JULIO  30

13.10.2022

"EL QUE AMAS ESTÁ ENFERMO". Juan 11:3

Estas palabras registran el mensaje que Marta y María dieron a Jesús cuando su hermano Lázaro, estaba enfermo: "SEÑOR, el que amas está enfermo". Observemos la fe de ellas. Se volvieron hacia el SEÑOR Jesús en su hora de necesidad, Se volvieron a Él como su Pastor, su Amigo Todopoderoso, como su Hermano nacido para la adversidad. Cristo fue el refugio al que acudieron en la hora de necesidad. ¡Bienaventurados todos los que hacen lo mismo! "El que amas". No dicen: "El que te ama, cree en ti, te sirve, el que más ora y sabe más biblia", sino "El que amas". Marta y María habían aprendido que el amor de Cristo hacia nosotros y no nuestro amor hacia Él, es la verdadera base de la esperanza y el verdadero fundamento de la Fe. Una vez más ¡Bienaventurados, todos los que han aprendido estas mismas verdades!

"SEÑOR, el que amas está enfermo". Lazaro era convertido, creyente, renovado, amigo de Cristo y heredero de la gloria. ¡Y sin embargo, estaba enfermo! Por lo tanto, la enfermedad no es una señal de que Dios está disgustado. La enfermedad está destinada a ser una bendición para nosotros, y no una maldición. "Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que le aman, los que han sido llamados conforme a su propósito". Rom. 8:28 "El mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro, todo es de ustedes, y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios". 1 Cor. 3:22-23. ¡Bienaventurados los que han aprendido esto! Felices son aquellos que pueden decir, cuando están enfermos:"Esta es obra de mi SEÑOR. Debe ser buena".

La enfermedad, es inevitable. No tienes que ser un profeta para ver la enfermedad que algún día viene a cada uno de nosotros. La enfermedad está en todas partes. La enfermedad se encuentra en todas las clases sociales. La gracia no eleva a un creyente por encima de su alcance. Las riquezas tampoco no eximen de ella. Reyes y sus súbditos, Presidentes y su pueblo, ricos y pobres, médicos y pacientes, religiosos, todos por igual caen ante este gran enemigo. Puede prevenirse y dar calidad de vida, la ciencia puede descubrir nuevos remedios y lograr curaciones notables, pero los hombres y las mujeres enferman y mueren. "Setenta años son los días de nuestra vida; ochenta años llegan a vivir los más robustos. Pero esa fuerza no es más que trabajos y molestias, pues los años pronto pasan, lo mismo que nosotros." Sal. 90:10. Este testimonio es ciertamente verdadero. Fue cierto en tiempos de David y es cierto ahora.

Dios permite la enfermedad y la dolencia, no porque le gusta atormentar al hombre, sino porque desea beneficiar su corazón, mente, conciencia y alma por toda la eternidad. La enfermedad sirve para humillar y convertir al más fuertes y soberbios y hacerlos sentir impotentes. Puede hacer que nuestra mirada se vuelva a Dios, y lo busquemos de todo corazón. Una larga enfermedad a veces ayuda mucho a corregir las ideas que tiene el incrédulo. Porque expone el vacío que hay en lo que el mundo llama "cosas buenas", y nos enseña a dejarlas. Hace entender que el dinero, los lujos y vanidades de este mundo no son tan importantes, cuando se hallan en una habitación de hospital. La enfermedad hace que los hombres piensen seriamente en el día de su muerte, en Dios, en sus almas, y en el mundo venidero. Para la mayoría de las personas, cuando viven en los días saludables, estos pensamientos son molestos y desagradables. Incluso un rey malvado como Benadad, cuando estaba enfermo, pensó en Eliseo. 2 Reyes 8:7. Los marineros paganos, cuando la muerte estaba a la vista, "tenían miedo, y cada uno clamaba a su propio dios". Jonás 1:5. Estarás preparado para encontrarte con el SEÑOR ¡Hasta que tus pecados sean perdonados y cubiertos! Solo la justicia de Cristo puede hacerte aceptable a los ojos de Dios. ¡Hasta que tu corazón sea renovado y tu voluntad enseñada a deleitarte en la voluntad de Dios! Sólo la fe, la fe sencilla como la de un niño, puede hacer que se interese en Cristo y sus beneficios. Debes ser transformado a la imagen de Cristo por el Espíritu Santo. Las cosas viejas deben pasar y todas ser hechas nuevas.

Ruego a todos los creyentes enfermos que recuerden que Cristo se preocupa por ellos cuando están enfermos como cuando están sanos, y que el mismo castigo que sienten con tanta intensidad es enviado con amor y no con ira. Cristo ha tenido una gran experiencia con la enfermedad. Conoce el corazón de un enfermo, Él miró "toda enfermedad y dolencia en el pueblo" Mateo 4:23. Se compadeció especialmente de los enfermos en los días de Su carne, y se compadece especialmente de ellos ahora. La enfermedad y el sufrimiento, hacen que los creyentes se parezcan más a su SEÑOR en experiencia de lo que lo haría la salud. "Él tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias". Isaías 53:4; Mateo 8:17. El SEÑOR Jesús fue un "Varón de dolores, familiarizado con el sufrimiento". Ningún otro tiene la oportunidad de conocer la mente del Salvador que sufre como los discípulos que sufren.

No nos quejemos pues de la enfermedad. Es un estimulador de la conciencia. Es un purificador para el corazón. Es una bendición y no una maldición, una ayuda y no un daño, una ganancia y no una pérdida, un amigo y no un enemigo para la humanidad. Mientras tengamos un mundo donde hay pecado, es una misericordia que sea un mundo donde haya enfermedad. "El que amas está enfermo". - J.C. Ryle