ENERO 6

Cuando vieron la estrella, se regocijaron mucho con gran alegría. Entrando en la casa, vieron al Niño con Su madre María, y postrándose lo adoraron; y abriendo sus tesoros le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra. Mateo 2:10-11
"Unos sabios del oriente llegaron a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?". Mat. 2:1 Los sabios guiados por un fenómeno astronómico vinieron de Oriente en busca de Jesús, para que de allí, de donde nace el día, de allí naciese también el principio de la fé , que es la verdadera luz de las almas. Con razón vienen del Oriente los que llegan para anunciar el nacimiento del nuevo Sol de Justicia, Jesucristo, y los que con tan alegres nuevas iluminan y alegran todo el mundo. - Bernardo
"¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos Su estrella en el oriente y lo hemos venido a adorar." Mat: 2:2 Este acontecimiento fue predicho por Balaam: "Una Estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel." Números 24:17 De donde se deduce que la aparición de una Nueva Estrella era la señal del nacimiento de Jesucristo. Por lo cual, los magos vieron la Estrella de Jesús y la siguieron. La Estrella no era un cuerpo celestial, ni producto de la imaginación, sino una obra milagrosa realizada por Dios para guiar a los magos a la ubicación precisa de Jesús. Se admiraron del hermoso resplandor de la nueva Estrella deseando saber de quién se trataba, y entendieron que les anunciaba el nacimiento del verdadero Rey de reyes, por eso corrieron para adorarle; y cuando llegaron preguntaron por ÉL.
"Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él." Mat.2:3 Empieza una agitación tan pronto como nace Jesús. No ha dicho una palabra; no ha hecho un milagro; no ha proclamado una sola doctrina; pero 'cuando Jesús nació', al principio, mientras no se escucha nada más que llantos de un infante, y no se ve nada más que la debilidad de un infante, aún su influencia sobre el mundo es manifiesta. 'Cuando Jesús nació... vinieron del oriente unos magos' y así sucesivamente. Hay un poder infinito incluso en un Salvador infantil. C.Spurgeon
"Cuando vieron la estrella, se regocijaron mucho con gran alegría." "Qué alegría sintieron estos sabios al ver la estrella, nadie lo sabe tan bien como aquellos que, tras una larga y melancólica noche de tentaciones y abandonos, bajo el poder de un espíritu de esclavitud, reciben por fin el Espíritu de adopción, dando testimonio con sus espíritus de que son hijos de Dios. Bien podemos pensar qué decepción fue para ellos, cuando encontraron que una cabaña era su palacio, y su propia pobre madre la única asistente que tenía. El humilde buscador de Cristo no se sentirá desconcertado al encontrarlo a Él y a sus discípulos en oscuras casas de campo, después de haberlos buscado en vano en palacios y ciudades populosas. ¿Está el alma ocupada en buscar a Cristo? ¿Le adora, y dice: ¡Ay! Soy una criatura necia y pobre, y no tengo nada que ofrecer? ¡claro que no! ¿No tienes un corazón, aunque indigno de él, oscuro, duro y sucio? Dáselo tal como es, y estate dispuesto a que lo use y disponga como le plazca; Él lo tomará y lo mejorará, y nunca te arrepentirás de habérselo dado. Él lo enmarcará a su semejanza, y se entregará a sí mismo, y será tuyo para siempre...." -Mathew Henry
El día en que Cristo, Salvador del mundo, se manifestó por primera vez a los paganos, hemos de celebrarlo, con todos los honores y sentir en lo más profundo de nuestro corazón el gozo que sintieron los tres magos cuando, animados y guiados por la Estrella, pudieron adorar, contemplando con sus propios ojos, al Rey del cielo y tierra, en quien habían previamente creído en virtud de las promesas. Y aunque el relato evangélico se refiere concretamente a los días en que tres hombres -no adoctrinados por la predicación profética ni instruidos por el testimonio de la ley- vinieron de una remota región del Oriente para conocer a Dios, sin embargo, vemos que esto mismo, aunque de modo más claro y con mayor abundancia, se realiza hoy en todos los llamados a la luz de la fe. Así se cumple la profecía de Isaías: "El SEÑOR desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios." Isaías 52:10 Por eso, cuando vemos que hombres envanecidos por la sabiduría mundana y alejados de la fe de Jesucristo, son arrancados del abismo de sus errores y conducidos al conocimiento de la luz verdadera, es indudable que está allí actuando el esplendor de la gracia divina, y la luz nueva que aparece en esos entenebrecidos corazones es una participación de la misma Estrella, de suerte que a las almas tocadas por su fulgor las impresiona primero con el milagro, para conducirlas luego a adorar al SEÑOR.
