MAYO  5

08.07.2022

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 16:25

Pareciera que salvar la propia vida sería - evitar la abnegación y el sacrificio - y vivir para reunir todo lo posible de las cosas que dan consuelo, placer o poder terrenales. Pero si este es el motivo, la vida realmente se tira por la borda. Ese es el significado profundo de las palabras de nuestro SEÑOR. ¡El egoísmo es perderse así mismo! Realmente no hemos aprendido cómo vivir en absoluto, hasta que hayamos aprendido a vivir para Cristo. Lo que guardamos para nosotros, lo perdemos; es sólo lo que damos, lo que realmente conservamos. El egoísmo no es sólo pecado; también es muerte espiritual. Dijo Agustín: "Los hombres son lo que son sus amores, no es preciso preocuparse tanto de cómo se vive como de saber elegir lo que es digno de ser amado, ¿por qué te sorprendes de que quien ama a Cristo y quiere seguir a Cristo, amándole se niegue a sí mismo? Pues si es verdad que el hombre se pierde amándose, esto es, vivir para su autocomplacencia, no hay duda de que se encuentra negándose."

La forma de salvar la vida, dice el Maestro, es perderla. Cristo mismo perdió su vida, la derramó en amoroso sacrificio de sí mismo por el bien de los demás. Parecía un desperdicio; pero ¿fue un desperdicio? Lo encontró de nuevo en mayor gloria. Pablo perdió su vida por Cristo, renunció a todo por Él, sufrió todo y dio su vida al final, según palabras: "Es más estimo como pérdida Todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi SEÑOR. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo. Filipenses 3:8Todos los que siguen a Cristo de verdad, hacen esta elección entre salvar o perder la vida, es decir, entre hacer del interés propio y de Cristo el motivo de vivir. Al seguir a Cristo, es posible que nunca seamos llamados realmente a hacer grandes sacrificios; pero que estamos dispuestos a hacerlos, aun al máximo, está implícito en nuestro pacto de discipulado. Sin embargo, esta pérdida es un ahorro; es sembrar el trigo de oro en la tierra -perdiéndolo por el momento- para recoger de allí una rica cosecha poco a poco. -J.R.Miller


Cuando el SEÑOR Jesús fue tentado en el Desierto satanás le dice, mostrándole los reinos del mundo: "Todo esto te daré, si postrado me adorares" El Señor entonces le responde: "Vete, Satanás" Mateo 4:10-11 Y en otra ocasión dialogando con Pedro en Cesarea de Filipo, en la que Pedro intentó disuadir al SEÑOR que no fuera a la cruz. El SEÑOR responde: "¡ Aléjate de mí Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres". Mateo 16:23. Ambas situaciones tienen un común denominador: Satanás ofrece algo agradable al SEÑOR, algo para gratificar su alma. ¿No era una buena cosa ofrecer al SEÑOR los reinos del mundo y apartar al SEÑOR de los padecimientos de la cruz? Sin embargo, el SEÑOR demostró que no vivía para sí mismo. Aunque estaba padeciendo gran necesidad en el desierto, sufriendo anticipadamente la cercanía del Getsemaní, el SEÑOR no buscó complacerse a sí mismo. Él fue consecuente con su propia enseñanza: "Todo el que quiera salvar su vida (alma), la perderá; y todo el que pierda su vida (alma) por causa de mí, la hallará" Mateo 16:25. ¡Admirable modelo para los que le siguen!"

El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará". Parece duro y grave este precepto del SEÑOR de negarse a sí mismo para seguirle. Pero no es ni duro ni grave lo que manda Aquel que ayuda a realizar lo que ordena. Es verdad en efecto, como también es cierto lo que Él mismo afirma: "Mi yugo es fácil y mi carga ligera." El amor hace suave lo que hay de duro en el precepto. -Agustin de Hipona