NOVIEMBRE  3

28.11.2021

Como el ciervo brama por corrientes de agua, así clama por ti, oh Dios, mi alma. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. Salmo 42: 1- 2

" David sentía su corazón enfermo. No buscaba comodidades; no suspiraba por honores; pero el disfrute de la comunión con Dios era una necesidad vital para su alma. La consideraba no meramente como el más dulce de todos los privilegios, sino como una necesidad absoluta, como el agua para el ciervo sediento. En la presencia de Dios, está contento, como el ciervo que al fin apaga su sed y está perfectamente satisfecho; pero alejalo de Su presencia, y su corazón jadea, su pecho palpita, todo él se estremece como uno a quien le falta el aire después de una carrera.

Después de haber vivido a la luz del amor del SEÑOR, lo mejor es anhelarlo hasta que lo poseamos, y jadear en su busca. La sed es una necesidad perpetua y no hay que olvidarla, y lo mismo es continuo el anhelo del corazón hacia Dios. Cuando es tan natural para nosotros anhelar a Dios como para un animal estar sediento, las cosas van bien en nuestra alma, por penosos que sean nuestros sentimientos. Aprendemos en este versículo que la intensidad de nuestro deseo puede hacerse valer ante Dios, y más aún porque hay promesas especiales para quien es persistente y ferviente." C. H. S.

" David se hallaba triste y desanimado. No está claro por qué, pero ciertamente estaba pasando por algún tipo de sufrimiento, lo que lo dejó con sed de Dios. Es tanta su angustia que siente como si Dios estuviera ausente. La imagen que nos da es la de un ciervo que busca con nostalgia los arroyos de agua, jadeando, sin aliento y sediento, pero sin encontrar los arroyos que alguna vez estuvieron allí. Parece que los animales siempre recuerdan dónde han encontrado agua en el pasado y debe ser muy frustrante volver y no encontrar nada. El salmista recuerda haber buscado al SEÑOR en oración y haber sentido su presencia, pero estas cosas ahora son solo un recuerdo lejano y parecen traer tanto consuelo como el lecho de un río seco

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A veces nos sentimos como el salmista pero, a decir verdad, dudamos. Estamos tan ocupados que somos tentados a descuidar aquellas cosas que nos mantienen cerca de Dios: la oración, la lectura de la Biblia, la recepción del Sacramento, y el ayuno, por nombrar solo algunos medios de gracia que existen y que Dios ha puesto a nuestra disposición para mantenernos satisfechos. Los medios de gracia son como corrientes de agua y ellos nos riegan satisfaciendo y refrescando nuestra alma.

Procura que tu corazón no repose en cualquiera de tus deberes, salvo que sea en Cristo. Deja todo deber, a menos que puedas hallar algo de Cristo en él; y no un poco sino abrazarlo (como el anciano Simeón, Lucas 2:28). En realidad, debes tener relación con el cielo y comunión con Cristo, lo cual es llamado la Presencia de Dios, o sea, el presentarte delante de Él por la oración. El Dios vivo, es la fuente perenne de vida y de luz y amor, es el deseo de nuestra alma

Pero a veces, Dios simplemente parece estar distante. ¿Qué podemos aprender del salmista si esta es nuestra situación? Bueno, observa que todavía clama al Dios que cree distante, así como Jesucristo un día clamó al Padre cuando le pareció que lo había abandonado, sin embargo, encomendó Su espíritu en Sus manos. Así querido sediento regresa a los lechos secos de los ríos, como también el alma renovada sabe que puede regresar al SEÑOR Jesucristo que dijo: "Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba". Juan 7:37 Mi alma sedienta te anhela, mientras vivo en esta tierra desierta; Y hambriento como estoy y desfallecido, solo tu amor puede consolarme y satisfacerme." -John Wesley

"Descansen en la fuente del SEÑOR, fuente pura y transparente; ella apacigua sus almas. Sus aguas son dulces más que la miel, el néctar de las abejas no la puede igualar, brota de la boca del SEÑOR, del corazón del SEÑOR. Jn 7:37-38. Todos los sedientos espirituales han bebido de este torrente; su sed ha sido saciada porque el Altísimo la ha satisfecho. Dichosos a quienes ha confiado esta agua; han podido calmar sus labios sedientos y levantar su voluntad paralizada. Las almas moribundas han sido liberadas de la muerte; el corazón agotado ha sido reanimado y sanado. Esta agua, Cristo, ha dado vigor a sus pasos y luz a sus ojos. Todos han reconocido las aguas en el SEÑOR; viven para siempre, gracias al agua viva. ¡Aleluya! Esta fuente es eterna y es espiritual ¡Bienaventurados, dichosos los que beben de esta fuente y han satisfecho su sed! Anónimo