OCTUBRE 24

"Esperaré al SEÑOR, que escondió su rostro de la casa de Jacob. En él confiaré." Isaías 8:17
Aquí tenemos un siervo de Dios que espera en Él, no a causa de sí mismo, sino de su pueblo, de los cuales Dios ha escondido su rostro. Esto nos sugiere que nuestro esperar en el SEÑOR, aunque comience con nuestras necesidades individuales, con el deseo de obtener la revelación de Él mismo o con la respuesta a nuestras peticiones personales, no debe ni puede terminar ahí. A saber, es posible que nosotros andemos a la plena luz y la fas de Dios y, mientras, Él esté escondido su rostro de su pueblo que nos rodea.
Pero lejos de hacernos pensar que esto es el justo castigo que el pueblo merece por su pecado, por la consecuencia de su indiferencia, se nos llama preocuparnos con corazón tierno de su triste estado y a esperar en Dios a favor suyo. Y es que el privilegio de esperar en Dios es al mismo tiempo el origen de una gran responsabilidad. Así, de la misma manera Cristo, cuando entró en la presencia de Dios, empezó a usar este lugar de privilegio y honor como intercesor, también nosotros, si sabemos lo que es realmente entrar y esperar en Dios, debemos utilizar nuestro acceso a Dios a favor de nuestros hermanos menos favorecidos.Hay todavía un círculo mayor: el de la iglesia Cristiana esparcida por todo el mundo. Muchos creyentes con su Biblia abierta y formalismo externo siguen doctrinas de hombres. ¡Hasta qué punto la regla de la carne y del hombre rige en el mismo templo de Dios! ¡Qué abundante prueba de que Dios ha escondido su rostro! ¿Qué han de hacer los que ven esto y lo lamentan? ¡Crees que sabes el porqué! Hay demasiada confianza en los hombres y en el dinero, demasiada formalidad y auto indulgencia: en cambio, hay poca fe y oración, poco amor y humildad, demasiado poco espíritu del Crucificado. A veces incluso te parece que las cosas no tienen solución, que nada servirá de nada. Si es así, recuerda: Dios puede ayudar y ayudará; sólo deja entrar al espíritu del profeta Isaías en ti cuando evalúas sus palabras y te dispones a esperar en Dios, en favor de sus hijos extraviados.
En vez de un tono de juicio o condenación, de decepción y desespero, hazte cargo de tu vocación de que eres llamado a esperar en Dios. Y si los demás fallan en hacerlo, entrégate a la tarea con redoblado afán. Pues cuanto más profunda es la oscuridad, mayor la necesidad de apelar al único Libertador. Cuanto mayor la autoconfianza a tu alrededor, gentes que no saben que son ciegos, pobres desgraciados, más urgente ha de ser la llamada que has de sentir para ver todo este mal y tener acceso a Aquel que es el único que te puede ayudar a estar en tu puesto esperando en Dios.
Sí, esperamos en Dios, en una humilde confesión de los pecados de su pueblo. Hemos de dar tiempo y esperar en Él, en esta actividad. Esperemos en Dios, en oración tierna y amante por todos los santos, nuestros amados hermanos, por equivocada, que estén sus vidas y sus enseñanzas. Esperemos en Dios con fe y a la expectativa. Esperemos en Dios, con el simple ofrecimiento de nosotros mismos a Él y a la sincera oración de que nos envíe a nuestros hermanos. Esperemos en Dios, y no le demos descanso, hasta que haga de Sión un lugar de gozo en la tierra. Sí, descansamos en el SEÑOR y esperamos pacientemente en Él, que ahora esconde su rostro de tantos de sus hijos. Y digamos, con respecto a la luz que esperamos ver, su faz brillando sobre todo pueblo y nación.
"Espero en el SEÑOR; mi alma espera y mi esperanza está en Su Palabra. Mi alma
espera en el SEÑOR, más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes
a la mañana". "¡Alma mía, espera sólo en Dios!".- Andrew Murray