FEBRERO 20

"Yo soy de mi amado y mi amado es mío." Cantares 6:3
El Cantar de los Cantares es el texto privilegiado de los que "buscan el rostro de Dios". Es el canto de la vida cristiana, comprendida como vida inmersa en el misterio del amor de Dios, conducida bajo la guía de Dios, en la intimidad inefable de Su presencia. Es el canto que mejor responde al deseo del alma de estar unida al Verbo de Dios y de penetrar en los misterios de su sabiduría y de su ciencia como en la alcoba de su esposo celestial." (Orígenes). El hombre cautivado por Dios halla en el Cantar la descripción de sus delicias en el SEÑOR. Salmo 16:11
"Yo soy de mi Amado"; sabe que lo ama, y lo manifiesta solemnemente. No susurra: "espero amar al incomparable", sino que canta: " Yo soy de mi amado". No hay ninguna duda en su alma acerca de su pasión por "el todo codiciable". El primer hombre registrado en la Biblia que dice: "Mi Dios" fue Jacob cuando durmió en Betel. Y el primer hombre en el Nuevo Testamento que llama a Jesús: "SEÑOR mío, y Dios mío", fue Tomás. Y lo declaró sólo cuando vio en las manos de Jesús la señal de los clavos, y metió el dedo en el lugar de los clavos, y en su costado, entonces, creyó". Bienaventurados los que lo alcanzan por una fe más simple, que no han visto pero que han creído.
"Yo soy de mi Amado y mi Amado es mío", Ciertamente somos Suyos por la creación: Quien nos hizo ha de poseernos. Somos Suyos, porque Su Padre nos entregó a Él, y somos Suyos porque Él nos eligió. Creación, donación, elección, constituyen el triple dominio sobre nosotros. Somos Suyos porque Él nos compró con Su sangre, Suyos porque nos llamó por Su gracia, Suyos porque está casado con nosotros y nosotros somos Su esposa. Además, somos Suyos, por nuestro propio conocimiento, porque nos hemos entregado a Él de todo corazón, desde las más íntimas profundidades de nuestro ser, y nos hemos unido a Él para siempre. Sentimos que hemos de tener a Cristo, y ser de Cristo, o morir: "Para mí el vivir es Cristo." Fil.1:21
Si piensan en ello, no es poca cosa reclamar a Jesús, el Amado, como nuestro, pues Jesucristo es la porción de todos los creyentes. Su Padre nos lo dio a todos, Jesús fue cedido a cada alma creyente como su posesión personal, en el pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas, y será guardado; Jesús se entregó en realidad a nosotros en Su encarnación, volviéndose hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne; Él se ha hecho nuestro por Su pasión y muerte, amándonos y entregándose por nosotros para salvarnos de nuestros pecados; Él también nos ha dado poder para apropiarnos de Él por el don agraciado de la fe, por el cual nosotros de veras estamos casados con Él, y somos habilitados para llamarle el Esposo de nuestras almas, quien es nuestro para tenerlo y sostenerlo, para bien o para mal, para vida y para muerte, por un vínculo de unión matrimonial que ni la muerte ni el infierno, ni el tiempo ni la eternidad, pueden romper. Jesús es nuestro por la promesa, el pacto, y el juramento de Dios; mil seguridades y fianzas y sellos, nos lo garantizan como nuestra porción y herencia perpetua. "Yo soy de mi amado y mi Amado es mío"
Él es nuestro Amado. Nuestro amor nunca podría exaltarlo suficientemente, pues nuestro amor piensa que todas las descripciones se quedan cortas en cuanto Sus merecimientos; bien, entonces, Jesús es nuestro en su mejor sentido; si lo consideramos muy glorioso, Él es nuestro en toda Su gloria. Nuestro amor dice que Él es un Cristo hermoso, codiciable, dulce, y precioso, y hemos de estar seguros de que, sin importar cuán codiciable, dulce, y precioso sea, Él es todo nuestro. Nuestro amor dice que no hay nadie como Él, es Rey de reyes y SEÑOR de señores, es el siempre bendito; y es nuestro. Él será nuestro en esa condición sublime. No tiene una gloria tan alta que no pueda ser nuestra, ni un lustre tan brillante que no sea nuestro. Él es mi amado, y deseo con vehemencia exaltarlo y cuando lo enaltezco al máximo, es todavía mío.
