DICIEMBRE 6

26.12.2022

"Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo vencí, y me siento con mi Padre en su trono". Apocalipsis 3:21.

Este verso nos habla de tres figuras: La batalla; La victoria; La recompensa.
1. LA BATALLA: "Al que venciere". La vida común en este mundo es una guerra. La Biblia la llama "Pelear la buena batalla de la fe" 1 Tim.6:12. Es una guerra cuyos enemigos son el mundo con sus asechanzas, pompas, la carne con sus deseos, vanidades y placeres; Satanás, con sus principados y potestades, los tres en combinación odiando, persiguiendo, atacando. Esta es una guerra diaria, es una guerra constante, sin interrupción. El enemigo no se cansa, no cesa, ni nosotros debemos hacerlo. Nos despertamos a la guerra cada mañana y salimos a la guerra todos los días. En todas partes encontramos al enemigo apostado, a veces abiertamente, otras en emboscada. El conflicto dura toda la vida y es diario.

2. LA VICTORIA. Esta es una guerra que no se libra con armas humanas. No peleamos según la carne. "Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas." 2Cor.10:4. Nuestra capacidad está en la fuerza divina; "con la Espada del Espíritu, La Palabra de Dios," Ef.6:17; "vestidos de toda la armadura de Dios" Efe.6:11. Comienza cuando creemos. La fe, en lugar de ser el fin, es el comienzo del conflicto; la nuestra es la buena o "gloriosa" batalla de la fe.

No es nuestra la guerra sino de Dios, sin Él sería imposible salir vencedores."No tengan miedo ni se asusten ante ese gran ejército, porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios." 2 Cron.20:15 Jesús primero peleó la buena batalla, como el Capitán de nuestra salvación, el Señor fuerte y poderoso, el Señor poderoso en batalla. Peleó, cuando estuvo aquí, las mismas batallas que nosotros; y es en Su guerra que estamos llamados a entrar. Su batalla en la tierra fue la nuestra; y nuestra batalla ahora en la tierra es suya. Luchemos con este recuerdo y aliento: "Con Cristo somos más que vencedores" Rom.8:37

3.- LA RECOMPENSA. En este verso se promete un asiento en el trono de Cristo a la iglesia de Laodicea, cada uno según su batalla y victoria peculiares. En Laodicea hay guerreros y conquistadores, pocos, tal vez, pero algunos cuya fe se mantuvo firme, se arrepintieron de la tibieza y la mundanalidad. A éstos se les presenta una brillante esperanza: un asiento en el trono de Cristo. De ser los más bajos aquí, se vuelven los más altos allá. Incluso de Laodicea vienen los reyes y sacerdotes de Dios, ¡herederos del trono! Cristo está en el trono del Padre como recompensa de Su victoria. Él comparte con nosotros Su corona y Su trono. Somos hechos "coherederos" con Él. Él está en el trono del Padre ahora mismo. En Él esperamos; y, animados por esta esperanza, "peleamos la buena batalla de la fe". Somos partícipes con Cristo en todas las cosas. Compartimos Sus batallas, Sus victorias, Sus recompensas: Su cruz y Su corona. "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo vencí, y me siento con mi Padre en su trono".

Esta promesa nos invita a mirar hacia adelante. En medio del trabajo, el conflicto, el cansancio, la tristeza y la reincidencia, ¡tenemos una esperanza! aferrémonos a ella fuertemente; usémosla constantemente. ¡En medio de la tibieza de Laodicea, aquí hay algo para estimular y despertar! Cuando nuestras manos se debiliten, pensemos en Aquel que está sentado en el trono, quien lo da y lo comparte con nosotros. ¡Será lo suficientemente glorioso como para compensar las dificultades y los conflictos ahora! Puede que pronto esté aquí, no sabemos qué tan pronto. Los acontecimientos se precipitan: el anticristo se fortalece; las guerras, terremotos, epidemias y hambres en el mundo están aumentando; se multiplica la maldad; el Evangelio está saliendo como un testimonio. El Rey está en camino. ¡He aquí que viene el Esposo! Vigilemos y estemos preparados. -Horatius Bonar