MARZO  3

10.05.2022

Si sufrimos, también reinaremos con Él. 2 Timoteo 2:12

Pablo haciendo alusión al sufrimiento y al reino, dice : "Para que sean considerados dignos del reino de Dios, por el cual también padecen" (2 Tes. 1:5). El camino que conduce al Reino de los Cielos pasa a través de los padecimientos. Además, la medida de su sufrimiento por el reino debe corresponder con el grado de su devoción y de su conformidad con el Rey. Cuanto más nos asemejamos a Él, tanto más sufriremos con Él, y cuanto más profunda sea nuestra comunión con Él en los sufrimientos, tanto más lo será nuestra comunión con Él en la gloria. Y esta es una gracia divina y un poder que solo provienen de Él. "Porque a ustedes les fue dada la gracia, respecto a Cristo, no sólo de creer en Él, sino también de sufrir por Él." (Fil. 1:29). Recordemos siempre que sufrir con Cristo no equivale al yugo de un esclavo, sino que es un privilegio y una devoción voluntaria: no una ley de hierro, sino un favor concedido por la gracia, no una servidumbre obligatoria sino una devoción voluntaria. Además, es muy cierto que el verdadero secreto de los sufrimientos por Cristo consiste en la concentración de nuestros afectos en Él.

"Cuanto más amamos a Jesús, tanto más cerca de Él vivimos; cuanto más cerca de él vivimos, tanto más fielmente le imitamos; y, cuanto más fielmente le imitamos, tanto más sufrimos con Él. Todo proviene, pues, del amor hacia Cristo; y es una verdad fundamental que «le amamos, porque Él nos amó primero» (1 Juan 4:19). Si NO somos de Cristo, no debemos pensar que estamos sufriendo por Cristo y con Cristo. Querido amigo, ¿estás confiando solo en Jesús? De lo contrario, sea lo que sea que tengas que lamentar en la tierra, no estás por eso «sufriendo con Cristo» ni tienes esperanza alguna de reinar con Él en el Cielo. Tampoco hemos de inferir que todos los sufrimientos que experimenta un cristiano los padece con Cristo: pues es indispensable que sea llamado por Dios a sufrir. Si somos temerarios e imprudentes y entramos en lugares para los cuales ni la Providencia ni la gracia nos han preparado, debemos preguntarnos si no estamos, más bien, pecando que teniendo comunión con Jesús.

Si permitimos que la pasión y la voluntad propia reinen en lugar de la autoridad de las Escrituras, estaremos peleando las batallas del SEÑOR con las armas del diablo, y si somos heridos no deberíamos sorprendernos. Además, en las aflicciones que nos sobrevienen como consecuencia del pecado, no debemos creer que estamos sufriendo con Cristo. Cuando María murmuró y habló mal de Moisés por celos y la lepra la contaminó, no sufría por la causa de Dios. Por otra parte, el sufrimiento que Dios acepta debe tener como fin su propia gloria. Si sufro para ganar reputación y merecer aplauso, no obtendré otra recompensa que la del fariseo. Es indispensable también que el amor a Jesús y el amor a sus elegidos sea siempre la fuente principal de toda nuestra paciencia.

Debemos manifestar el Espíritu de Cristo en mansedumbre, bondad y perdón. Indaguemos y veamos si en realidad estamos sufriendo con Jesús. Y si en verdad sufrimos, ¿qué es nuestra leve tribulación comparada con el reinar con Él? ¡Oh, es tan bienaventurado estar en el horno con Cristo y tan honroso encontrarse en el cepo con Él que, aunque no hubiera una retribución futura, podríamos considerarnos felices con el honor presente! Sin embargo, cuando la recompensa es tan eterna, infinitamente mucho más de lo que tenemos derecho a esperar, ¿no tomaremos la cruz con presteza y proseguiremos gozosos nuestro camino?- C.Spurgeon

Por otra parte, tengamos cuidado de no retroceder. No hagamos profesión de disfrutar de los beneficios que nos proporciona Su cruz, en tanto rehusamos participar en el menosprecio que implica esta cruz. Estemos plenamente convencidos de que el sendero que conduce al reino de Dios, no está iluminado por el sol de la complacencia del mundo, y no está sembrado de rosas de dicha. "Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará Mi servidor" (Juan 12:26). ¿Cuál fue el propósito del Ministerio de Jesús en la tierra? ¿Procuró alguna vez conseguir influencia, prosperidad y posición elevada en este mundo? No. Se le dio la Cruz por trono y un puesto entre dos malhechores condenados a morir.

Pero dirás: "Dios y su mano estaban en ello". Es cierto, pero también estaba en ello el hombre. Y esta última verdad implica necesariamente que, si andamos con Cristo, seremos despreciados por el mundo. Nuestra asociación con Cristo nos abre el Cielo y echa fuera de nosotros mundo, así es que, si hacemos profesión de ser del Cielo, sin que el mundo nos deseche, es una prueba que debe haber algo falso en nuestro corazón. Si Cristo estuviese hoy en el mundo ¿cuál sería su camino, por dónde llevaría y dónde terminaría? Háganos Dios responder a estas preguntas a la luz de esta Palabra que es más penetrante que toda espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma y como en un espejo nos muestra tal como somos, ante el Todopoderoso. El Espíritu Santo nos haga fieles al SEÑOR ausente, crucificado y rechazado por los hombres. El que anda según el Espíritu estará lleno de Cristo y, estando lleno de Él, se fijará no en los sufrimientos sino en Aquel por el cual sufre. Si fija la vista en Cristo, los sufrimientos presentes no serán nada en comparación con el gozo y la gloria futura. -Charles Mackintosh

Afligido, ten paciencia. Al final seremos más que recompensados por todas nuestras aflicciones. Entonces veremos que han contribuido de una forma extraordinaria a la elevación de Su gloria y a nuestro bienestar espiritual. "Las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera." Rom.8:18 El recibir una palabra de reconocimiento de parte de Dios: "Bien, siervo bueno y fiel, (en la aflicción has sido fiel) sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu SEÑOR." Mateo 25:23. El ser honrado delante de Sus benditos ángeles, el ser glorificado en Cristo, para poder reflejar Su gloria, es recibir recompensa con creces por todo, es reinar con Él. "Si sufrimos, también reinaremos con Él." 2 Timoteo 2:12