JULIO 3

Pero viene la hora, y ya llegó, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca que lo adoren tales adoradores. Juan 4:23
Durante mucho tiempo antes de que Dios buscara un templo, había estado buscando adoradores. Podía prescindir de lo primero, pero no de lo segundo. Su primer santuario no era más que una tienda; y habían pasado tres mil años antes de que él dijera: "Edificarás una casa donde yo pueda habitar." 2 Sam.7:5 Sin embargo, todo este tiempo estuvo buscando adoradores entre los hijos de los hombres. Por causa del pecado del hombre, se había perdido la adoración, pero Él se propuso restaurar al hombre y recuperar su adoración.
Dios quiere la alabanza interior del corazón silencioso y se deleita en ella. Él quiere la alabanza pronunciada del labio y la lengua fervientes. Porque "el SEÑOR ama las puertas de Sion más que todas las moradas de Jacob". (Sal 87:2). Él prefirió el corazón como su templo antes que cualquier otro lugar. Tomó su descanso y residencia en él, y puso a Cristo como Rey sobre el corazón. Dios no es el Dios de lo exterior, sino de lo interior; no el Dios de los lugares, no el Dios de las ciudades y las montañas, sino el Dios de los corazones y las almas. Ningún rito, por numeroso, espléndido o hermoso que sea, puede ser un sustituto de la vida y el espíritu. No es en cuanto lo que agrada a nuestro ojo u oído, nuestro sentido placentero, sino de lo que es agradable a Dios y de acuerdo con sus instrucciones. Por eso nos recuerda que: "Dios es espíritu y "los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren". Juan 4:21. Y añade estas memorables palabras: " Porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren". Juan 4:24
¿Dónde debo adorar a Dios? es, EN TODAS PARTES ¿Cuándo debo adorar a Dios? La respuesta de Dios es, en todo tiempo: "OREN SIN CESAR." 1 Tes. 5:17 Con la ayuda del Espíritu Santo: Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. Efe.6:18 ¿Cómo debo adorar a Dios?. El verdadero culto es el del hombre interior; y todo lo exterior son rituales de poca importancia si no está el corazón en ellos. El hombre se complace a sí mismo con un externalismo sensual y teatral, porque rechaza lo espiritual y lo verdadero. Dios dice: "Dame tu corazón". El hombre dice: "No; pero te daré mi voz". Dios dice: "Dame tu alma". El hombre dice: "No, pero te daré mi rodilla y mi cuerpo encorvado" no servirá. Dios puede prescindir de la rodilla doblada, pero no del corazón quebrantado. "Tú, oh Dios, no desprecias el corazón quebrantado y arrepentido." Sal.51:17 El corazón lo es todo."Dios es espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren".
¡Él busca! El Padre está en busca de algo perdido; que Él considera precioso, que no quiere dejar ir, al pecador. Su misma grandeza lo vuelve necesitado, porque le hace comprender el valor, no sólo de cada alma que ha formado, sino de cada átomo de polvo que ha creado. Cuando le falta alguna parte de su creación va o envía a alguien a buscarla. Otros pueden pasar por alto la cosa perdida, pero el SEÑOR No puede. Debe ir en su búsqueda. El profeta Ezequiel, en nombre del SEÑOR declara: "Buscaré Mis ovejas" (Ezequiel 34:11). Jesús, se presenta a sí mismo como "buscador de los perdidos": "Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido"(Lc 19,10). El pecador, figurado en en la oveja perdida, el Pastor pierde a uno de su rebaño; y sale a buscarlo, incluso está dispuesto a dar su vida para recuperarla: "El buen Pastor da su vida por las ovejas. En La moneda perdida: La mujer pierde una de sus diez piezas de plata y la busca hasta que la encuentra, o el hijo perdido. El padre pierde a su hijo; está turbado y no puede descansar hasta que lo tome de nuevo en sus brazos y lo siente a su mesa ofreciendo un gran banquete.
¡Tal es la actitud y el amor de Dios! Se inclina desde su trono eterno a buscar; como si la faltara algo y fuera una pérdida dolorosa e irreparable. ¡Qué valor nos da a nosotros y a nuestra adoración! ¡Sí, el Padre busca adoradores! El mandato no es solo: "Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón", sino "Adorarás al SEÑOR tu Dios y sólo a Él servirás". Por este mandato quebrantado se lamenta; "le duele en el corazón"; y busca restaurarlo en el hombre. ¿Pero, qué provisión ha dado Dios para que el pecador se convierta en un adorador? Para esto existe la doble provisión de la sangre y del Espíritu. La sangre satisface la justicia de Dios y la conciencia del pecador. El Espíritu Santo renueva al hombre, para sacar su corazón a la adoración. Es la sangre la que propicia, y es el Espíritu el que transforma. Dios presenta esta sangre gratuitamente al pecador; Dios proclama su deseo de dar este Espíritu gratuitamente. ¡Dios ha venido a ti! diciendo: "Te quiero por adorador": ¿te convertirás en uno? -Horatius Bonar