ABRIL 3

13.04.2021

"Hoy estarás conmigo en el paraíso." Lucas 23:43

Es un ejemplo de fe admirable con la que este ladrón, creyó en un Cristo crucificado, ridiculizado y agonizante, y clamó hacia Él como a alguien cuyo reino vendría con certeza. La fe de este hombre fue aún más notable, porque estaba bajo un terrible dolor, y condenado a morir. No es fácil ejercitar la paciencia cuando uno es torturado por una angustia mortal. Cuando somos los sujetos de un sufrimiento agudo, no es fácil mostrar esa fe que creemos poseer en otras situaciones. Este hombre, sufriendo como estaba, y viendo al Salvador en un estado tan triste, sin embargo creyó para la vida eterna. Su fe es digna de que la imitemos en sus frutos. Ningún otro miembro de su cuerpo estaba libre excepto su lengua, y la utilizó sabiamente para reprender a su hermano malhechor, y defender a su SEÑOR. Su fe puso de manifiesto un valiente testimonio y una confesión audaz.

1.- Observen que el ladrón que creyó fue el último compañero de nuestro SEÑOR en la tierra; Qué triste compañía seleccionó nuestro Señor cuando estuvo aquí. No se juntó con los religiosos fariseos ni con los filosóficos Saduceos, sino que era conocido como el "amigo de publicanos y de pecadores." ¡Cómo me gozo en esto! Me da la seguridad de que Él no rehusará asociarse conmigo, porque Él vino "No vino a llamar a justos, sino a pecadores." Lucas 5:32

El malhechor que creyó en la cruz era un convicto, que había permanecido en la celda de los condenados y luego sufriría la pena capital por sus crímenes. Un criminal convicto era la última persona con la que tuvo que ver nuestro Señor aquí en la tierra. ¡Qué amante de las almas de los culpables es Él! ¡Cómo se inclina hacia lo más bajo de la humanidad! A este hombre tan indigno, antes que dejara la vida, el SEÑOR de gloria habló con gracia incomparable. Le habló con palabras tan maravillosas como nunca se podrán superar aunque busques en todas las Escrituras: "Hoy estarás conmigo en el paraíso."

Jesús salva a otros del mismo modo. Ninguno de nosotros está excluido de la infinita misericordia de Cristo, por muy grande que sea la iniquidad: Si creen en Jesús, Él los salvará. Este hombre estaba en situación extrema, agónico: La crucifixión era fatal; en poco tiempo le romperían las piernas para poner fin a su existencia infeliz. Tenía poco tiempo, pero era suficiente para el Salvador, que es poderoso para salvar. De repente, despierta a la convicción que el hombre que está agonizando a su lado es algo más que un hombre. Lee el título sobre su cabeza, y lo cree : "Este es Jesús, el rey de los judíos."

Al creerlo, hace su petición al Mesías, que hacía tan poco había encontrado, y se encomienda en Sus manos. ¿Ves esta verdad, que en el momento en que un hombre sabe que Jesús es el Cristo de Dios puede poner de inmediato su confianza en Él y ser salvo? Anhelo que algunos de ustedes que tienen el corazón destrozado porque no han encontrado el perdón, vengan a mi SEÑOR, y confíen en Él, y descansen! Él dijo: "Vengan a mí, Todos los que están fatigados y cargados y yo los haré descansar." Mat. 11:28 Vengan, pónganlo a prueba, y el descanso será de ustedes.

2.- Noten que el ladrón arrepentido fue el primer compañero del SEÑOR en la puerta del paraíso: ¿Quién es éste que entra por la puerta de perlas al mismo tiempo que el Rey de la gloria? ¿Quién es este compañero favorecido del Redentor? ¿Es un mártir digno de honra? ¿Es un fiel apóstol? ¿Es un patriarca, como Abraham; o un príncipe, como David? No es ninguno de estos. Miren, y asombrense de la Gracia Soberana. El que entra por la puerta del paraíso, con el Rey de la gloria, es un ladrón, un pecador que fue salvado. No es salvo de una manera inferior, ni es recibido en la beatitud de un modo secundario. ¡Verdaderamente, hay últimos que serán primeros! Mat. 19:30

3.- "Hoy estarás conmigo en el paraíso." Si el SEÑOR dice, "Hoy estarás conmigo," no necesitamos que agregue otra palabra; porque donde Él está, es el cielo para nosotros. Agregó la palabra "paraíso," para que nadie se preguntara a dónde iba. Piensa en ello, alma sin gracia; vas a habitar con el Todo Codiciable para siempre. Ustedes pobres y necesitados, van a estar con Él en Su gloria, en su dicha, en su perfección. En donde Él está, y como Él es, allí estarán y serán ustedes.

El SEÑOR mira ahora mismo tus ojos llorosos, y dice: "Pobre pecador, tú estarás conmigo un día." Puede que tú le respondas: "SEÑOR, esa es una dicha demasiado grande para un pecador como yo"; pero Él te responde: "Con amor eterno te he amado, por tanto, con misericordia te voy a atraer a mí, hasta que estés donde yo estoy." "Hoy", no mañana, ni en un futuro cercano. Hoy, de manera inmediata estarás listo para la dicha y la disfrutarás. El pecador estaba casi ante las puertas del infierno, pero la misericordia todopoderosa lo levantó.

"Hoy estarás conmigo en el paraíso." ¡Qué cambio de la cruz a la corona, de la angustia del Calvario a la gloria de la Nueva Jerusalén! En esas pocas horas el mendigo fue elevado del estercolero y fue puesto entre príncipes. "Hoy estarás conmigo en el paraíso." ¿Pueden ver el cambio de este pecador abominable, en su iniquidad con el sol del mediodía, a ese mismo pecador, vestido de blanco puro, y aceptado en el Amado, en el paraíso de Dios, al ponerse el sol? ¡Oh, Salvador glorioso, qué maravillas puedes obrar y cuán rápidamente puedes hacerlo!

No permitas que satanás te tiente diciendo: "Puedes ser salvos en el último momento. Puedes posponer el arrepentimiento y la fe, y ser perdonado en tu lecho de muerte." Aborrece esa insinuación engañadora. No seas ingrato porque Dios es bondadoso. No provoques al SEÑOR porque es paciente. No abuses de la gracia y de la misericordia de Dios, usando este argumento para continuar en el pecado. Esto es hacer mal uso de la enseñanza de la salvación por gracia. Puede ser que tu muerte llegue de repente y no tengas ese segundo para arrepentirte. Tu tiempo de arrepentimiento es ahora.

El Salvador hizo que esta maravilla de la gracia se escribiera, porque Él quiere repetir esa maravilla cada día. Todas las cosas quedaron escritas para que las aprendamos y no para desalentarnos. Por eso, si algunos de ustedes todavía no han confiado en mí SEÑOR Jesús, vengan y confíen en Él ahora. Confíen en Él totalmente, ahora mismo. Entonces cantarán conmigo:"El ladrón agonizante se gozó al ver esa Fuente en su día, y allí yo también, tan vil como él, Todos mis pecados lavé." - C. Spurgeon