: "No sigas por tu propio camino, sigue mis pisadas, despójate de tu justicia personal, tu soberbia, tu suficiencia, tu pecado, tu ego, tu voluntad personal, de tus propios deseos, tus propias metas, y ven por el camino que lleva al cielo." En otras palabras, es la fe del mérito divino, llevado a cabo por Dios, únicamente en base a los méritos de Su don, de Su regalo, Jesucristo, de su obra de gracia en la Cruz, "Por gracia son salvos por medio de la Fe" Efe.2:8, y no por el mérito del hombre. La puerta es estrecha, porque no puedes llevar nada contigo, el camino es estrecho porque es un camino difícil. Estrecho porque hay que calcular el costo de lo que va a significar colocarse bajo el control de Jesucristo.

Podemos ser enemigos de la cruz al aceptar el Evangelio y, sin embargo, dudar de la eficacia de la sangre de Cristo. Después de haber puesto tus pecados sobre la Cruz con tu Salvador crucificado, no tienes derecho a tocarlos nunca más. Honras la Cruz cuando crees que Jesús no sólo murió para que nuestros pecados sean perdonados, sino también para que nuestras almas sean limpiadas y santificadas. "Con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados." Heb. 10:14. "La Sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" 1 Juan 1:7. Por esa Sangre Preciosa y esa poderosa Cruz, Él ha comprado para nosotros todos nuestros derechos de redención y toda nuestra herencia de bendición espiritual. En virtud de ella tenemos acceso a Dios en oración y podemos pedir conforme a la medida plena del valor de la Sangre Preciosa.

También podemos ser enemigos de la Cruz si albergamos odio hacia aquellos a quienes Dios ha perdonado y por quienes Cristo murió. Piensa, si tienes un espíritu de rencor contra tu hermano los pecados de él y los tuyos ya han sido llevados por tu Redentor en la cruz, y Dios te está diciendo: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo es el que murió" Rom. 8:33-34. Si Él no lo hace tú tampoco debes hacerlo, de lo contrario estás crucificando a Cristo de nuevo al poner las ofensas de tu hermano en la cruz.
Somos enemigos de la Cruz al dar lugar al diablo y no tratarlo como un enemigo vencido. El testimonio del Espíritu Santo sobre la cruz de Jesús es que por medio de la Cruz, Satanás ha sido desarmado y ahora podemos enfrentarlo como un enemigo vencido. "Habiendo despojado a los principados y potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz." Col. 2:15.Las armas de Satanás han sido colgadas en escarnio en la cruz del Calvario y ha sido exhibido allí, como la serpiente de bronce de antaño, como una mera cosa vacía y sin colmillos. Estás tratando así a tu enemigo espiritual a la luz de la Cruz del Calvario.

Somos enemigos de la cruz al evitar las cruces que Dios nos permite compartir con Jesús. "El que no carga su cruz y Me sigue, no puede ser Mi discípulo" Luc.14:27 Su cruz significa también nuestra cruz, la comunión de Sus sufrimientos y la participación de Sus cargas. Si creemos que Él cargó con nuestra cruz, somos aptos para compartir la Suya y "gozarnos, por cuanto somos participantes de los padecimientos de Cristo, para que en la revelación de su gloria, también nos gocemos con gran alegría". 1 Ped. 4:13. Hará una gran diferencia en las pruebas de la vida, si aprendemos a aceptarlas de las manos de Jesús como muestras de Su confianza, amor y de nuestra comunión con Él en Sus cargas. Y cuando nos rebelamos, evitamos nuestra Cruz y buscamos una vida de autocomplacencia, entonces, estamos crucificando de nuevo al Hijo de Dios. Mientras que Él ha llevado todo lo que es necesario para nuestra salvación. -AB Simpson