DICIEMBRE 3

"Y le pondrás por nombre Jesús". Lucas 1:31
El Nombre de Jesús es tan indescriptiblemente precioso que imparte un delicioso perfume a todo lo que entra en contacto con Él. El título del Altísimo esta contenido en "Josué",la forma hebrea de Jesús,de tal manera que la palabra en su sentido pleno significa "Jehová Salvador" y en su forma resumida significa "Salvador", le es asignado a Nuestro Señor porque "Él Salva" de los enemigos y problemas, no de acuerdo a cualquier salvación temporal y común, sino que "Él Salva" de enemigos espirituales y especialmente de los pecados.
Jesús trae una "salvación tan grande" como dice Pablo en Hebreos 2:3, como si sintiese que no alcanza a estimar su grandeza. Habla también de ella como eterna Salvación Hebreos 5:9, y como dijo Isaías: "Israel salvo en el SEÑOR con Salvación Eterna;" Jesús el Salvador nos redime por Su Sangre y nos libera del pecado por su muerte. Él es justo y ama la justicia. Él es testigo fiel y verdadero, el Príncipe de los reyes de la tierra, pero su primer oficio es salvarnos de nuestros pecados, darnos vida eterna y la condición para obtenerla es ser pecadores y creer en Él. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos. Hechos 4:12
Cuando una persona es amada, cualquier cosa que tiene que ver con ella se hace querida por su causa. Así, tan preciosa es la persona del SEÑOR Jesús en el concepto de todos los creyentes, que cada una de las cosas tocante a él, la consideran de inestimable valor. "Mirra, áloes y casia exhalan todos sus vestidos", dice David, como si los vestidos mismos del Salvador fueran tan embalsamados por su persona que él no podría sino amarlos.
En verdad, no hay lugar que aquellos santificados pies hayan pisado, no hay palabra que aquellos benditos labios hayan expresado, no hay siquiera un pensamiento que su amorosa Palabra haya revelado que no nos sea precioso más allá de toda ponderación. Y esto es también verdadero en cuanto a los nombres de Cristo: son todos dulces en los oídos del creyente. Ya se le llame el esposo de la iglesia, su novio, o su amigo; ya se le designe como el Cordero inmolado desde la fundación del mundo, el rey, el profeta o el sacerdote, cada uno de los títulos de nuestro Maestro: Shiloh, Emmanuel, Admirable, Dios Fuerte y Consejero, cada uno de sus nombres es igual al panal que destila miel cuyas gotas son deliciosas.
Pero si para el oído del creyente hay un nombre más dulce que otro, ese nombre es Jesús. ¡Jesús!, éste es el nombre que hace que las arpas del cielo toquen armoniosamente. ¡Jesús!, la vida de todos nuestros goces. Si hay un nombre más fascinante que otro, más gracioso que otro, ese nombre es Jesús. Está entrelazado en la misma trama y urdimbre de nuestro himnario. Muchos de nuestros himnos empiezan con este nombre, y apenas habrá alguno que valga algo que termine sin él.
Que sus corazones se identifiquen con Él en tierna unión. Jesús es el nombre de su muerte; estaba escrito en la Cruz: "Jesús de Nazaret rey de los Judíos. Ese es el nombre de Su resurrección. Ese es el nombre de su Evangelio que es predicado. Es el nombre que Pedro predicó: "Este es Jesús de Nazaret por quien es predicada a ustedes la remisión de los pecados". Y este es Su Nombre del cielo.
Jesús es la suma total de todos los deleites. Es la música con la cual las campanas del cielo tocan; un canto en una palabra: un océano por su significado, aunque una gota por su brevedad; un incomparable canto sagrado en dos sílabas; un resumen de las aleluyas de la eternidad en cinco letras. Meditemos continuamente en ÉL. Jesús Nombre sobre todo Nombre. Proclamemos y amemos a Jesús desde ahora y para siempre. Amén -C.Spurgeon