ENERO  26

02.01.2022

El que da testimonio de estas cosas dice: «Ciertamente, vengo pronto.» Amén. ¡Ven, Señor Jesús! Apocalipsis 22:20

Todas las profecías y promesas, todas las revelaciones bíblicas, todo el plan de salvación de Dios con la humanidad, el completo designio divino y toda la historia humana durante los milenios, desembocan en el cumplimiento de este suceso: "Ciertamente vengo pronto". Y para la Iglesia del Señor Jesús, debería haber una sola respuesta posible a esto: "Amén; sí, ven, Señor Jesús".

El regreso de Jesús nos traerá el cumplimiento de todas Sus promesas -es como si se cumpliera con un tratado, o como si un padre cumpliera una promesa hecha a su hijo, que la está esperando con anhelo. Como un niño espera la llegada de Navidad y se alegra cuando este día por fin llega, así llegará para nosotros el anhelado gran día. Entonces la espera habrá terminado. Dice el Salmo 130:6: "Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana".

El regreso de Jesús traerá la victoria definitiva sobre Satanás, el pecado y la muerte. Todavía el diablo anda suelto por este mundo (Efesios 6:12), aún no es visible el reinado de Cristo. Pero cuando Jesús regrese, ejercerá Su gobierno a la vista de todos, y Satanás será atado. Pablo escribe a los creyentes en Éfeso: "...en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Ef. 2:2). En ese día, este poder será roto en definitiva.

El regreso de Jesucristo traerá, además, juicio y purificación sobre las naciones (Mateo 25:31-46).No es exagerado si decimos que nuestro mundo actual se está acercando a una catástrofe. Los acontecimientos que vivimos son, cada vez más, de tamaño apocalíptico: Pandemias, Terremotos en diferentes lugares, incendios sin control en todo el mundo, tormentas y lluvias torrenciales, sequías extremas, cuasados por el cambio climático, el terrorismo, la miseria de los refugiados, la radicalización política. Guerras y rumores de guerras, amenaza de una guerra nuclear que sería la mayor tragedia en toda la historia, esta podría causar una gran tribulación de la cual habló el SEÑOR: "Porque entonces habrá una gran tribulación, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás." Mateo 24:21 Por eso, el mundo no encuentra paz. Solamente podemos orar: "Amén; sí, ven, SEÑOR Jesús".

El regreso de Jesús traerá la salvación definitiva y visible para todos los que creen en Él. Su regreso traerá la consumación de todo. Antes de Su manifestación visible, vendrá a buscar a Su Iglesia, Su Cuerpo, para llevarla a casa y manifestarse más tarde junto a todos los suyos: "Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria" (Col. 3:4). Ella Lo verá tal como es y será semejante a Él: "Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2).

Sí, el regreso del Señor Jesús traerá el cielo a la Tierra; el cielo reinará en la Tierra -como lo expresa el "Padre nuestro". El Reino de los cielos, el Reino de Dios, la morada de Dios estará con los hombres. El Reino de paz mesiánico será establecido, y todos los hombres conocerán cuánta bendición le trae al mundo cuando Dios gobierna en la Tierra (Isaías 11). Por eso, el regreso de Jesús a esta Tierra será, además de Su Iglesia, el mayor triunfo del Señor. Todo esto nos invita a orar con las palabras de Apocalipsis 22:20: "Amén; sí, ven, Señor Jesús".

El SEÑOR Jesús dijo a sus discípulos, al hablar de su segunda venida: "Nadie sabe el día y la hora, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre" (Mat. 24:36), y en otra ocasión dijo: «No les toca a ustedes saber el tiempo ni el momento, que son del dominio del Padre." (Hechos 1:7). Por lo tanto, ni siquiera a los Apóstoles se les reveló cuándo volvería, pero ellos mismos fueron enseñados e instruidos para enseñar a otros a buscarlo continuamente. Como la Iglesia en todas las épocas constituye el único cuerpo y la novia de Cristo, la actitud propia de la novia es estar siempre esperando la venida del Esposo.

El Padre ha guardado muy cuidadosamente contra la posibilidad de que sepamos el tiempo preciso del regreso de nuestro SEÑOR, quiere que sea el objeto radiante de la esperanza cristiana. Mientras ocupa nuestra atención constante, nos separará de alianzas enredadas con el mundo y nos sostendrá en medio de sus conflictos y nos mantendrá en una comunión cercana y querida con Él.

La espera de la Iglesia por la pronta venida de su SEÑOR, no es ninguna doctrina sectaria, no es emocionalismo, sino que es la verdad absoluta de la Biblia, es parte de la doctrina de la Biblia y se basa en ella. La doctrina sobre el regreso de Jesús no debe ser callada, como tampoco la doctrina sobre el amor de Dios, el pecado o el perdón.

"Ciertamente vengo pronto" fueron las últimas palabras que las Escrituras registran como pronunciadas de los labios de Cristo. Pero, ¡Ay, cuántos Sus discípulos han dejado de esperarlo, y tal vez, incluso han dejado de desearlo! Si somos lo que debemos ser y donde debemos estar, la respuesta ansiosa saldrá de nuestros labios: "¡Sí, ven, Señor Jesús!" Si somos verdaderos cristianos, "nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual mudará nuestro cuerpo vil, para que sea semejante al cuerpo de su gloria, conforme a la operación por la cual es poderoso aún para someter a Sí mismo todas las cosas" (Filipenses 3:20-21).

Y nosotros no debemos tomar menos en serio esta verdad que otras doctrinas, pues es el punto culminante de las mismas. Es la coronación de todas las verdades: ¡Jesús viene otra vez! "El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo pronto. Amén; sí, ven, Señor Jesús". - (Tomado de Llamada de Medianoche)