MAYO 25

08.07.2022

Hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar al SEÑOR. 2 CRÓNICAS 12:14

Roboam, rey de Judá, después de haber reinado tres años, consolidó el reino, se creyó seguro en el trono, confiado en su propia fuerza, vivió en la complacencia de la carne y como consecuencia, siguió la terrible caída en la apostasía porque: "Abandonó la Ley del SEÑOR" 2 Cron. 12:1. Esta fue la raíz de su decadencia espiritual y derrota.

"Para ver las consecuencias y todo el impacto de la condición de todo aquel que como Roboam, "Abandona la Ley del SEÑOR", consideremos el salmo 1 desde la perspectiva opuesta a la descripción de los justos: - No son bienaventurados, ni bendecidos, porque andan en el camino de los pecadores. Confían en sí mismos y en su propias fuerzas como Roboam, el SEÑOR por medio del profeta Jeremías lo confirma diciendo: "Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del SEÑOR se aparta su corazón. Jer. 17:5. No son plantados junto a corrientes de agua. No dan fruto. Su hoja se marchita. "Será como una zarza en el desierto: no se dará cuenta cuando llegue el bien. Morará en la sequedad del desierto" Jer. 17:6 No prosperan. Son como paja que se lleva el viento. No se sostendrán en el juicio. El camino de los malvados perecerá." -Erik Raymond

Entonces Sisac, rey de Egipto, vino contra Jerusalén con un ejército inmenso. Las ciudades que Roboam había edificado y fortificado no podían impedirle la entrada, porque el SEÑOR lo había traído para castigar a Jerusalén. El mensaje solemne del SEÑOR fue: "Me han abandonado, y por eso los he dejado en manos de Sisac". 2 Cron. 12:3 Lo que el SEÑOR busca con sus advertencias es que su pueblo que ha pecado y se ha apartado de Él, se humille y se arrepienta. "Y cuando él(Roboam) se humilló, la ira del SEÑOR se apartó de él, para no destruirlo del todo;" 2 Crón.12:12 El SEÑOR es misericordioso con el que se humilla, lamentablemente, el arrepentimiento inspirado por los problemas y la angustia no siempre es real y permanente. Muchos se humillan ante el SEÑOR para evitar una ruina inminente, pero lo abandonan cuando el peligro haya pasado. Roboam pronto volvió a caer en el pecado, porque el juicio final sobre él es: "Hizo lo malo, porque no dispuso su corazón a buscar al SEÑOR". Si hubiera preparado su corazón para buscar al SEÑOR, no habría hecho el mal que hizo. Lo único que puede evitar el mal es buscar al Señor y caminar en obediencia a Su Palabra.

"No dispuso su corazón para buscar al SEÑOR". Esto es muy cierto para todos nosotros. Antes de que llegue la tentación, casi siempre tenemos una advertencia de algún tipo. El barómetro cae; las aves marinas llegan a la orilla; las hojas de los árboles están dobladas hacia atrás. El Espíritu de Dios se las ingenia para dar al alma alguna señal de que en cualquier momento puede esperar un asalto. Si tu corazón está determinado, tienes el firme propósito de buscar al SEÑOR y hacer Su voluntad obedeciendo Su Palabra, sin reservas y a toda costa. Entonces, no hay temor de que el enemigo efectúe una entrada. Todo el día el traqueteo de su artillería puede retumbar, pero el enemigo será repelido por todos lados, hasta que pronto la tormenta se desplace con el viento.

Si, por el contrario, hay alguna vacilación; si, mientras ostensiblemente confesamos nuestra determinación de hacer lo correcto, secretamente susurramos en nuestra conciencia más profunda que tenemos la intención de llegar tan lejos como podamos en autocomplacencia, y estaríamos casi agradecidos si las circunstancias nos obligaran a ceder; la caída es segura. La voluntad debe ser íntegra en sus resoluciones; el corazón debe consagrarse en sus más secretas determinaciones; no se puede albergar a ningún traidor que abra la puerta trasera. ¡Oh! que podamos decir con David: "Mi corazón está dispuesto, oh Dios, mi corazón está dispuesto" Salmo 108:1 Pero esta disposición es una de esas preparaciones del corazón que sólo pueden obtenerse a través de la gracia que nuestro corazón sea el templo y morada del Espíritu Santo. Por lo tanto, oramos con David: "Renueva un espíritu recto dentro de mí". Salmo 51:10 - F.B.Meyer