MARZO 28

"PURIFICANDO POR LA FE SUS CORAZONES". Hechos 15:9
La fe verdadera purifica el corazón del pecado. La fe tiene dos manos, una para asirse de Cristo, y otra para limpiar y santificar el corazón, que es la casa y el templo de Cristo: "La santidad es el adorno de tu templo, por siempre y para siempre. Salmo 93: 5. La fe sabe que Cristo es de naturaleza semejante a una paloma; pura y limpia. La fe es tan buena para eliminar el pecado como para descubrirlo. Hay una cualidad limpiadora en la Fe, así como una cualidad curativa en la fe. La fe sana y purifica el alma del amor al pecado, del deleite en él y de su reino y dominio. "El pecado no se enseñoreará de ustedes, porque no están bajo la ley, sino bajo la gracia". Rom. 6:14
La fe purifica el corazón del pecado, al enfrentarse a él con el poder de Cristo, como David se enfrentó a Goliat, no con su propia fuerza, sino en el Nombre del SEÑOR de los Ejércitos, el Todopoderoso. La fe lleva el alma directamente a Dios, y compromete a Dios contra el pecado, de modo que el combate se cambia y se hace entre Dios y el pecado y no entre el alma y el pecado; y así este viene a caer ante el poder y la gloriosa presencia de Dios.
Como un niño que es atacado por uno que es más fuerte que él, clama a su padre que lo ayude y luche por él contra su enemigo; del mismo modo, la fe, siendo consciente de su propia debilidad e incapacidad para obtener la victoria sobre el pecado, clama a Cristo, que es más fuerte, y así Cristo ata al hombre fuerte del pecado y lo echa fuera. Marcos 3:27 La fe le dice al alma que todos los propósitos, resoluciones y esfuerzos, sin Cristo, nunca purificará el corazón del pecado; por lo tanto, la fe compromete a Cristo y echa fuera el pecado que es la parte principal de Su obra, purificando el alma. Porque "Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Juan 1:29
Para llegar a comprender la gracia libre y poderosa de Cristo, debemos primero reconocer que no podremos obtener poder sobre el pecado ni purificar el corazón, hasta que entendamos que confiamos demasiado en nuestras propias resoluciones, y muy poco en Jesucristo; pero cuando nuestra fe se rinde totalmente a Él contra el pecado, obtendremos la victoria, y así "somos más que vencedores".
La fe purifica el corazón herido por el pecado, por la aplicación de la Sangre de Cristo. La fe hace un medicamento de la Sangre Bendita de Cristo, y la pone sobre las llagas del alma, y así la sana. "Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas" Salmo 147:3. La fe hace de esta Sangre Bendita un antídoto Celestial, se la inyecta y aplica al alma, y así la hace vomitar el veneno del pecado que ha bebido. La fe le dice al alma, que no son todas las lágrimas del mundo, ni todas las aguas en el mar, que pueden lavar las manchas del alma; es sólo la Sangre Preciosa de Cristo la que puede emblanquecer como la nieve lo más sucio del alma; es sólo la Sangre de Cristo la que puede curar un alma leprosa. "Por Sus heridas hemos sido sanados." Isaías 53:5 La Fe dice: "Esta fuente de Sangre.....es la unica que puede lavar el pecado y la impureza," Zacarías 13:1, que un cristiano encuentra en su propio corazón. "Purificando por LA FE sus corazones". -Thomas Brooks