ABRIL 27

13.04.2021

El profeta Elías era un hombre como nosotros, y cuando oró fervientemente.... Y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto. Santiago 5:17

¡Gracias a Dios por eso! Elías se sentó debajo de un árbol como tú y como yo hemos hecho con frecuencia, se quejo y murmuró, como a menudo nosotros hemos hecho; fue incrédulo como tú y yo también lo hemos sido. Pero no fue esta su condición cuando verdaderamente se puso en contacto con Dios.

Aunque "el profeta Elías era un hombre como nosotros," "oró con fervor pidiendo." La oración no recibe respuesta a menos que esté acompañada de un fervor tal que pruebe que la bendición que se busca se necesita realmente. Pero, debemos tener cuidado con este fervor, cuando buscamos algún beneficio egoísta: Piden y no reciben; porque piden mal, para gastarlo en sus placeres. Santiago 4:3 Pero, si como Elías, buscamos el cumplimiento de la promesa divina, no para nosotros mismos sino para la gloria de Dios, entonces es imposible pasarnos de fervor, o estar demasiado llenos del poder de la oración.

¿Qué lección aprendemos aquí? Que nuestra oración sea expectante y llena de Fe, con la seguridad que si estamos pidiendo de acuerdo a la Voluntad de Dios recibiremos respuesta. Sube a lo alto del Monte Carmelo y contempla la parábola tan extraordinaria de Fé y Vista. Lo que ahora se necesitaba no era que descendiera del fuego, sino lluvia; y el hombre que tiene poder para mandar al fuego, 1Reyes 18:37-38, también tiene poder para mandar al agua por los mismos medios y métodos.

Dice que Elías se inclinó a tierra con el rostro entre sus rodillas; es decir, evitando toda distracción de la vista y ruido. 1Reyes 18:42 Se colocó en una posición en que no podía ver ni oír debajo de su capa, lo que estaba sucediendo más allá. Y dijo a su siervo, "Ve y observa si sucede algo. El siervo fué y cuando volvió, dijo una sola palabra, "¡ Nada!" Y le volvió a decir: Vuelve siete veces "1 Reyes 18:43

La Oración de Elías fue perseverante. ¡Con cuánta frecuencia hemos mirado con deseo afanoso a examinar el horizonte! Y como no hay nada, precisamente cuando comenzábamos a orar, dejamos de orar. Nos vamos de la cresta de la montaña. No sabemos que la respuesta de Dios en ese mismo momento viene en camino. Eso no le pasó a Elías: «Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces».Ciertamente, la respuesta a nuestras oraciones puede estar más cerca de lo que pensamos.

La séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. 1Reyes 18:44 Esta es una prueba de resistencia, pero con la prueba severa le vino suficiente gracia, de modo que pudo soportarla. Con frecuencia Dios retiene la respuesta hasta que lleguemos a un punto de intensidad; aquel punto del cual nunca vamos a retroceder. Luego, cuando nos hayamos superado, Él se vuelve amorosamente hacia nosotros, y nos dice: «...grande es tu fe; hágase contigo como quieres» Mateo 15:28.

"Un hombre con pasiones semejantes a las nuestras oró y vino la lluvia. El rey Acab no tuvo tiempo de volver a las puertas de Samaria con sus veloces caballos.1Reyes 18:46. Esta es una parábola de Fé y Vista. La fé misma encerrándose con Dios; la vista, observando y no viendo nada. La fé marchando hacia adelante, y "suplicando en oración" a pesar del reporte tan desalentador que le daba la vista.

¿Sabes cómo orar y prevalecer en tales ocasiones? Deja que la vista te informe de un modo desalentador, pero no prestes ninguna atención a ello. El Dios vivo, aún está en los cielos, y la demora de la respuesta a la oración, podemos considerarla como parte de Su bondad. Si confías y esperas en Él, no te defraudará, Él tiene preparada una lluvia de bendiciones abundantes que descenderá del cielo " -Arthur T. Pierson.