Si en verdad eres Suyo, Él proveerá para ti. Un buen esposo cuida a su esposa, de igual manera el SEÑOR Jesucristo cuida de aquellos que están desposados con Él. Serán perfeccionados también, pues todo lo que Cristo tiene, lo convertirá en algo digno de Él y lo llevará a la gloria. Es debido a que somos Suyos que llegaremos al cielo, pues Él ha dicho: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo." Debido a que son Suyos, Él quiere tenerlos consigo.
Maravillense todos, porque cualquiera de nosotros puede decir: "Yo soy Suyo". Algunos pueden decir: "Yo, que solía ser tan veleidoso y descuidado, tan escéptico e irreverente, "soy Suyo". Otros diran: "yo, que era iracundo y orgulloso, que era un borracho, cuyos labios estaban negros por la blasfemia, "soy Suyo." Oh alma que dices: "No puedo ser suyo, soy un pecador", si sólo si pudieras ponerte al abrigo que ofrece el costado traspasado de nuestro Amado, esa profunda herida de la que brotó sangre y agua, "para ser la doble cura del pecado"; si pudieras llegar allí, aunque seas negro y tiznado por el pecado, y un pecador maldito, condenado, sin embargo tú, incluso tú, serás capaz de cantar con todo el éxtasis del santo más vivaz sobre la tierra, si tan solo crees en ÉL, un día con todo el embeleso de los seres más brillantes en lo alto, dirás: " Yo soy de mi amado y mi amado es mío."
¡Gloria sea a Ti, oh Jesucristo, por esto: porque Tú has tomado a tales seres indignos como nosotros y nos has hecho Tuyos! Ya no pertenecemos más a este maligno mundo presente, y ahora vivimos para el mundo venidero. Somos parte del rebaño, pero como todos los demás, nosotros pertenecemos al Grandioso Pastor. No nos entregaremos a ningún partido, ni nos volveremos esclavos de alguna denominación, pues pertenecemos a Cristo. Nosotros no pertenecemos al pecado, o al yo, o a Satanás; nosotros pertenecemos entera, exclusiva e irrevocablemente al SEÑOR Jesucristo. "Yo soy de mi amado y mi amado es mío."
"Traigo en mi cuerpo las marcas del SEÑOR Jesús," y por tanto, de ahora en adelante, no tendré ni amaré nada ni a nadie por encima de Él. "No, puedo servir a dos señores"; Mat. 6:24 pertenezco a Cristo, soy enteramente Suyo. SEÑOR Jesús, ayuda a cada uno de nosotros a decir ahora: "Yo soy Tuyo, y sólo Tuyo." Soy Suyo hoy y Suyo mañana, en la oficina; Suyo como un cantor en el santuario, y Suyo como un obrero; Suyo cuando hablo de Cristo, e igualmente Suyo cuando estoy caminando en las calles; Suyo mientras viva, y Suyo cuando muera; Suyo cuando mi alma ascienda y mi cuerpo yazca volviéndose polvo en el sepulcro; la personalidad entera de mi humanidad es completamente Suya por siempre y para siempre....
Todos nuestros tesoros y posesiones expiran al final de nuestra vida en esta tierra, en cambio el nuestro es un pacto de dominio absoluto, una herencia perpetua. "Yo soy de mi amado y amado es mío", no puedo perderlo, ni me puede ser arrebatado; Jesús es mío para siempre, pues "¿Quién nos separará del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor Nuestro?" Rom.8:35. Así que, si bien la posesión es rara, la tenencia es también rara, y es la vida de nuestra vida y la luz de nuestro deleite que podamos cantar: "Yo soy de mi amado y mi amado es mío." -C.H.Spurgeon
Por C.H.Spurgeon
"Sí, Tú eres mío, mi bendito SEÑOR
¡Oh mi Amado, Tú eres mío!
Y, comprado con la preciosa sangre,
Mi Dios y Salvador, yo soy Tuyo.
"¡Mi Cristo! Oh, que lo canten en los cielos,
Que cada ángel alce su voz;
Entonen con diez mil arpas Su alabanza,
Conmigo, ejércitos celestiales, regocíjense.
El don indecible es dado,
La gracia de Dios lo ha hecho mío;
Y, ahora, delante de la tierra y del cielo,
Señor, yo reconozco que soy Tuyo."