MAYO 4

02.05.2021

Bienaventurados (Dichosos, felices) los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Mateo 5:8

La pureza del corazón es tratada desde el principio de la Biblia hasta el final. Siendo necesaria para ver a Dios, tiene un alcance eterno e incluye casi todo tema bíblico. Si es tan importante ¿como alcanzamos esta pureza?

LA PUREZA DEL CORAZÓN ES UNA OBRA DIVINA. Nadie (excepto Cristo Jesús) nació jamás con un corazón limpio; todos han pecado, todos necesitan ser limpiados, no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Rom.3:10 La pureza del corazón no puede ser realizada por ningún ritual externo, porque jamás afectará el corazón. El corazón sólo puede ser limpiado por el Espíritu Santo de Dios. Tiene que venir sobre nosotros, y cubrirnos con Su sombra, y cuando ha venido así a nosotros, entonces nuestro corazón entiende la obra de Cristo en la Cruz y es cambiado, pero nunca antes de eso. Cuando el Espíritu de Dios viene de esta manera a nosotros, limpia el alma.

La primera obra de la gracia de Dios es: Hacernos sentir que somos indigentes espirituales, que no somos nada, que no merecemos nada, que somos indignos de algún merecimiento, que somos pecadores, que merecemos ser el blanco de la ira de Dios. Entonces, cuando el Espíritu nos da esta convicción, lloramos anhelando a nuestro Dios, lloramos anhelando el perdón; y, entonces, la aplicación del agua y de la Sangre que fluyó del costado hendido de Cristo sobre la Cruz, es el gran proceso que limpia eficazmente el corazón. 

¡Aquí tienen, oh pecadores, la doble medicina para la culpa y el poder del pecado! Cuando la fe mira al Salvador sangrante, ve en Él no simplemente el perdón del pasado, sino la eliminación de toda impureza del presente. Bienaventurados los que han sido limpiados con la Sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Juan 1:29 La corriente del alma del pecador antes corría hacia el mal; pero al momento que descubre que Jesucristo murió por él, y que sus pecados le son perdonados por causa de Cristo, el torrente entero de su alma fluye en dirección contraria, hacia lo que es recto; y aunque todavía tiene una lucha contra su vieja naturaleza, a partir de ese día el hombre es de limpio corazón; es decir, su corazón ama la pureza, su corazón busca la santidad, su corazón ansía la madurez.

Ahora es un hombre que ve a Dios, ama a Dios, se deleita en Dios, anhela ser semejante a Dios, y ávidamente anticipa el tiempo cuando esté con Dios, y lo vea cara a cara. Ese es el proceso de purificación; ¡que todos podemos experimentar a través de la obra eficaz del Espíritu Santo!

Los limpios de corazón ven a Dios en las Escrituras. Las mentes impuras no pueden ver ningún vestigio de Dios en ellas; más bien, ven razones para dudar si Pablo escribió la Epístola a los Hebreos, o tienen dudas de que el Evangelio según Juan pertenezca al canon, y eso es casi todo lo que pueden ver jamás en la Biblia; pero los de limpio corazón ven a Dios en cada página de este Libro bendito.

Los limpios de corazón pueden ver a Dios, y en efecto lo ven; no con los ojos naturales, sino que, con sus ojos espirituales internos ven al grandioso Dios que es Espíritu, y tienen una comunión espiritual pero muy real con el Altísimo.

Llegará el tiempo cuando aquellos que han visto así a Dios en la tierra, le verán cara a cara en el cielo. ¡Oh, el esplendor de esa visión! Es inútil que intente hablar de ella. Posiblemente, algunos de nosotros sabremos más acerca de ella que todo lo que los teólogos de la tierra pudieran decirnos. No es sino un fino velo el que nos separa del mundo de gloria; puede ser rasgado en dos en cualquier momento, y entonces, de inmediato: ¡Lejos de un mundo de dolor y pecado, estarán con Dios eternamente unidos! Los de limpio corazón entenderán plenamente lo que significa ver a Dios. ¡Que esa sea tu herencia y tu porción, y la mía también, por siempre y para siempre! -C.Spurgeon