JULIO 5

No murmuren(no se quejen) contra Dios, como lo hicieron algunos y sucumbieron a manos del ángel destructor. 1 Corintios 10:10
Esta advertencia hace referencia a la historia de Israel, como el pueblo profesante de Dios, lo que les sucedió nos sirve de ejemplo para que caigamos en el pecado de murmuración: " Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra." 1Cor.10:11 Lo opuesto de la Felicidad es un espíritu murmurador, amargo y quejumbroso, que ve solo el lado negativo de todas las cosas. Quejarse es malo para nosotros porque una vez que hemos comenzado, se vuelve cada vez peor. Un espíritu quejumbroso es como una herida gangrenada. La carne infectada no puede ser curada sino cortada, de otro modo la infección se extenderá a todo el cuerpo. Así mismo, si no es frenada la tendencia de quejarse se extenderá a la totalidad de nuestras vidas, contaminando a todos los que nos rodean .
Quejarse es muy dañino y pecaminoso. En Judas 1:14- 16, "los murmuradores" están primero en la descripción de los malvados, y Dios juzgará aquellos que lo hacen. ¡Tomemos esto con mucha seriedad! Quejarse involucra rebeldía contra Dios. Cuando los israelitas estaban en el desierto se quejaron una y otra vez. Dios los rescató de la esclavitud en Egipto, les envió la nube de su gloria para guiarlos, los alimentó con maná, y sin embargo, se quejaron. En Números 16 el pueblo se quejó contra Moisés y Aarón, pero Dios lo tomó como si se hubieran quejado en contra de El y un castigo terrible cayó los rebeldes. Quejarse es malo para ti, porque es el primer paso en un camino inclinado y resbaloso. La mayoría de los israelitas que se quejaron en el desierto nunca llegaron a ver la tierra prometida.
Quejarse es especialmente grave para el pueblo de Dios, porque implica desconfianza. Tengamos presente los privilegios que tenemos: El SEÑOR nos ha levantado a una posición de gran honor. Nos ha colocado como señores del cielo y de la tierra. Nos ha acercado hacia Él mismo más que a los ángeles. Nos ha unido con Cristo. Los creyentes estamos en una posición de gran privilegio. Porque hemos de dudar y no confiar en Él. Dios es nuestro Padre; la queja o murmuración, quiere decir que creemos que Él no está dispuesto o es capaz de velar por nuestros mejores intereses. Cristo es nuestro Esposo; si nos quejamos estamos desconfiando de Su amor. El Espíritu Santo es nuestro Ayudador; si nos quejamos implica que realmente no creemos que Él quiere y puede ayudarnos.
Quejarse es ingratitud. Dios nos hizo ver su pecado y admitir nuestras culpas; Dios nos enseñó el amor maravilloso de Cristo: Su disposición para dejar a Su Padre y las glorias celestiales, Su paciencia al aceptar las limitaciones de un cuerpo humano, Su sumisión humilde, Su vida perfecta y Su muerte como sustituto. ¡Cómo es posible que podamos olvidarnos de todo esto y quejarnos, como si Dios no hubiera sido bueno! Dios nos ha librado de la necesidad de poseer cosas materiales para hacerles felices, ¡Y ahora se quejan acerca de eso! Ahora Cristo es su Señor y Rey. La queja sugiere que quizá nunca se sometieron a El, y que no son en verdad creyentes. Si los creyentes se acuerdan de todo lo que Dios ha hecho por ellos: Su amor, Su perdón, Su Salvación, los libro de la condenación eterna. ¡Cómo pueden quejarse! Si tienen presente que Dios los convirtió para que puedan vivir a la luz de todas estas cosas hasta el día de su muerte, no se quejaran, sino que estarán agradecidos y se someterán a Jesucristo como su SEÑOR, Rey y Salvador.
Quejarse hace que nuestras oraciones sean en vano. No podemos decir "sea hecha tu voluntad", y estar esperando que sea hecha la nuestra. No podemos pedir "danos hoy el pan de cada día", y estar esperando comodidades y lujos para mañana. El acto mismo de orar significa que reconocemos que todo lo que tenemos viene de Dios. Si vamos a comenzar a quejarnos acerca de lo que Dios nos da, deberíamos pensar en esto, antes de orar. Los creyentes quejumbrosos son creyentes orgullosos, que rehúsan someterse a la Voluntad de Dios. El SEÑOR no se quejó ni una sola vez, sino que oró: "no sea mi voluntad sino la tuya." A Dios le gusta ver la obra de su Espíritu en Sus hijos, y especialmente quiere ver que se conformen cada vez más a la imagen de Cristo.
Un creyente feliz, esto es, sometido a la voluntad de Dios, puede ofrecer consuelo y ayuda a otros cuando ellos lo necesitan, pero el quejumbroso no tiene nada para consolar. Quejarse es el primer paso para huir de Dios, como Jonás que trató de frustrar la voluntad de Dios antes que doblegarse a ella. Debemos vivir por la fe. Esto no significa nuestras vidas estarán libres de problemas. Quiere decir, que debemos aceptar con gozo la voluntad de Dios, porque Dios nos ha prometido toda clase de bendiciones espirituales y suplir nuestras necesidades temporales. Si estamos en dificultades, El Espíritu Santo nos enseña como engrandecer sus bendiciones y como empequeñecer los problemas. Quejarse es particularmente grave cuando nuestros problemas son una parte del plan divino para humillarnos y beneficiarnos espiritualmente.- Jeremiah Burroughs
"La gran lección aquí, es el fracaso humano en las circunstancias más prometedoras. Aquí había personas que habían sido sacadas de las más terribles dificultades y peligros, que estaban bajo las mayores obligaciones para con Dios, pero que, en la hora de la tentación, le fallaron absolutamente. Tengamos cuidado de no permitir, como Israel, y No tentemos al SEÑOR con murmuraciones o desconfianza. Vivamos siempre dignos de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz maravillosa. -F.B. Meyer