JUNIO  24

02.06.2021

Toda tú eres hermosa, amada mía, y en ti no hay mancha. Cantares 4:7 

El Cantar está lleno de sentido, trata del amor mutuo entre Dios y su esposa, la iglesia: Dios nos amó a nosotros primero,(1Juan 4:10) por eso, ahora nosotros le amamos a Él. Pero el entendimiento de este amor Divino tiene que ser purificado, puesto que no se trata de una atracción física o sexual. Este es un amor puramente espiritual, el más alto y sublime amor que puede existir, y, en su plenitud, llena completamente nuestro espíritu, alma y cuerpo. Pero los que tienen mente impura y mundana, no pueden concebir este amor, "porque son de la carne y piensan en las cosas de la carne; los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu." Rom.8:5

El SEÑOR ha hermoseado el alma del creyente en extremo, por Su muerte en la Cruz y por Su resurrección. Fue lavada y purificada con la Sangre que derramó Cristo en la Cruz que limpia de todo pecado. Por eso dice: "En ti no hay mancha." Y Pablo dijo: Preparó para sí una Iglesia radiante, sin mancha, ni arruga, ni nada semejante; una Iglesia santa e inmaculada. Efesios 5:27 Y es Cristo mismo habitando en el corazón del cristiano que lo purifica y embellece, que lo transforma, que lo diviniza por medio de la adopción como hijos en el único Hijo y Su Espíritu Santo obrando en nosotros. El que se une al SEÑOR un solo Espíritu es con Él. 1Cor 6:17. Por esta razón la esposa llena de gozo dice: "Mi Amado es mío y yo soy suya. Él me pastorea entre los lirios."(Cant.2:16) Es Cristo habitando en nuestro interior, unidos al Espíritu de Cristo, somos transformados a Su imagen: "Porque los que antes conoció, también los predestinó "para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo" Rom.8:29. De modo que todos los que le siguen son hechos a la imagen de Él, cambiados por el Espíritu Santo, hechos nuevos en la imagen del Hijo de Dios, a quien tanto amamos.

Cuando Jesús murió en la Cruz, en su naturaleza humana, en amor y obediencia hasta Su muerte en la cruz, Dios lo exaltó, derramando sobre Él el Espíritu Santo que lo resucitó de entre los muertos. En Su glorificación, el Hijo también, junto con el Padre, derramaron este mismo Espíritu sobre toda carne que cree en Cristo. Así sucedió que este Espíritu Santo de belleza y gozo, ha sido derramado sobre nosotros. como un baño de dulzura, como un baño de oro y riqueza que fluye del cielo por medio de la muerte en la Cruz de Jesucristo. Y para resplandecer con la luz de Cristo, hay que morir con Él, dejando nuestra antigua forma de vivir, muriendo en su muerte en la cruz con él, y sepultando con él nuestro hombre viejo. (2Cor.5:17-Gál. 2:20) Así renunciamos a una vida mundana; y resucitamos con Jesucristo a una vida nueva, iluminada, transformada, transfigurada en luz, divinizada y resplandeciente en belleza con la misma luz de Cristo resucitado y glorificado.


Este fulgor divino resplandece en el corazón en la faz de Cristo resucitado y glorioso viviendo en él (2 Cor 4:6). Esta luz, este amor Divino ha cambiado su vida, toda su orientación, todo su comportamiento, que afecta aún su exterior, y se nota en su manera de pensar, de hablar y actuar; su boca, llena del Espíritu Santo es dulce, y nuestro Amado dice: "Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa;" (Cant.4:11), porque ha abrazado la vida de la Cruz vivificante y salvadora de Cristo, que contiene toda vida, todo esplendor, todo amor divino, todo gozo, toda dulzura. ¡Qué vida tan bella es esta! Esta es la senda angosta pero feliz de la dulce Cruz, que pocos buscan y quieren llevar, y sólo es revelada por inspiración del Espíritu Santo.Hermoseados así, queremos vivir sólo para Dios en la plenitud y belleza de nuestro corazón purificado. No queremos mancharlo más en absoluto. No queremos volver más a las tinieblas, olvidando en Dios los placeres del mundo nos deleitamos totalmente en Él y todo placer y dulzura del mundo nos parecerá amarga.

Esta es una vida de tranquilidad interior y paz celestial, una vida llena del espléndido amor de Dios, una vida de esperanza viva, una vida vivida en el futuro con anticipación, más que en el presente. Es una vida de fe viva, en que las realidades divinas son más ciertas que las cosas materiales y perecederas que vemos. En verdad vivimos en otra dimensión, diferente del mundo visible que nos rodea. Vivimos en el encanto silencioso del amor divino.Vivimos un anticipo de la gloria que veremos cuando el SEÑOR Jesucristo "transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya" (Fil 3:21). Ahora vivimos en esperanza. Somos un pueblo de esperanza, encendidos por el amor de Cristo, esperando Su plena manifestación y la gloriosa transformación de nuestros cuerpos, los cuales "Resplandecerán como el sol" en el reino de nuestro Padre. (Mateo 13:43). Entonces, con toda claridad escucharemos la voz del SEÑOR decir: "Toda tú eres hermosa, amada mía, y en ti no hay mancha." Cantares 4:7