"Y postrándose lo adoraron; por más sabios que fueran, tenían corazones sencillos; habían recibido la gran verdad que más que tener vida es mejor tener una nueva vida. ¡Ojalá todos los sabios de la actualidad fueran igualmente sabios de corazón! Se harían honor a sí mismos al inclinarse ante la presencia del SEÑOR, y reconocer que por ningún esfuerzo del mayor intelecto es posible alcanzar esa verdad que puede satisfacer las necesidades más profundas de los hombres: que no hay otra esperanza para el hombre que el nuevo nacimiento, la vida fresca, pura y santa, que vino al mundo cuando nació Jesucristo, y que entra en todo corazón que con simple confianza le da la bienvenida como lo hicieron estos sabios de la antigüedad. "Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad". Juan 4:24. Allí, en el umbral del Evangelio, vemos la verdadera relación entre ciencia y religión.
"Y abriendo sus tesoros le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra." Son estos los dones que el verdadero creyente ofrece a Dios su Salvador. Le ofrece el incienso cuando confiesa y cree en Él como verdadero SEÑOR, creador del universo; le ofrece la mirra cuando afirma que Él se hizo hombre sufriendo y muriendo por nuestra salvación; le ofrece el oro cuando no duda en proclamar que él reina eternamente con el Padre y el Espíritu Santo. Estas ofrendas: oro, incienso y mirra, pueden también tener otro sentido espiritual. El Oro habla de la gloria divina del SEÑOR y su realeza. Reconocieron a Cristo como el verdadero Propietario y Señor de todo. Que Jesús sea realmente Dios, Rey y Señor, lo testifica el mundo entero por él creado. Pues él mismo dice en el evangelio: "Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra. Mateo 28:18 Y Juan dice: "Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." Juan 1:3 Ofrecemos oro al SEÑOR cuando lo reconocemos como el Rey y SEÑOR de nuestro corazón. Nosotros deberíamos en el alma ir con los magos a Belén, dirigidos por la estrella de la gracia, y allí postrarnos y adorar al pequeño Rey. Las riquezas, la sabiduría, el honor y todo lo que tenemos, deben ser depositados a los pies de Cristo y ofrecidos al servicio de Cristo, como fuente y dueño de ellos.
Según el salmista el incienso es símbolo de la oración pura: «Suba mi oración delante de ti como el incienso» (Sal 141:2). El regalo de incienso a Jesús simboliza entregarnos en el altar por completo a Él, como sacrificio vivo. Ofrecemos Incienso al SEÑOR, si nuestra oración es sincera, haciendo que llegue a Dios como un perfume más puro que el aroma del incienso; de la misma manera que este aroma sube hasta el cielo, así también nuestra oración llega hasta Dios. La Mirra simboliza la amargura y el sufrimiento. Hace referencia a que Jesús sufriría y pagaría el precio más alto al dar Su vida en la cruz por todos los que creyeran en Él. Y nosotros ofrecemos Mirra al SEÑOR, cuando morimos a nuestra propia voluntad, "crucificamos nuestra carne con sus pasiones y deseos", Gal.5:24, y llevamos la cruz cada día siguiendo a Jesús.
ORACIÓN: ¡Oh buen Jesús, Hijo del Dios vivo! que después de haber nacido te revelaste a los Magos por medio de una estrella, te ruego, Jesús misericordioso que la luz de tu gracia ilumine las tinieblas de mi conciencia , y por tu alegre aparición, concédeme un perfecto conocimiento tuyo y de mi mismo, para que interiormente te vea, interiormente te halle; y allí en el fondo de mi corazón ofrezca a tu Majestad Divina la mirra de una verdadero arrepentimiento y entrega total a ti, el incienso de una oración fervorosa, y el oro de un amor tierno, piadoso y puro; y ya que marchando por el camino del mal me aparté de la patria y felicidad eterna, vuelva a ella guiándome tú por el camino de la verdad y de la gracia. Amen - Ludolphus