SEPTIEMBRE 26

"No apartará Sus ojos de los justos". Job 36:7
Nuestro Dios Todopoderoso le da importancia a todo lo que concierne a su pueblo. Se interesa por todos sus movimientos y por todos sus caminos. Ninguna de sus circunstancias le es insignificante. Atiende cada detalle. Su mirada se posa de continuo sobre todos sus hijos y sobre cada miembro en particular. Día y noche vela sobre ellos. Cada etapa de su viaje de la vida está dirigida por Él. Nada hay, por pequeño que sea, que escape a su conocimiento; ni nada, por grande que sea, que supere Su poder. "No apartará de los justos(los que creen en Él" sus ojos". Cuenta los cabellos de nuestras cabezas y se interesa con infinita bondad por todo cuanto nos concierne. Se ha encargado de todas nuestras necesidades y preocupaciones. Quiere que echemos sobre él todas nuestras inquietudes con la dulce convicción de que él cuida de nosotros. Nos invita a echar sobre él nuestras cargas, sean pesadas o ligeras.
Todo eso es asombroso y está lleno del más dulce consuelo, muy apropiado para tranquilizar el corazón ante cualquier circunstancia. Pero ¿Lo creemos así? ¿Nuestros corazones están gobernados por esa fe? ¿Creemos verdaderamente que el "creador de los cielos y de la tierra" (Gén. 14:19) es nuestro Padre?, y ¿que ha tomado a su cargo la responsabilidad de proveer a todas nuestras necesidades de principio a fin? De verdad nuestro ser se ha apropiado de las palabras del apóstol: "El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él, también todas las cosas?" (Rom. 8:32). Pero, es de temer que casi no conozcamos el poder de estas grandes y sencillas verdades. Hablamos de ellas, las discutimos, nos agrada escucharlas, pero, con todo, demostramos en nuestra vida diaria, en los detalles de nuestra conducta personal cuán débilmente depositamos en ellas nuestra confianza.
Si estuviéramos verdaderamente convencidos de que Dios provee a todas nuestras necesidades, si todas nuestras fuentes estuvieran en Él (Sal. 87:7), si Él es un perfecto amparo y refugio para nuestros corazones, ¡Porque recurrimos a pobres fuentes terrenales que se agotan rápidamente y desilusionan nuestros corazones! Nos engañamos a nosotros mismos con la idea de que estamos viviendo por fe cuando en realidad nos apoyamos en algún sostén humano que tarde o temprano cederá. Estamos constantemente dispuestos a dejar la fuente de aguas vivas, para cavar cisternas rotas que no pueden retener el agua (Jer. 2:13) ¡Y, no obstante, creemos vivir de fe! Profesamos depender solo de Dios para suplir nuestras necesidades, cuando en realidad nos sentamos junto a los manantiales humanos, buscando algo en ellos. ¡Y nos sorprendemos cuando nos desilusionan! Nuestro Dios no quiere que dependamos de algo o de alguien que no sea Él mismo.
Dios nos ha dado a conocer Su pensamiento en cuanto al verdadero carácter y seguros efectos de confiar en la criatura: " Maldito el hombre que confía en otro hombre; que finca su fuerza en un ser humano, y aparta de mí su corazón.... Cuando el bien llegue, no lo verá". Jer.17:5-6 La confianza en la criatura lleva aparejada una segura maldición que solo puede conducir a la esterilidad y a la desolación. Dios, en su fidelidad, hará que se sequen todas las fuentes humanas, hará que se derrumbe todo apoyo humano, a fin de que aprendamos qué locura es apartarse de Él. Y este es el contraste: "Bendito el hombre que confía en el SEÑOR, será como árbol plantado junto a corrientes.... en los años de sequía no se marchita ni deja de dar fruto ." Y, por otra parte, ¿qué puede haber más bello y refrescante que las figuras empleadas para expresar todas las bendiciones que reporta la sencilla y completa fe en el Señor? "Árbol plantado junto a las aguas...no dejará de dar fruto". ¡Cuán hermoso! Así es el hombre que cree en el SEÑOR y cuya esperanza es Él. Está alimentado por esas fuentes eternas que emanan del corazón de Dios. Bebe de la fuente viva y gratuita. Encuentra todos sus recursos en el Dios viviente. Un millón de arroyuelos pueden secarse, pero él no se dará cuenta porque no depende de ellos, porque mora junto a la fuente que fluye eternamente. Ninguna cosa buena le faltará. Vive por fe. - Charles Mackintosh