NOVIEMBRE 22

06.03.2023

"Entonces subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. Sin previo aviso, se levantó una gran tormenta en el mar de Galilea, de modo que las olas cubrían la barca;" Mateo 8:23-24

Si los discípulos hubieran salido al mar sin el mandato de Cristo, no habrían tenido la misma razón para esperar Su protección y liberación. La lección que aprendemos aquí es que las tormentas pueden surgir, incluso cuando estamos en la mera línea del deber cristiano. No debemos desanimarnos por la dificultad o el problema que se presente y concluir que estamos en el camino equivocado.

Vemos, también, que la presencia de Cristo con sus discípulos no aleja las tormentas. No hay promesas en la Biblia de que los cristianos no enfrentarán pruebas. El Evangelio no construye muros altos a nuestro alrededor, para romper la fuerza de los vientos tormentosos. Los problemas llegan al cristiano, tan seguramente como al hombre mundano. ¡Están las tormentas de la tentación, que se precipitan con un poder súbito y terrible desde las frías montañas de este mundo! Luego hay tormentas de enfermedad, de desilusión y adversidad, de tristeza, que hacen que las olas y las olas azoten el alma.

En el mar o en Galilea, los viajeros dicen que un bote se desliza suavemente sobre una superficie de vidrio, sin que lo interrumpa una onda, cuando de repente, sin previo aviso, le abatirá una tormenta y, casi al instante, el barco será arrojado sobre las olas furiosas. Así vienen muchas de las tormentas de la vida. Grandes problemas vienen cuando no los buscamos. Estamos en paz en un hogar feliz. En un momento en que todos estamos tranquilos, sin previo aviso, ¡el querido niño al que amamos tanto, yace muerto en nuestros brazos! El amigo, el hermano, el familiar en el que confiamos, y que pensamos que nunca nos fallará, ¡resulta falso! Las esperanzas acariciadas durante años, ¡se marchitan en nuestras manos, como las flores cuando llega la escarcha!


Las tormentas de la vida son casi todas sorpresas repentinas. Pueden ocurrir cuando menos lo esperamos "Sin previo aviso". ¡La única manera de estar listos para ellas es tener a Jesús con nosotros en nuestro barco! -JR Miller

ORACIÓN: Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: que en ti encuentre la paz y el descanso. Tú mandaste al viento y al mar que se calmaran, y al oír tu voz se apaciguaron; ven ahora a calmar las agitaciones de mi corazón a fin de que en mí todo sea pacífico y tranquilo y pueda yo poseerte a ti, mi único bien, y contemplarte, dulce luz de mis ojos, sin confusión ni oscuridad. Oh SEÑOR mío, que mi alma, liberada de los pensamientos tumultuosos de este mundo "se esconda a la sombra de tus alas" Salmo 17:8. Que encuentre en ti un lugar de refrigerio y de paz; que exaltado de gozo pueda cantar: «En paz me acuesto y asimismo me duermo junto a ti". Salmo 4:8.

Que mi alma descanse, te pido, Dios mío, que descanse de todo lo que hay bajo el cielo, despierta sólo para Ti, como está escrito: "Duermo, pero mi corazón está en vela". Cantares 5:2 Mi alma sólo puede estar en paz y seguridad, Dios mío, "Bajo la sombra de tus alas" Salmo 91:4. Que permanezca, pues, eternamente en Ti y arda con tu fuego. Que elevándose por encima de ella misma contemple y cante tus alabanzas llena de gozo. Que en medio de las perplejidades, angustias, ansiedades, temores y confusión que me agitan, tus dones sean mi consolación, hasta que confíe plenamente echando todas mis ansiedades sobre ti, oh tú, SEÑOR la paz verdadera. Amen. -Anónimo