SEPTIEMBE 3

17.12.2022

"No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal ". Juan 17:15

"Cristo no ora para que sean ricos y grandes en el mundo, sino para que sean guardados del pecado, fortalecidos para su deber y llevados a salvo al cielo. La prosperidad del alma es la mejor prosperidad. Suplicó a su santo Padre que los guardara con su poder y para su gloria, para que estuvieran unidos en el afecto y en los trabajos, según la unión del Padre y del Hijo. No oró para que escaparan de la ira de los hombres, pues tenían una gran obra que realizar para la gloria de Dios y el beneficio de la humanidad. Pero oró para que el Padre los guardara del mal, de ser corrompidos por el mundo, del pecado en sus corazones, del poder y la astucia de Satanás. Para que pudieran pasar por el mundo como por el país de un enemigo, como Él había hecho. No son dejados aquí para perseguir los mismos objetivos de los hombres que los rodean, sino para glorificar a Dios y servir a su generación. El Espíritu de Dios en los verdaderos cristianos se opone al espíritu del mundo." -Mathew Henry
Sería mucho más seguro, en cierto sentido, que los creyentes fueran llevados de inmediato al cielo, tan pronto como sean salvos. Entonces no tendrían tentaciones, ni enemigos a los que luchar, ni conflictos ni luchas por las que pasar. Pero, ¿quién haría entonces la obra de Cristo en el mundo? No habría ninguno para hablar a los pecadores acerca del Salvador, ninguno para mostrar a los hombres la belleza de Cristo en una vida santa, ninguno para testificar de Dios y pelear Sus batallas. Hay otra razón por la cual los cristianos se quedan aquí. No son los árboles más majestuosos, que crecen en los valles protegidos, donde no se desata ninguna tormenta, sino aquellos que se encuentran en las cimas de las colinas y en las montañas, donde deben enfrentarse a los feroces vendavales. Lo mismo ocurre con los hombres: los hombres más nobles crecen en medio de dificultades y penurias, y no en comodidad. Incluso Jesús mismo fue entrenado en la escuela del conflicto y la lucha. Puede ser lo más fácil no tener batallas en la vida, crecer en alguna planicie protegida donde nunca soplan las tormentas, no enfrentar dificultades, no tener cargas que llevar; pero ¿qué tipo de vida se obtiene al final, de una carrera tan tranquila? Si queremos alcanzar las alturas de la bienaventuranza, debemos contentarnos con pasar por los campos de la lucha.

Cuando los ejércitos regresan de la guerra los vítores más fuertes no son para los que han peleado menos batallas, ni para las banderas que están más limpias, sino para los regimientos que se reducen a unos pocos hombres. Así será en el Cielo, cuando los redimidos sean bienvenidos a casa: aquellos que hayan peleado más batallas y lleven más "marcas del SEÑOR Jesús", recibirán los más altos honores. Es mejor, entonces, incluso para los mismos cristianos permanecer en este mundo y fortalecerse a través del deber y el conflicto. - JR Miller

"Sino que los guardes del mal." El mal equivale al maligno; como dice 1 Juan 5:18 : "Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca". En cuanto a este maligno recuerda los siguientes textos del libro de Juan: " Ustedes son de su padre el diablo". Juan 8:44; "ahora el príncipe de este mundo será echado fuera" Juan 12:31; "el diablo ya había puesto en el corazón de Judas... que le entregase" Juan 13:2; "después del bocado, Satanás entró en él" Juan 13:27; "viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí" Juan 14:30; "el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado" Juan 16:11. También en Hechos y en las cartas hay mucha explicación o advertencia acerca del adversario. Con mucha razón, Jesús ruega al Padre "que los guardes del mal (maligno) ". Cristo, el Buen Pastor, los había guardado, y ahora los encomienda al cuidado del Padre.

El Espíritu Santo habla mucho acerca del cuidado de Dios de su pueblo: "Y el mismo Dios de paz los santifique por completo; y todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro SEÑOR Jesucristo" 1Tes. 5:23; es decir, que Dios nos guarde totalmente separados del mundo, que estemos apartados del mal en todo sentido, que seamos guardados irreprensibles (sin mancha, sin arruga, Efe. 5:27), para la venida del SEÑOR. Dios nos guarda (vigila, cuida, custodia), pero también nosotros debemos guardarnos, según Sus advertencias: "Guardense, (cuídense) de toda forma de avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee" Luc. 12:15; "Alejandro el calderero me ha causado muchos males... Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras" 2 Tim. 4:14-15; "Cuídense de no ser arrastrados por el error de esos malvados, para que no caigan de su firme postura." 2 Ped. 3:17. Sin la ayuda de Dios no podríamos guardarnos, pero sin nuestra propia ayuda Dios no nos puede guardar. La palabra retener es sinónimo de guardar: "retén la forma de las sanas palabras" 2 Tim. 1:13); "retengamos firme hasta el fin nuestra confianza" (Heb 3:14); "retengamos nuestra profesión" (Heb 4:14); "lo que tienen, reténganlo hasta que yo venga" (Apoc. 2:25); "retén lo que tienes" (Apoc. 3:11). - John MacArthur