NOVIEMBRE  22

28.11.2021

"Así también la Fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma. " Santiago 2:17

La Fe de un creyente regenerado sino está acompañada de verdaderos frutos de arrepentimiento, es una Fe sin vida. La Fe está diseñada para conducir a buenas obras, producir una vida santa; Una vida de actividad al servicio del Salvador. Pero además, este verso también nos enseña que así como no son suficientes las buenas intenciones, los buenos deseos y las palabras benévolas para satisfacer las necesidades del hambriento y vestir al desnudo, sin la acción correspondiente, así la fe sin acción es vana. La Fe no es ni puede ser demostrada como genuina, a menos que esté acompañada de acción.

Se puede afirmar, que a medida que asumimos un deber y lo cumplimos, recibiremos la fuerza divina que necesitamos para hacerlo. También hay palabras divinas que implican que el suministro de bendiciones que recibamos dependerá de nuestras acciones: Abraham debió dejar su tierra y familia como le ordenó el SEÑOR, para poseer la tierra prometida. Al pueblo de Dios se le ordenó cruzar el Jordán, con la promesa de que el río se dividiría para ellos. Sin embargo, las aguas no se habrían separado a no ser porque avanzaron en la OBEDIENCIA y LA FE. De hecho, fue sólo cuando los pies de los sacerdotes que portaban el arca tocaron las aguas, que estas dejaron de fluir. Josué 3:15 Cuando Jesús estuvo listo para enviar a sus discípulos a llevar su evangelio, el mandato fue: "Id por todo el mundo". Luego vino la promesa: "¡Y he aquí! Estoy con ustedes todos los días". La promesa es muy preciosa, pero no podemos separarla del mandamiento. No podemos tener esta presencia bendita, hasta que salgamos en Su nombre, entonces, Él estará con nosotros.

Muchos creyentes permanecen cruzados de brazos y no hacen nada con su vida, porque están esperando que Dios les envíe todo antes, sin que ellos den pasos de OBEDIENCIA Y FE. Dios nunca hará nada con tales personas, poseen una fe sin acción, una fe muerta. Solo había cinco panes de cebada y cinco mil personas hambrientas. Dios envió la ayuda ese día con lo que tenían dos panes y cinco peces. Solo había un poco de harina en la tinaja y un poco de aceite en una vasija, y aún quedaban años de hambruna por venir. Dios envió la ayuda con lo único que tenía la viuda y que ofreció en un acto de fe. Diez leprosos clamaron a Jesús pidiendo sanidad. Él SEÑOR respondió, invitándoles a que fueran y se presentaran al sacerdote. Eso era lo que la ley requería que hicieran los leprosos después de su sanidad. Estos leprosos aún no estaban curados. Sus cuerpos no mostraban señales de curación. Pero Obedecieron prontamente la palabra del Maestro; y "mientras iban, fueron limpiados".Lucas 17:14

Tengamos muy presente que la bendición prometida depende de nuestra OBEDIENCIA Y FE. Si no damos el primer paso para realizar la tarea que parece imposible, si esperamos recibir la ayuda antes de comenzar, la ayuda nunca llegará. Si no damos el primer paso en el río, esperando a que se abra, no se abrirá en absoluto. Si no entramos en la lucha, esperando que se nos dé la fuerza para la batalla, nunca obtendremos la fuerza. Debemos hacer nuestra parte, lo que nos corresponde, actuar, probando así nuestra fe, o Dios no hará lo que ha prometido, porque su promesa es condicional. Debemos tomar lo poco que tenemos y comenzar a avanzar, confiando en que el SEÑOR proporcionará lo que necesitamos a medida que avancemos.

Porque la promesa es que si honramos a Dios en Obediencia, aunque la tarea parezca imposible para nuestra capacidad, él nos honrará brindándonos toda la ayuda que necesitemos. El río seguramente se abrirá cuando nos haya ordenado que lo crucemos, si tan sólo avanzamos como si no hubiera río. El pan seguramente se nos dará cuando entremos en el desierto, siguiendo la dirección divina, si tan solo continuamos como si tuviéramos abundante provisión. Esta es la ley invariable de la bendición y bienes espirituales. La vida está ante nosotros, con sus cargas, sus deberes, sus responsabilidades, sus luchas, sus perplejidades. No nos llega a todos de una sola pieza. Dios divide nuestros años en meses, semanas y días, y nos da un poquito a la vez, nunca más de lo que podemos soportar o hacer por el día.

Haz lo que te corresponde, da el primer paso, actúa, sin preguntar si eres capaz de hacerlas o no, y no esperes a que Dios te dé toda la fuerza o todo el material que necesitarás antes de empezar. Cualquiera que sea tu deber hazlo, no importa cuán lejos esté de tus fuerzas. Es tu deber empezar y actuar; es de Dios ayudarte a salir adelante; y lo hará, si lo honras confiando en Él.

La enseñanza divina nunca falta; pero siempre debemos comenzar la lección con lo poco que sabemos. Debemos dar un paso que sea claro para nosotros, y entonces Dios nos aclara el próximo paso, y el siguiente, y el siguiente. No debemos exigir conocer todo el camino antes de partir. Debemos confiar en Cristo y seguir adelante, incluso en la oscuridad. Nunca debemos vacilar cuando parece que no hay camino; a medida que avanzamos, se abrirá. Si hacemos la voluntad de Dios, conoceremos la enseñanza. Cuando comencemos a actuar, Dios enviará los medios hasta el hermoso final. -J.R.Miller