JULIO 2

02.07.2021

El ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, Apocalipsis 22:1

El río de agua de vida es símbolo de vida eterna. Jesús empleó ese mismo símbolo con la mujer samaritana (Juan 4:7-14). Hay un río que fluye del trono de Dios en la Nueva Jerusalén (que es el hogar de todos los que han sido redimidos por el Cordero de Dios). Este río sacia y da vida eterna a las almas sedientas, y es fuente de sanación para todas las naciones de la tierra. "Claro como el Cristal", porque todas las cosas están abiertas y se manifiestan al Ojo Omnisciente de Dios.

Las corrientes de agua viva que fluyen de la ciudad de Dios, no se secan por los calores abrasadores del verano ni tampoco se congelan por los fríos vientos del invierno. Regocíjate, alma mía, de que hayas sido dejada para testificar de la fidelidad del SEÑOR.

Los tiempos cambian, las situaciones cambian, tú también cambias, pero tú SEÑOR permaneces siempre siendo el mismo, y las corrientes de su amor son tan profundas, tan amplias y tan completas como siempre. Los calores de las ansiedades de la vida y de las ardientes pruebas me hacen sentir la necesidad de las refrescantes influencias del río de su gracia. Puedo ir enseguida y beber hasta saciarme de la inagotable fuente, pues sus aguas corren tanto en invierno como en verano. Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber del río de tus delicias. Salmo 36:8

Las fuentes de arriba nunca están escasas de agua, y las de abajo no disminuirán. Jueces 1:15 Elías encontró el arroyo de Querit seco, pero el SEÑOR seguía siendo el mismo Dios providencial. Job dijo que sus hermanos habían mentido como arroyos, pero halló que su Dios era un desbordante río de consolación. El Nilo constituye la gran confianza de Egipto, pero sus inundaciones son variables. Nuestro SEÑOR es siempre el mismo. Desviando el curso del Eufrates, Ciro tomó la ciudad de Babilonia, pero ningún poder humano ni infernal puede desviar la corriente de la gloria divina.

Los cursos de los antiguos ríos están secos y desolados, pero los ríos que nacen en las montañas de la Divina Soberanía y del infinito amor, siempre estarán llenos hasta el borde. Pasan las generaciones, pero la corriente de la gracia sigue inalterable. El río de Dios canta con mayor razón lo que canta el arroyo en este verso: "Los hombres vienen y van, pero yo sigo siempre". ¡Cuán feliz eres, alma mía, por ser conducida a tan tranquilas aguas! Nunca vayas a otras fuentes para saciar tu sed, que no tengas que escuchar esta reprensión del SEÑOR: "¿Qué tienes tú en el camino de Egipto(del mundo y la carne) para que bebas agua del Nilo.? Jeremías 2:18" -C. Spurgeon