MAYO  3

02.05.2021

Ciertamente, ninguno de cuantos esperan en ti será confundido. Salmo 25:3.

Pensemos por un momento en la multitud de todos los que esperan y que necesitan esta oración; cuántos hay enfermos, cansados, solitarios, para los cuales es como si no hubiera respuesta a la oración, y que, a veces empiezan a temer que su esperanza sea confundida. Y luego, cuántos siervos de Dios, ministros o misioneros, maestros u obreros, cuyas esperanzas en la obra han sido decepcionadas, y cuyo anhelo de poder y bendición ha quedado insatisfecho. Y también, aquellos que han oído de una vida de perfecto reposo y paz, de permanecer en la luz y la comunión, de fuerza y victoria, que no pueden encontrar el camino.

Con todos éstos, de lo que se trata, es que no han podido descubrir el secreto de esperar en Dios totalmente. Necesitan la viva seguridad de que el esperar en Dios no puede ser nunca en vano. Recordemos a aquellos que están en peligro de desmayar o de agotamiento, y unámonos todos en un clamor: «Ninguno de los que esperan en ti sea avergonzado»

Si esta oración por todos los que esperan en Dios pasa a ser parte de nuestro esperar en Él para nosotros mismos, ayudaremos a otros a llevar sus cargas, y cumpliremos así la ley de Cristo Se habrá introducido en nuestro esperar en Dios este elemento de generosidad y amor, que es el camino a la más alta bendición y la plena comunión con Dios.

El amor a los hermanos y el amor a Dios están inseparablemente unidos. El amor al Hijo y a nosotros es uno: «Que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.» Juan 17:26 En Cristo, el amor del Padre a Él, y su amor a nosotros son uno: «Como el Padre me ha amado así yo los he amado.» Juan 15:9 Él nos manda que Su amor para nosotros sea nuestro amor a los hermanos: «Como yo los he amado, ámense también los unos a los otros.» Juan 13:34 Todo el amor de Dios y de Cristo está inseparablemente unido con el amor a los hermanos. Y ¿cómo podemos, día tras día, probar y cultivar este amor sino orando los unos por los otros? Cristo no buscó disfrutar del amor del Padre solo; lo transmitió a nosotros. Todos los que buscan a Dios de verdad y que buscan su amor, estarán inseparablemente unidos en el pensamiento y el amor a los hermanos que oran por ellos.

« ninguno de cuantos esperan en ti será confundido ». Que este verso lleve el mensaje a todos los atribulados y probados que hay muchos que oran por ellos aunque ellos no lo saben. Que nos estimule a olvidarnos de nosotros mismos de vez en cuando en nuestra oración, y ampliar nuestro corazón. Que nos inspire con nuevo aliento, porque ¿quién no se siente a veces cansado y a punto de desmayar?

«Que ninguno de cuantos esperan en ti sea confundido», es una promesa en una oración. Desde muchos y muchos testigos llega el clamor a los que necesitan ayuda, hermanos atribulados: «Esperen en el SEÑOR; tengan buen ánimo, y fortalezcan su corazón; esperen, dice el Señor. Tengan ánimo, todos los que esperan en el SEÑOR.» -Andrew Murray

ORACIÓN: Bendito Dios, humildemente te pedimos que ninguno de los que esperan en ti sea confundido; no, ninguno. Algunos están cansados, y el tiempo de espera les parece largo. Algunos están débiles, y apenas pueden esperar más. Y algunos se hallan enlazados en el esfuerzo de orar y obrar, y creen que pueden simplemente esperar de modo constante. Padre, ¡enséñanos a todos a esperar en Ti! Enséñanos a pensar los unos en los otros y a orar los unos por los otros. Enséñanos a pensar en Ti, el Dios de los que esperan. Padre, que ninguno de cuantos esperan en ti sea avergonzado. Por amor de Jesús. Amén. -Andrew Murray