ENERO 8

07.01.2023

"Pues si vivimos, para el SEÑOR vivimos, y si morimos, para el SEÑOR morimos. Así que, ya sea que vivamos, o que muramos, somos del SEÑOR". Romanos 14:8

Vivimos para hacer Su voluntad y para promover Su gloria. Este es el gran propósito de la vida del cristiano. Es esto lo que constituye su carácter especial, y lo distingue de otros. Busca glorificar su nombre en cada acción de la vida; considera que es propiedad del Señor, tanto por la creación como por la redención; por lo tanto, se esfuerza por honrarlo con todas las facultades de su ser. Esta es la obra sobrenatural del SEÑOR por su Espíritu obrando en cada uno para que se someta a Su voluntad y haga las cosas que son agradables a Él; así que la vida espiritual se deriva del SEÑOR, y cada creyente vive por la fe en Él, de acuerdo con su voluntad revelada en la Palabra de Dios.

Pablo con palabras similares dijo a los filipenses: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia". Fil.1:21. Tanto si vivo como si muero, Cristo es una ganancia para mí. Él es el centro de mi existencia. Mi vida gira en torno a él. Mientras vivo soy propiedad y siervo de Cristo, y Cristo es mi porción; si muero, sigo siendo de Cristo y esto será ganancia; seré salvado de los problemas y dificultades restantes en la vida, y seré puesto inmediatamente en posesión de mi herencia celestial. Allí secará el SEÑOR todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir", Apoc.21:4. -Adam Clarke

Pero el que vive para gratificarse a sí mismo, para ser rico, amasar una fortuna, morir es perderlo todo, morir significa una gran pérdida. Solo puedes decir que morir es ganancia cuando has vivido tu vida para Jesucristo. El principio fundamental para todos nosotros es vivir y morir para agradar a nuestro SEÑOR. "Pues si vivimos, para el SEÑOR vivimos, y si morimos, para el SEÑOR morimos". Él es nuestro Maestro y le corresponderá distribuir nuestras recompensas. Mientras tanto, no nos juzguemos los unos a los otros, sino que vivamos en amor, dejando que el SEÑOR moldee a cada uno "según el beneplácito de Su voluntad". FB Meyer"

Si morimos, para el SEÑOR morimos". Si Dios lo hubiese querido, cada uno de nosotros habría entrado en el cielo en el momento de su conversión. No era absolutamente necesario que permaneciésemos en este mundo, con el fin de prepararnos para la inmortalidad. Es cierto que nuestra santificación es un largo y continuo proceso, y que nosotros no seremos perfectos hasta que dejemos nuestros cuerpos y entremos dentro del velo; pero, sin embargo, si el Señor lo quiere, puede transformar nuestra imperfección en perfección y llevarnos al cielo ya. ¿Por qué, entonces, estamos aquí? Permanecemos aquí para que vivamos para el SEÑOR y llevemos a otros al conocimiento de su amor.Nosotros estamos en este mundo como sembradores para esparcir la buena semilla; como labradores para arar el suelo; como heraldos para proclamar la salvación. Estamos en este suelo como "la sal de la tierra", para que seamos "luminares en el mundo". Estamos aquí para glorificar a Cristo en nuestra vida cotidiana, para ser obreros suyos y para trabajar juntamente con Él. Procuremos que nuestra vida responda a su finalidad.

 Vivamos vidas diligentes, útiles y santas "para alabanza de la gloria de Su nombre". Mientras tanto, ansiemos estar con Él y cantemos cada día: Alguna vez yo, como el sol, Mi ocaso y fin tendré también; Mas me dirá mi SEÑOR: "Mi siervo fiel, conmigo ven" "Entra en el gozo de tu SEÑOR". Mat.25:23 - C.Spurgeon