JUNIO 6

08.10.2023

"¿Cómo pueden hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca". Mateo 12:34

En la Biblia vemos como el corazón es el centro de todas nuestras emociones e intenciones que posteriormente se convierten en acciones. Por eso, debemos cuidar nuestro corazón de toda cosa perversa y no permitir que nada lo contamine: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida". Prov.4:23 Todo lo bueno o lo malo proviene del corazón. Si nuestros pensamientos son malos nuestras palabras serán malas y nuestras acciones se convertirán en pecado: "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias". Mat. 15:19. Se sabe que un hombre es bueno o malo por sus palabras. Por eso, dijo Jesús: ¿Cómo pueden hablar lo bueno, siendo malos?..." Llama a la atención a los fariseos y les dice que no pueden hablar de lo bueno si es que en su interior hay maldad.

"De la abundancia del corazón", de lo que abunda en el corazón, lo que el corazón a menudo piensa y ama, eso habla la boca. Si el corazón, es decir, la mente y la voluntad, abundan en bondad y caridad, el hombre habla cosas buenas y amorosas; pero, si en la hiel de la malicia, hablan palabras equivocadas y perversas; como hicieron contra Jesús los fariseos. "Camada de víboras ¿Cómo pueden hablar cosas buenas siendo malos?" Los falsos maestros y profetas de hoy, sus doctrinas engañosas convenientemente acomodadas son tan malas como el veneno de una serpiente. ¡Como pueden enseñar la doctrina sana de Cristo si están llenos de egolatría y codicia desmedida! "De la abundancia de sus corazones hablan sus bocas". Por lo tanto, un buen hombre, del montón de buenos pensamientos y afectos que acumula en su mente, saca buenas palabras y buenas obras. Pero el hombre malo, del mal tesoro y del montón de malos afectos, saca malas palabras y malas obras.

La salida del sol se conoce por los rayos brillantes; el fuego se conoce por su quema; la vida del cuerpo se conoce por su movimiento: así ciertamente se conoce la presencia del Espíritu de Dios por la luz brillante de una santa conversación; así también el fuego purificador de la gracia se conoce por el celo ardiente contra el pecado, y el deseo ferviente de guardar los mandamientos de Dios; así también, ciertamente, la vida y vivacidad de la fe se conoce por los buenos motivos del corazón, por el movimiento de todas las facultades, tanto del alma como del cuerpo, para hacer lo que Dios quiere que hagamos. El que tiene esta evidencia tiene un baluarte contra la desesperación, y puede vencer al maligno; el que hace esto tiene el sello de la vida eterna, y tal hombre vivirá para siempre. -J. Med.

Cada uno está obligado a hacer y decir todas las cosas de tal manera que sean debidamente referidas a Dios, es decir, que sean adecuadas para agradarle y obedecerle, según aquellas palabras del Apóstol: "Ya sea que coman o beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo Todo para la gloria de Dios" 1 Cor. 10:31. Dios nos ha dado una boca, para que le oremos y le alabamos; y que debemos hablar lo que es útil y saludable para nosotros o para nuestro prójimo. Pero el que habla cosas ociosas y sin provecho, abusa de su boca, contrariamente a la mente y al mérito de Dios. No sólo de las obras, sino también de las palabras, debemos tener mucho cuidado, ya que de ambas se debe dar cuenta a Dios. Ambos son fruto del mismo árbol, es decir, de la voluntad sea buena o sea mala. Por tanto, tus palabras, no menos que tus obras, te justificarán, si son justas y santas; o te condenarán, si son depravadas y perversas.

Que cada uno se examine a sí mismo. Que examine sus palabras para descubrir el estado de su corazón. Y tenga presente que Dios no le juzgará por las palabras que diga cuidadosamente cuando está en público, sino por las que se le escapan en secreto, cuando surgen a la superficie los verdaderos sentimientos del corazón. Debemos esforzarnos para que nuestras palabras sean siempre una fuente de bien y no de mal, y que seamos siempre una luz en la oscuridad en la que se encuentra nuestro mundo. "Porque de la abundancia del corazón habla la boca".

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