FEBRERO 6

03.04.2022

!LA VOZ DE MI AMADO! Cantares 2:8

La esposa de Cristo, o el creyente, es capaz de escuchar la voz de su Amado, cuando es suya por medio de la salvación en Jesucristo. Juan 1:12. Él dijo: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco" Juan 10:27 "Mis ovejas", esto es, mi iglesia, mi esposa, aquellos que me siguen y creen en mí, se entregan de corazón, "oyen mi voz" para ser gobernados por la mano del Buen Pastor, Cristo, dejan de lado la ferocidad de su naturaleza pecaminosa, y se vuelven discípulos dóciles para ser enseñados y escuchar la voz del Amado.

Su oído está tan familiarizado que tan pronto como ella lo escucha, se llena de regocijo y con gran gozo exclama: ¡La voz de mi Amado! Los que pertenecen a Jesucristo tienen el Espíritu Santo que mora en ellos, y Él los ayuda a reconocer la verdad de Dios y su voz que dirige sus vidas en Su Palabra. Escuchar con precisión la voz de Dios es algo en lo que crecemos a medida que maduramos en la fe y siempre con la ayuda y guía del Espíritu Santo. Es necesario aclarar, que algunas veces hay quienes afirman haber escuchado la voz de Dios diciéndoles que hagan algo, cuando fue la voz de su propia mente, su propia voluntad y sus propios deseos hablando.

Cristo, el Verbo hecho carne, es la Palabra viva y de gracia revelada exteriormente en el Evangelio, e interiormente por el Espíritu de Dios. El SEÑOR tiene muchas maneras de hablarnos, pero el medio principal por el que escuchamos claramente su voz, es a través de la Palabra escrita, la Biblia, que contiene las palabras de Jesús y los profetas y a través de ella es que somos capaces de aprender sobre el carácter de Dios y cómo se comunica. La Biblia es viva, eficaz y útil para nosotros (Hebreos 4:12; 2 Timoteo 3: 16-17). Si leemos la Palabra con un corazón dispuesto hallamos entendimiento y estamos escuchando activamente Su voz. ¡La voz de mi Amado!

La mayoría de la voluntad de Dios para nuestras vidas ya está revelada en la Biblia; nuestra parte es obedecer lo que Dios nos ha dicho. Todo lo que creemos y escuchamos de Dios debe ser compatible con lo que ya nos ha revelado en Su Palabra, pero si la contradice, podemos estar seguros que ese mensaje no es de Dios. Tengamos certeza que en la medida que practicamos escuchar y pasar tiempo en oración y meditación de Su Palabra, reconoceremos la voz del Amado: "Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: "Este es el camino; síguelo " (Isaías 30:21).

Cuando la Palabra penetra nuestros corazones, la palabra cobra vida y significado. Experimentamos cómo vivió Jesús, cómo murió, por qué murió, cómo resucitó y ascendió al cielo. Cristo mismo es la esencia de las Escrituras. Entonces el libro abierto de la Biblia se convierte de repente en un libro ardiente. Cada letra es como fuego. Cristo entra al corazón como fuego y brasas ardientes: "Ardía mi corazón dentro de mí; Mientras meditaba(en tu Palabra), se encendió el fuego;" Salmo 39:3.

El amor da oídos para oír lo que los demás ni oyen ni entienden. El que tenga oídos para oír oiga. Marcos 4:9. Una vez la esposa de Cristo descubre la presencia del Amado, ella vuelve sin dudar los ojos para ver a Aquel a quien ha escuchado. La fe ilumina los ojos del corazón, con los que se ve al amado. Job dijo: "De oídas había oído de ti pero ahora mis ojos te ven." Job 42:5 Porque Cristo se escucha antes de verle por el ojo de la fe. El oído es el sentido de la fe que no falla: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." Rom.10:17 Por tanto, escuchemos primero su voz y, cuando ya la hayamos oído en todo, entonces podremos verle, esto es conocerle, también en Su Palabra. - Orígenes

"¡Si escuchan hoy su voz!" Salmo 95:7 Presten atención que es Cristo quien les habla. Pero sus adversarios no le siguen ni le escuchan porque no obedecen el Evangelio. ¿Por qué no entienden lo que digo? Porque no pueden oír Mi Palabra. Ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida." Juan 8:43 y Juan 5:40 "Y, con todo, no hay dificultad alguna en oír Su voz; al contrario, la dificultad está en cerrar nuestros oídos de modo efectivo contra ella; tan clara es su enunciación y constante su llamada. No obstante, hay hombres que no escuchan, por causas diversas: porque están demasiado lejos; porque están sordos; porque duermen; porque han vuelto la cabeza al otro lado; porque se tapan los oídos; porque están corriendo apresurados para no tener que oír; porque han muerto; todas éstas son formas y grados de incredulidad." Bernardo de Claraval

"¡La voz de mi Amado!", es agradable, dulce, amorosa, llena de sabiduría, gracia y misericordia, de paz, perdón, justicia y Salvación. ¡Amén!