ENERO  3

02.01.2022

" Que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura." Hebreos 12:16

Esaú había llegado del campo cansado y hambriento. En ese momento, Jacob estaba cocinando una sopa de lentejas. Cuando Esaú pidió un recipiente, Jacob dijo, en efecto: "Seguro, te daré un poco si me vendes tu primogenitura a cambio". Esaú despreció su primogenitura, y la consideró de muy poco valor, estuvo dispuesto a cambiarla por un plato de comida. Con frecuencia es posible intercambiar los mejores valores de la vida por una gratificación momentánea del apetito físico. Muchos venden su alma por el alcohol, por las drogas, por el sexo y otros por la deshonestidad. Y existe el peligro de que un hijo de Dios se aleje de Dios por causa de los deleites engañosos y efímeros como éstos.

Ahora bien, la primogenitura era un privilegio valioso que pertenecía al hijo mayor de una familia. Fue valioso porque le dio el lugar de eventual liderazgo en la familia o tribu y le dio derecho a una doble porción de la herencia. Pero en ese momento, Esaú consideró que la primogenitura no tenía valor. Pensó: ¿De qué sirve una primogenitura, a un hombre que está tan hambriento como yo? Su hambre parecía tan abrumadora que estaba dispuesto a dar casi cualquier cosa para satisfacerla. Observamos que Esaú deseaba los placeres sensuales de este mundo más que los placeres del mundo por venir, para apaciguar un apetito momentáneo, estaba dispuesto a renunciar a algo que tenía un valor duradero. ¡Y así hizo un trato terrible!

Casi a diario se recrea un drama similar. He aquí un hombre que ha mantenido un buen testimonio durante años. Tiene el amor de una excelente familia y el respeto de su compañerismo cristiano. Cuando habla, sus palabras tienen autoridad espiritual y su servicio tiene la bendición de Dios. Es un creyente modelo. Pero luego llega el momento de una pasión feroz. Parece como si estuviera siendo consumido por el fuego de la tentación sexual. De repente, nada parece tan importante como la satisfacción de este impulso físico. Abandona el poder del pensamiento racional. Está dispuesto a sacrificarlo todo por esta alianza ilícita.

¡Y así se lanza a la locura! Por ese momento de pasión, intercambia el honor de Dios, su propio testimonio, la estima de su familia, el respeto de sus amigos y el poder de un carácter cristiano puro. O como alguien escribió: "Olvida sus anhelos de justicia; rechaza los gozos de la comunión divina; oscurece su alma; acaba con su salud y prosperidad; hace caer sobre su cabeza durante todos los años que le quedan una catarata de calamidades; y hace que su nombre y su fe sean el blanco de los sarcasmos agudos de cada generación sucesiva de burladores ". En las palabras clásicas de las Escrituras, vende su bendición eterna por un plato de comida. - William MacDonald

Y esto ocurre porque poco a poco descuidó su vida de oración, su comunión con el SEÑOR, de manera muy sutil dió cabida en su corazón a las cosas que antes rechazaba, comenzó a ser "tolerante" con el pecado, a lo malo lo llamó bueno y a lo amargo del mundo dulce. Isaías 5:20 Su amor por el SEÑOR se enfrió, la pasión y sentimientos que lo impulsaron en todas sus actitudes a honrar, servir y adorar a Dios se apagaron. Entonces, el Espíritu Santo fue desplazado en su corazón por los deseos de la carne: Porque la mente puesta en la carne es enemiga de Dios... y los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Rom. 8:7-8 Así, terminó cayendo en el pecado y como Esaú intercambió y menospreció su vida paz y gozo en el Espíritu por un deseo temporal que le llevó a perder la bendición permanente.

Aquellos que buscan los placeres de la carne en lugar de los deleites de un mundo más alto y celestial, se encuentran aquí junto con Esau. Ahora Esaú vendió el derecho a su futura herencia por un plato de lentejas y muchos hay que actúan así, venden sus almas por una pequeña compañía carnal, alegría que es como el crujido de espinas debajo de una olla. ¡Oh Hermanos, no seamos como ellos ni como Esaú! .- C.Spurgeon