DICIEMBRE 27

"El alma generosa será prosperada." Proverbios 11:25
Si deseo florecer en el alma, no debo acumular mis provisiones, sino que debo distribuirlas a los necesitados. Ser mezquino y tacaño es el camino del mundo hacia la prosperidad, pero no es el camino de Dios, pues Él dice: "Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza." La manera de ganar de la fe es dando. He de intentar esto una y otra vez; y puedo esperar que me venga tanta prosperidad como sea buena para mí, como una recompensa graciosa para un generoso curso de acción.
Por supuesto que no tengo la certeza de volverme rico. Seré prosperado, pero no demasiado. Demasiada riqueza podría volverme tan pesado como son usualmente las personas con sobrepeso, y podría provocar la indigestión de la mundanalidad, y provocar enfermedad al corazón por exceso de peso. Por eso, pidamos al SEÑOR que nos de con equilibrio, según Proverbios 30:8-9: "SEÑOR, No me des pobreza ni riquezas. Dame sólo el pan necesario, no sea que, una vez satisfecho, te niegue y diga: "¿Y quién es el SEÑOR?" O que, por ser pobre, llegue yo a robar y ofender así tu divino nombre". Pero hay una grosura mental y espiritual que yo ambiciono grandemente; y esto viene como el resultado de pensamientos generosos hacia Dios, Su pueblo, y mis semejantes. No he de escatimar, para que mi corazón no pase hambre. He de ser generoso, pues así seré semejante a mi SEÑOR. Él se entregó por mí: ¿habría yo de escatimarle algo? -C. Spurgeon
Las riquezas del generoso son como el agua convertida en un campo de arroz. Los buenos, como las nubes, reciben solo para regalar. Los ríos mismos no beben su agua; ni los árboles comen su propia fruta dulce, y las nubes no comen los cultivos. La prenda en la que vistes a otro durará más que la que te pones a ti mismo. Quien da siembra uno y cosecha mil y "el que riega será también regado" y "el que da recibe". Al compartir y vivir para el bien de los demás, también nos beneficiamos a nosotros mismos. Ninguna de nuestras buenas obras puede ser aprobada por Dios a menos que broten de un principio, y estén guiadas y dirigidas a un fin recto. Dios mira la motivación en la que se originan
Dios nos ha dado nuestros poderes y nuestros recursos, no para que podamos construir una fortuna, sino para que podamos ser de verdadero servicio en un mundo lleno de necesidades. Hacerse rico no es en absoluto necesario para nadie; ha demostrado que no satisface, solo da placer temporal. Alimentar al hambriento, con una palabra de Dios servir de consuelo al angustiado, visitar al enfermo, compartir con los demás los dones que el SEÑOR nos ha dado, es un privilegio y da un sentido de propósito y produce gran satisfacción. 1 Pedro 4:10 "Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios".1 Pedro 4:10