MAYO 2

02.05.2021

No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; Salmo 102:2

Alma atribulada, quizás Dios obra contigo de esa manera porque desea desarrollar tus dones espirituales. Si no hubiese sido por las pruebas que has atravesado, nunca se hubiesen descubierto algunos de tus mejores dones. ¿No sabes que nunca parece tan grande tu fé en tiempo de verano como en invierno? Muy a menudo, el amor es semejante a un gusano de luz, que a no ser que se encuentre en medio de la oscuridad, dará muy poca luz.

La esperanza es como una estrella, no es visible en la luz del sol de la prosperidad, y sólo se descubre en la noche de la adversidad. Con frecuencia, las aflicciones son, por así decir, las plegaduras de vestidos de negro en que Dios coloca las joyas de los dones de Sus hijos para hacer que resplandezcan mejor.

No hace mucho que estabas arrodillado y decías, "Temo que no tengo fé; hazme saber que tengo fé." Aunque de una forma inconsciente, verdaderamente,esto es orar por querer atravesar por pruebas, porque ¿cómo puedes saber que tienes fé hasta que no la ejercitas? Confía en esto, a menudo, Dios nos envía pruebas para que nuestros dones sean descubiertos y para que seamos confirmados de su existencia.

Además, no es un descubrimiento meramente, el verdadero crecimiento en gracia, es el resultado de luchas santificadas. Dios entrena a Sus soldados, no en tiendas de gran comodidad, placeres y lujuria, sino por medio de marchas forzadas y servicios difíciles. Él les hace atravesar arroyos, nadar por los ríos, escalar montañas y recorrer muchas millas con las mochilas sobre sus espaldas. Pues bien, cristiano, ¿no te dice esto algo sobre las tribulaciones que estás atravesando? No es esta la razón por la que clamas: ¡SEÑOR, No escondas tu rostro de mi! - C. H. Spurgeon.

"Algunos corazones, lo mismo que algunas flores nocturnas, se abren más primorosamente en las sombras de la vida,"