DICIEMBRE 2

«Mi pueblo habitará en morada de Paz, en mansiones seguras y en moradas de reposo. Isaías 32:18
Un maravilloso cambio ocurre en el pecador, cuando se convierte en un verdadero creyente de Jesucristo, sea lo que sea que haya sido o haya hecho. La paz es un fruto de la justificación en Cristo, Gál 5:22 Por eso dice: "Mi pueblo habitará en morada de paz., en mansiones seguras y en moradas de reposo;" el creyente experimenta calma, serenidad, tranquilidad de ánimo, sencillez de corazón.
Recordemos las palabras de Pablo: "justificado por la Fe, tenemos paz con Dios" (Romanos 5:1.) La paz surge de estar reconciliado con Dios, de tener una conciencia limpia, esto solamente a través de Nuestro SEÑOR Jesucristo, Nuestra paz; el gran Pacificador, el Mediador entre Dios y el hombre. Porque la justificación de Cristo por medio de Su obra en la cruz, quita la culpa, y así da paso a la paz. El SEÑOR dejó Su paz a todos los que creen en ÉL. Juan 14:27 y esta paz que sobrepasa todo entendimiento Fil.4:7 "no puede ser dada por el mundo." Juan 14:27 Porque la paz que da el mundo es engañosa, se desvanece y agota en el bienestar efímero, en alegrías y placeres pasajeros, pero la paz que da Cristo es Su propia paz, es nuestra herencia, es verdadera y permanente.
Una vez obtenemos esta paz en nuestra mente y en nuestro corazón ya no estamos inquietos, ansiosos, o temerosos, "habitamos en morada de paz, en mansiones seguras y en moradas de reposo ". Por lo tanto, los hombres malos, están inquietos y angustiados por una variedad de terrores; porque donde la justicia es desterrada, no se puede encontrar la paz; y donde Cristo reina, solo allí encontramos la verdadera paz. "No hay paz para el malvado", dice el Señor. Isaías 48:22 Así que la paz asegurada, no es disfrutada por nadie más que los creyentes, que apelan al tribunal celestial, no solo por su piedad, sino por su confianza en la misericordia de Dios.
" La paz y el descanso no pertenecen a los no regenerados, sino a los creyentes y solo a ellos. "El Dios de paz", da paz perfecta a aquellos cuyos corazones descansan en Él. Cuando el hombre aún no había caído, Dios le dio la florida habitación del Edén como su morada de paz; ¡pero ay, qué pronto el pecado marchitó esa hermosa mansión de la inocencia! En los días de la ira universal, cuando el Diluvio barrió a la generación culpable, la familia elegida se vio tranquilamente protegida en el refugio del arca, la cual la mantuvo a flote, liberándola del antiguo mundo condenado, para que luego habitase la tierra del arco iris y del pacto; todo lo cual representa a Jesucristo, el arca de nuestra salvación.
Israel descansó seguro en las habitaciones de Egipto, rociadas con sangre, mientras el ángel destructor hería a los primogénitos; y, en el desierto, la sombra de la columna de nube y el agua que fluyó de la roca, dieron a los cansados peregrinos dulce reposo. En este momento, descansamos en las promesas de nuestro santo Dios, sabiendo que sus palabras están llenas de verdad y de poder; descansamos en las doctrinas de Su Palabra, que son consoladoras; descansamos en el pacto de Su gracia, que es un deleitoso refugio. Nos sentimos mucho más favorecidos que David en Adulam o que Jonás bajo su calabacera, pues nadie puede invadir o destruir nuestro refugio.
La persona de Jesús es el tranquilo lugar de reposo de su pueblo; y cuando nos acercamos a Él, al partir el pan, al oír la Palabra, al escudriñar las Escrituras, al orar o cantar, hallamos en esto un medio de unirnos a Él que trae de nuevo la paz a nuestros espíritus. ¡Paz, paz!, cuán dulce paz es aquella que el Padre me da; yo le ruego que inunde por siempre mi ser en sus ondas de amor celestial." -C.Spurgeon "Y el Dios de paz sea con todos ustedes." Amén. Romanos 15:33
ORACIÓN: Príncipe de la paz, SEÑOR Jesús, que viniste al mundo para darnos paz, mira con benevolencia a la humanidad entera. Sólo de Tï, esperamos ayuda y socorro. Como en tiempos de tu vida terrena, siempre prefieres a los pequeños, los humildes, los que sufren, a los necesitados. Siempre vas buscando a los pecadores. Haces que todos te invoquen y te encuentren, para que tengan en Tí el camino, la verdad y la vida (Juan14:6). Concédenos tu paz, cordero inmolado por nuestra salvación: «¡Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, dános la paz!» (Ap 5:6); (Jn 1:29)
Aleja de nuestros corazones todo aquello que pueda comprometer tu paz, confírmanos en tu verdad, justicia y amor. Enciende en nosotros el deseo para derribar las barreras que nos dividen, con el fin de fortalecer los vínculos del amor. Enciende la voluntad de todos para que estemos dispuestos a comprender, compartir y perdonar, con el fin de que todos estemos unidos en tu Nombre y que triunfe en los corazones, las familias, el mundo entero, la paz, tu paz. Amén.