DICIEMBRE 19

26.12.2022

"Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan". Lucas 11:28

No se trata de algo secundario y mucho menos opcional. Se trata de algo fundamental, que hemos de valorar debidamente, puesto que es el mismo Jesús quien formula el discurso y el pensamiento adecuado que constituye un Programa de Vida. En tan solo un versículo nos resume la intención del Evangelio y propone la única actitud posible frente a su mensaje, prometiendo la dicha a quien oye y guarda la Palabra de Dios. Este solo versículo entraña la Revelación que hemos de tener en cuenta cada día para encaminar adecuadamente nuestras vidas. Él dijo: "Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan."

Los medios principales para el logro del conocimiento divino es la lectura de la santa Palabra de Dios y la palabra predicada, por los medios de comunicación que Dios usa. ¿Cómo, pues invocarán a Aquel en el cual no han creído? ¿y cómo creerán á aquel de quien no han oído? ¿y cómo oirán sin haber quien les predique? Rom. 10:14 Estos son el gran medio de convertir a los pecadores y de edificar a los santos en su santa fe. La historia está llena de conversiones que han ocasionado la lectura y el oír de la Palabra de Dios. Agustín, poderoso siervo de Dios, nos dice que debe su conversión a la lectura de la Epístola de San Pablo a los Romanos 13:11 .
Cada parte de la Escritura, por ser de inspiración divina, debe ser estudiada a fondo y digerida internamente.¡Cuán necesario es que sea conocida, estudiada y comprendida por los hombres! Cada parte de la Escritura, por ser de inspiración divina, debe ser estudiada a fondo y digerida internamente. Oír y hacer, en este orden. No basta oír sin poner en práctica y mucho menos ponerse a trabajar a la intuición, sin haber oído el mandato de Dios. Para que podamos obtener un beneficio y una ventaja reales de la lectura de la Sagrada Escritura, es necesario que, como el eunuco etíope, la leamos con atención y la pongamos en práctica, ya que contiene el verdadero conocimiento de la salvación. -J. Rudge

"El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a Él. (Juan 14:23). Oír y hacer, en este orden. No basta oír sin poner en práctica y mucho menos ponerse a trabajar a la intuición, sin haber oído el mandato de Dios. Deberíamos tener las promesas y las advertencias del Todopoderoso siempre ante nuestros ojos: esto necesariamente produciría tal impresión en nuestro corazón, que nos hará apartarnos de los pecados a los que naturalmente estamos inclinados. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón sin duda alguna, como dice el profeta: "En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti". (Sal. 119:11). Así es cómo has de cumplir la Palabra de Dios, porque son bienaventurados, felices, los que la cumplen.

La Palabra de Dios pasa a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. "La ley de Dios es perfecta, que convierte el alma; Salmo 19:7 Haz de este bien tu alimento, y tu alma disfrutará; quedará muy satisfecha, como el que disfruta de un banquete delicioso. Salmo 63:5 "No solo de pan vivirá el hombre, sino de Toda palabra de Dios" Mateo 4:4, por tanto, no olvides comer este pan cada día, no sea que tu corazón se vuelva árido y estéril. Si amas al SEÑOR guardas Su Palabra, no cabe duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, y hará morada en tu corazón". -Bernardo Bienaventurados son porque son enseñados por Dios en la sabiduría que es de lo alto, e instruidos en el conocimiento de las Sagradas Escrituras, las cuales han resultado suficientes para haceros sabios para la salvación, por la fe que es en Cristo Jesús. -James Foote

"Dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la guardan". No es una bendición remota, sino inmediata. Mientras escuchas y guardas la Palabra de Dios, entonces eres bendecido. La bienaventuranza es para ti y ahora. Puedes decir: "estoy tan abatido". ¡Sí, pero estás bendecido! "¡Pobre de mí! Llevo tanta carga de aflicciones ". Sí, pero estás bendecido. Tu bienaventuranza no depende de tus circunstancias externas y sentimientos. Si escuchas la Palabra de Dios con fe y la guardas, en este momento eres bendecido. La fe encuentra una bienaventuranza presente en la Palabra de Dios, que escucha y guarda. Puedes estar muy enfermo y, sin embargo, estarás bien en espíritu; puede que seas muy débil y, sin embargo, serás fuerte en espíritu; puedes estar muriendo, pero no morirás, porque el que oye la Palabra de Dios y la guarda nunca verá la muerte. C. Spurgeon