DICIEMBRE 7

"Mi amado". Cantares 2:8.
Este es un nombre precioso que la Iglesia antigua solía dar, en sus momentos más gozosos, al Ungido del SEÑOR. Cuando el tiempo de la canción de los pájaros había llegado y en el país de la amada se oyó la voz de la tórtola, su nota amorosa fue más dulce que la de ambas aves, mientras cantaba: "Mi amado es mío y yo soy suya; él apacienta entre lirios". En su cantar de cantares siempre lo llama por este delicioso nombre "Mi amado". Aun en el largo invierno, cuando la idolatría había marchitado el jardín del SEÑOR, sus profetas hallaron oportunidad para poner a un lado la carga de Dios, por un poco de tiempo, y decir como Isaías: "Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su Viña". Isaías 5:1
Aunque los creyentes nunca habían visto la faz de Cristo, aunque todavía no había sido hecho carne, ni había habitado entre nosotros, ni el hombre había contemplado su gloria, sin embargo era Él la consolación de Israel, la esperanza y el gozo de todos los escogidos, el "Amado" de todos los que son justos delante del Altísimo. Nosotros, solemos también hablar de Cristo, como el muy amado de nuestra alma, y sentir que Él es muy precioso, "señalado entre diez mil...Y todo él codiciable". Cant.5:10-16
Tan cierto es que el creyente ama a Jesús y lo reclama como su Amado, que el apóstol Pablo dice que no hay nada que pueda separarle del amor de Cristo y declara que ni las persecuciones, ni la angustia, ni la tribulación, ni los peligros, ni la espada han podido hacerlo. Más aún: Pablo dice con gran gozo: "En todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó". Rom.8:35-37
Y el mismo Apóstol también declara que : " Nos hizo Aceptos en el Amado" Efesios 1:6 ¡Qué estado de privilegio! Incluye nuestra justificación ante Dios, pero el término "aceptación" en el griego significa más que eso. Significa que somos los objetos de la complacencia divina, y aun del placer divino. ¡Qué maravilloso es que nosotros, simples mortales, pecadores, seamos objetos del amor divino! Pero es sólo "en el Amado".
Algunos cristianos parecen ser aceptos en su propia experiencia. Cuando su espíritu está vivo, y brillan sus esperanzas, creen que Dios los acepta, porque ellos se sienten tan alto, ¡tan celestiales en su mente, que se elevan sobre la tierra! Pero cuando el alma se une al polvo, entonces son víctimas del miedo de que ya no son aceptos. Si pudieran ver que todas sus elevadas alegrías no los exaltan, y todos sus bajos desalientos realmente no los presionan a la vista de su Padre, sino que son aceptos en virtud de Uno que nunca cambia, en Aquel que es siempre el amado de Dios, Jesucristo, siempre perfecto, siempre sin mancha ni arruga, ni cosa semejante, ¡cuánto más felices serían y darían gloria al Salvador!
Regocijemos, en esto, creyentes: Somos aceptos "en el Amado". Tú miras al interior, y dices: "¡No hay nada aceptable en mi!" Pero miras a Cristo, y ves que todo es aceptable en Él. Tus pecados te acusan; pero Dios ha puesto tus pecados a Su espalda, y eres Acepto en Cristo, el Justo. Has de luchar con la corrupción y con la tentación, pero ya tú eres Acepto en Aquel que ha vencido los poderes del mal. El diablo te tienta; ten ánimo, Él no te puede destruir, porque eres Acepto en Aquel que ha aplastado la cabeza de Satanás. Conoce por completo la garantía de tu gloriosa permanencia. Incluso las almas glorificadas no son más aceptadas de lo que tú eres. Sólo son aceptadas en el cielo "en el Amado", y tú eres incluso ahora Acepto en Cristo de la misma manera.
¡Oh, si conociéramos más de ti, precioso SEÑOR! Precioso es Jesús mi Jesús, Precioso es Jesús mi Jesús; Mi gloria será, su rostro mirar, Él es mi precioso Jesús. "Mi amado". -C.Spurgeon