FEBRERO 10

"En tu mano están la fuerza y el poder", 1 Crónicas 29:12
Dios, bajo todas las consideraciones posibles, debe ser supremo. Por lo tanto, así como Él debe ser supremo, también debe reinar sobre todos Rom. 9:5 Dios tiene el derecho absoluto, no solo de reclamar lealtad a todos, sino de disponer de todos de acuerdo a Su propia voluntad y placer. Cada parte de la Palabra de Dios rebosa de Su gloriosa autoridad soberana."Oh SEÑOR.... ¿no eres tú Dios en los cielos, que gobiernas en todos los reinos de las naciones y que tienes en tu mano fuerza y poder, de modo que nadie te pueda resistir". 2 Crón. 20:6 Cualquier logro del hombre no se debe atribuir a sus méritos, ni a su diligencia e industria, ni a su conducta sabia, sino a la providencia de Dios, de quien proceden el poder y la capacidad por hacer lo más mínimo. Cuando nuestra imaginación se agota, la luz de Dios ya ha comenzado a brillar. Una época tras otra ha venido y ha escrito en su registro estas palabras: "Él es Poderoso para hacer Todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos".Ef. 3:20
Cuando se trata de expresar la grandeza, el poder y la bondad del SEÑOR, las palabras del que habla parecen siempre inadecuadas e insuficientes. Él es nuestro Padre y nuestro Salvador «por los siglos de los siglos. En efecto, la paternidad de Dios se ha manifestado de muchos modos en la historia de la salvación, pero explota en el Nuevo Testamento con la encarnación del Hijo unigénito, que nos enseñó a llamar a Dios con el nombre familiar de «Abba-Padre» (Rom 8,15) y, a través de él, nos ha hecho también hijos de Dios. Jesús, efectivamente, no se reservó para sí la plenitud de la vida, sino que la derramó sobre los hombres y sobre la creación, de suerte que el poder divino que admiramos en la creación se convierte en fuerza al servicio de toda la humanidad, y su perfección y su gloria podemos contemplarlas en su vida de Hijo obediente, que salva a todos por amor. Por eso la bendición de Dios está asociada siempre a la del Hijo.
"En tu mano están la fuerza y el poder", Ahora mira al SEÑOR Jesús en este verso. Él es el primer, mejor y principal fin de todos. En Jesús el alma encuentra todo su centro de bienaventuranza. En oración debemos atribuir a Dios el poder para ayudarnos y la confianza que Él lo hará. Todos los cristianos, en sí mismos, son vasijas, pobres cosas frágiles, como cántaros de barro. "Pero tenemos este tesoro(a Cristo habitando en nuestro corazón) en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros". Nosotros somos inútiles sin el poder de Dios, "separados de Él nada podemos hacer". Juan 15:5
Pablo oró diciendo: "Pido también que Dios les dé la luz necesaria para que sepan cuál es la esperanza a la cual los ha llamado.... y cuál la supereminente grandeza "de Su poder" para con nosotros, los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa", Ef.1:18-19 Le faltan palabras para expresar la magnitud de su concepción. Pablo desea especialmente que debemos estar completamente familiarizados con el "Poder" de Dios en la salvación de las personas. Y no solo se refiere al poder que había demostrado en su salvación, sino también a lo que el Evangelio de Cristo es "capaz" de lograr, y que aún podrían experimentar.
Sí, el Evangelio de Cristo trae la feliz seguridad a todo corazón que lo escucha, incluso un niño puede ser un recipiente para llevar el "poder de Dios". Gente débil, gente pequeña, gente frágil, Dios los usa a todos. Dios puede llenar de fuerza a los más débiles y frágiles para su obra. Con Cristo en el corazón, el débil puede decir "Fuerte soy", Joel 3:10.Puede que el exterior no sea mejor que la loza de barro, pero en el interior habrá una excelente luz y poder de Dios. - D. Macleod