DICIEMBRE 25

26.12.2022

Pero el ángel les dijo: "No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el SEÑOR." Lucas 2:10-11

"Les traigo buenas nuevas de gran gozo". Estas palabras que dijo el ángel a los pastores de Belén han sido, son y serán la mejor noticia de la historia. ¿Puede haber, para unos pobres exiliados, condenados a muerte, una noticia más dichosa que la de la aparición de su Salvador, que ha venido no tan sólo para librarlos de la muerte, sino para que puedan retornar a su patria? ¡Porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el SEÑOR! Cuando un monarca hace su primera entrada en la ciudad de su reino, se le tributan los más grandes honores: ¡cuánta decoración, cuántos arcos triunfales! ¡Prepárate, pues, dichosa villa de Belén, para recibir dignamente a tu Rey! Tu Belén entre todas las ciudades de la tierra tú eres la más favorecida puesto que el Rey del cielo te ha escogido a ti como lugar de su nacimiento aquí en la tierra, a fin de reinar, seguidamente, no sólo en Judea, sino en los corazones de los hombres de todo lugar. "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un Guiador, que apacentará a mi pueblo Israel." Mateo 2:6

¡Ah! Reflexionar sobre el nacimiento de Jesucristo y las circunstancias que le acompañaron, debería abrasarnos en amor.... ¡Dichosa ciudad y pesebre donde nació Jesús! Pero mucho más dichosas las almas que aman con fervor y ternura a este SEÑOR y Rey, tan digno de adoración, que ardiendo en amor le reciben para que nazca en el corazón. ¡Con qué arrebato, con qué gozo viene Jesús a descansar en el alma que le ama verdaderamente! Un grito de júbilo resuena en nuestra tierra; voz de alegría y de salvación hay en las tiendas de los pecadores. "Porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el SEÑOR." Hemos oído una palabra buena, una palabra de consuelo, una frase exultante de gozo, digna de todo nuestro aprecio. Regocíjense, montañas; aplaudan, árboles silvestres, delante del SEÑOR. Oigan cielos; escucha, tierra; enmudece y alaba, coro de las criaturas; pero más que nadie, tú hombre, porque Jesucristo, el Hijo de Dios, ha nacido en Belén de Judá.... ¿Se podrá anunciar un mensaje más consolador? ¿Se podrá dar una noticia más agradable? ¿Cuándo se ha oído algo semejante? ¿Cuándo ha sentido el mundo algo parecido? " Porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el SEÑOR

¡Oh nacimiento esclarecido en santidad, glorioso para el mundo, querido por la humanidad a causa del incomparable beneficio que le confiere, insondable incluso para los ángeles en la profundidad de su misterio sagrado! Y bajo cualquier aspecto, admirable por la grandeza exclusiva de su novedad; jamás se ha visto cosa parecida, ni antes ni después. ¡Oh alumbramiento único, sin dolor, cándido, incorruptible! ¡Oh nacimiento que rebasa las leyes de la naturaleza, si bien la transforma; inimaginable en el ámbito de lo milagroso, pero sanador por la energía de su misterio! Animénse ustedes que se sienten desahuciados: "Jesús vino a buscar lo que se había perdido." Fortalezcanse los que se sienten enfermos: Cristo viene para sanar a los oprimidos con el ungüento de su misericordia. Gocen todos los que sueñan con altos ideales: el Hijo de Dios baja hasta ustedes para hacerles partícipes de Su reino. Por eso imploro: "Sáname, SEÑOR, y quedaré sano; sálvame, y quedaré a salvo; dame tu gloria, y seré glorificado. Bendice alma al SEÑOR, y bendiga todo mi ser interior Su santo nombre, cuando perdones todas mis pecados, sanes todas mis enfermedades y sacies de bienes mis anhelos.- Bernardo de Claraval

¡Oh! Sin duda, "este es el día que hizo el SEÑOR alegrémonos y gocémonos en él", (Sal. 118:24), Un día radiante, resplandeciente, "porque ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el SEÑOR." Tú también gozate con los que, desde el cielo, recibieron con júbilo al SEÑOR. Piensa en los pastores destilando sabiduría, en los siervos de Dios adornados con el don de profecía, en las mujeres rebosantes de gozo: bien cuando María es invitada a alegrarse por el ángel Gabriel, bien cuando Isabel siente a Juan saltar de alegría en su vientre, éstos exaltaron la majestad de Su divinidad. Pues la fuerza divina se hacía visible a través de Su cuerpo como la luz atraviesa el cristal, refulgiendo ante aquellos que tenían purificados los ojos del corazón. Con los cuales, Dios permita que nos hallemos también nosotros, contemplando a cara descubierta la gloria del SEÑOR como en un espejo, para que también nosotros nos vayamos transformando en su imagen con resplandor creciente, por la gracia y la benignidad de nuestro SEÑOR Jesucristo, a quien sea dada la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.