MAYO 20

08.07.2022

"Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". Romanos 5:20.

Encontramos en la naturaleza una hermosa aproximación a la verdad declarada en este versículo, una especie de parábola y símbolo de la gloria de la redención. Se ilustra muy bellamente en la formación de la perla. Un pequeño grano de arena o una espina punzante en el lado sensible de la ostra irrita sus nervios, la incita, no a tomar represalias y así infligirse una herida mayor, sino a arrojar alrededor del elemento intruso un líquido cristalino y enterrar fuera de la vista en una gema suave y hermosa; de modo que de la espina y la herida surgen la belleza y la victoria, y el valor del pequeño molusco se multiplica por mil por el mismo incidente que amenazaba con su destrucción.

Esto es lo que el apóstol quiere decir en una medida más sublime cuando resume su espléndida antítesis entre el pecado y la salvación, Adán y Cristo, la caída y la redención, con la magnífica declaración, "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". Del terrible ataque que los poderes de las tinieblas lanzaron contra el mundo, la sabiduría y la gracia del cielo han traído la victoria que probará el triunfo de las edades. De la catástrofe que amenazó con la destrucción eterna del hombre, Dios ha desarrollado una nueva creación trascendentalmente más grande y más gloriosa que la anterior. De las profundidades del océano del pecado, Cristo ha sacado la Perla de Gran Precio, la iglesia, que brillará en medio de las glorias de la eternidad con un brillo que reflejará el Suyo.

Dios parece amar y tomar los peores materiales para sus mayores triunfos. Él escogió a un Jacob y un David en el Antiguo Testamento, ambos hombres débiles y malvados en muchos sentidos terribles, para convertirlos en los respectivos jefes de los períodos patriarcal y de los reyes. Liberó y salvó a Manasés después de medio siglo de crímenes sangrientos. Tomó a Rahab de los barrios bajos de Jericó, para ser una madre en la línea de descendencia de Jesucristo. Y cuando quiso elegir a su apóstol más ilustre para fundar la gloriosa obra del evangelio entre las infames razas gentiles, tomó "al primero de los pecadores". 1 Tim.1:15. No hay duda que la evaluación sincera de Pablo de su propia maldad, dada por la inspiración del Espíritu Santo, no fue exagerada. Aunque era moral, incluso su propio testimonio deja suficiente evidencia de la atrocidad de sus crímenes religiosos. No satisfecho con insultar el nombre de Jesús y ser cómplice de los asesinos de Esteban, fiel mártir, se dedicó a exterminar a los seguidores de Cristo; y con un diabólico exceso de crueldad, temía no destruir sus almas ni sus cuerpos cometiendo los crímenes más terribles y obligándolos a blasfemar el Nombre de Aquel en quien creían. Debía haber sabido muy bien lo terrible de los crímenes que les exigía, y aunque pudieran estar equivocados en su fe, sin embargo, pecar contra su conciencia profanando el nombre de Cristo era, para ellos, el colmo de la impiedad.


Y sin embargo, él, "el primero de los pecadores", nos dice que obtuvo misericordia con este mismo propósito, para que pudiera llegar a ser ejemplo de los que que habrían de creer en él para vida eterna. 1tim.1:16. Y esto no significa simplemente que Dios salvará a los más culpables, sino que se complacerá especialmente en hacer más de sus vidas redimidas solo por su maldad anterior. Y así Pablo puede decir: "aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y agresor....la gracia de nuestro Señor fue más que abundante conmigo, con la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús." 1Tim. 1:13-14. "Donde abundó el pecado, abundó mucho más la gracia", no sólo para perdonar el pecado sino para hacer del pecador un vaso de las riquezas de la gracia y el amor divinos.

Y a través de todos los siglos sucesivos el SEÑOR ha amado tomar los espinos y ortigas del alma para convertirlos en pinos y arrayanes, y hacerlos para sí mismo por señal eterna que nunca será borrada». Isaías 55:13. Por lo tanto, muchas mujeres y hombres corruptos, viciosos, perversos, inmorales, y criminales, han sido transformados por su abundante gracia, cuyos pecados fueron lavados por la Sangre del Cordero que quita el pecado, y cuyos nombres "están grabados en la palma de Sus manos" Isa. 49:16 y "escritos en el libro de la vida eterna" Lucas 10:20. Para los cuales hizo un monumento especial de este principio cardinal de la redención divina: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia".

Debemos darnda de la propia santidad de Cristo.  Es literalmente cierto en la vida más profunda del alma que "donde abundó el pecado, sobreabunda la gracia". Y en la obra de esta gracia, Dios se deleita especialmente en contradecir las probabilidades y tendencias naturales. Tomó a un Pedro cobarde como el valiente y desafiante apóstol de Pentecostés. Tomó a un Hijo del Trueno para que fuera el gentil y amoroso discípulo del amor. Tomó a la samaritana, la adúltera para que muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeran en Él por su testimonio. 4:39, y hasta hoy sigue inspirando a muchos al arrepentimiento y a seguir a Cristo. Así, la misma vida que el pecador ha vivido al servicio de Satanás se convierte en una oportunidad para una mayor utilidad, ya que está habilitado para llegar a clases a las que los morales y respetables ni siquiera pueden tener acceso. El puede hacer que las cosas más débiles en ti sean las más fuertes, las peores cosas en ti sean las ocasiones para la gracia que engrandece en ti las mejores y más divinas cualidades de la vida cristiana.


Recibamos del SEÑOR y con toda confianza "de Su plenitud, gracia sobre gracia" Juan 1:16, entonces, entraremos con todas las banderas ondeando y un sin número de ángeles esperando para darnos la bienvenida ministrada abundantemente para nosotros en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, mientras los ángeles maravillados, mirando hacia el pasado y contemplando con asombro nuestra gloria presente, a una sola voz dirán: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". - A.B.Simpson